FUELGAS Y PIEDRAS
Por Héctor “Cacho” Olivera
La acción vandálica que significó los piedrazos sobre el coche que trasladaba al Presidente de la Nación en Mar del Plata es mucho más que lo que supone la escena, de por sí repudiable.
La violencia demostrada por grupos embanderados en el gobierno que se terminó el año pasado por decisión de las urnas testimonia el nivel de enfermedad que produjo en nuestra sociedad una docena de años de autoritarismo, mentiras y corrupción.
Los datos estadísticos recientes que denuncian el aumento de la pobreza y la indigencia a partir de la nueva gestión deben ser seguramente ciertos y como tal merecen la atención del Gobierno para revertir la situación.
Esta ardua tarea no será resuelta tirando piedras o brindando con champagne terrorista como se mostraron las señoras Bonafini y Kirchner.
No se podrá resolver la crisis social heredada revoleando bolsos con dólares verdaderos por arriba del alambrado de un convento falso y con la complicidad de monjas también falsas.
La situación exige imaginación, firmeza y conducta democrática.
El Gobierno debe actuar en simultáneo en dos planos.
Uno, cortoplacista y sujeto al rigor de la Ley, destinado a evitar la repetición de escenas de violencia como la que vimos.
Sus protagonistas deben en ser tratados como enfermos terminales que merecen atención aunque el médico sabe que la solución correrá por parte del transcurrir del tiempo.
Por otro lado, la tarea de reconstruí la sociedad necesita atender con criterio preventivo a los más chicos para que la enfermedad del fanatismo y la corrupción no se reproduzca.
Surgen entonces sucesos que deben ocupar la mirada oficial si en verdad estamos en tiempos de cambios.
Esta semana más de 3 millones de alumnos de escuelas bonaerenses sufrieron una huelga de maestros.
Este hecho, proyectado en el tiempo, es el caldo de cultivo para que sigamos teniendo gente capaz de tirar piedras al auto presidencial.
Son los que sin saber de lo que hablan gritan “Macri, basura, vos sos la dictadura”.
No saben lo que es una dictadura, no la vivieron y se la contaron mal.
Con las escuelas cerradas se les facilita el terreno a los agitadores.
Con las escuelas abiertas puede no ser tan fácil y si en esas escuelas se aplicara un plan de evaluación externa respecto de la calidad de los docentes mejor sería.
Es cierto que sentarse semanalmente a escribir estos comentarios no es más que el ejercicio de una vocación.
Gobernar es, por lejos, mucho más difícil.
Porque el descalabro que dejaron los Kirchner y su banda requiere imaginación, conducta y coraje.
En este terreno, la Gobernadora Vidal se ha mostrado apta.
Su lucha contra la corrupción y complicidad policial no le será una fiesta.
Porque no hay dudas que lo ocurrido en Mar del Plata es una clara maniobra extorsiva y amenazante de la Policía a la que le cuesta entender que su tarea es buscar ladrones y no ser ladrones.
La Gobernadora sabe que no son todos iguales y seguramente se respaldará en los buenos para limpiar a los malos.
Mientras, veremos cosas como las que vimos.
Macri, a su turno, ha demostrado audacia y capacidad de rectificación, cualidad rara en los políticos.
El camino no es de rosas.
Hay vendedores de humo y especuladores de oficio, como Massa.
Hay histerias pre calabozo como las de la ex Presidenta.
Hay patologías como la de la señora que quiere que su lucha valiente contra la dictadura le alcance para justificar la plata que falta en el programa “sueños compartidos”.
Somos, en fin, lo que somos.
Y las sociedades no cambian en un instante.
Hay que moverse con tranquilidad e inteligencia.
El tema de las tarifas de los servicios púbicos puede ser un buen terreno para demostrar si se puede revisar y a la vez aclarar que suena ridículo que los que generaron el descalabro sean ahora los que lo denuncien como si hubieran nacido ayer y no el 25 de mayo del 2003 de la mano del ex Presidente muerto.