_“¿En qué trabajás?”
_“Hago política”
_”Sí, pero ¿en qué trabajás?”
_”Hago política”
_”está bien, pero ¿en qué trabajás?”
_”Hago política”
Este diálogo imaginario puede darse en cualquier esquina de cualquier ciudad de la República.
Sus interlocutores son jóvenes, uno, (el que pregunta), estudia y trabaja, procurando iniciar el camino de la vida por la senda de quien aspira a ser un ciudadano normal.
El otro, (el que contesta), vivió la fiesta que soñó interminable de cobrar un sueldo sin otra obligación que “hacer política), que es una forma de vivir del Estado sin otro compromiso que el de adherir sin cuestionamientos, aceptar sin chistar, procurar alguna respuesta para algún vecino apremiado o asistir sin ausencia a toda convocatoria.
El daño producido por este modelo ha sido posiblemente la peor secuela que quedará en la sociedad luego de los años del turno de gobierno recién finalizado.
La crisis económica heredada es seria, la carencia de obras de infraestructura, la debilidad de la salud y la educación, la inseguridad y el aislamiento de la Argentina en el Mundo pueden recuperarse no sin esfuerzo, pero no parecen imposibles.
Más larga, más dura y más lenta será la recuperación de la cultura del trabajo, el hábito ciudadano de respetar la ley y las normas de convivencia.
Una generación que vivió la fantasía kirchnerista, que creyó que la Argentina nació el 25 de mayo del 2003, que supuso que el Estado es un campo propio con recursos inagotables, necesitará de una firme conducta de limpieza y desinfección para reiniciar la marcha rumbo a la normalidad.
Es que, aunque suene raro, en este País lo normal llama la atención.
Aparentemente el Gobierno de Macri parece dispuesto a corregir el rumbo.
Así es que han anunciado que revisarán los nombramientos de los miles de militantes acomodados de apuro en cuanto organismo oficial hay.
Será necesario verificar contratos de locación de servicios, capacidades de los beneficiarios y estricto cumplimiento de las funciones que les fueran asignadas.
Ejemplos hay de toda laya y en todos lados.
Seguramente cada uno lo sabe por razones de vecindad, familia o amistad.
El Boletín Oficial de los últimos días del reinado mostraba páginas enteras con listas de beneficiados.
En Radio Nacional, por ejemplo, se firmaron decretos de nombramientos dos días antes de la asunción del nuevo Gobierno.
La Vice Presidenta Gabriela Michetti ha dicho que cuando Cobos dejó su cargo había en el Senado de la Nación 3.000 empleados y ahora hay 7.000.
El sentido de la revisión tiene dos canales.
Uno, cumplir con la obligación irrenunciable de administrar con austeridad y trasparencia los dineros públicos.
Dos, decirle a la sociedad que se terminó con el hábito de llenar de “ñoquis” los mostradores públicos.
No será una persecución por pensar políticamente de una u otra manera.
Será un acto de estricta justicia que el sueldo sea para el que trabaje y no para el que milite.
Ocho horas de jornal, otras ocho para dormir dejan otras tantas por día para militar a favor de una idea, la que sea.
Y si no les alcanza, tienen los feriados y los fines de semana.
Pero en verdad nos ha de gustar a todos que la Política, la más digna actividad ciudadana, se alimente del fervor y la capacidad de cada uno pero ya no de la maltratada billetera estatal.
Nota del autor: Feliz Año Nuevo para todos!!!