El destino ha querido que seamos protagonistas del primer ballotage presidencial de la Historia de la República.
Las dos veces anteriores en que pudo usarse el sistema se frustraron por la misma razón: el retiro de uno de los contendientes.
En 1973 la fórmula peronista Cámpora-Solano Lima obtuvo el 49 % de los votos contra el 21 % del binomio radical Balbín-Gamond.
La diferencia derivó en el retiro de éstos ante la evidencia de los números.
En 2003 la lucha fue entre Carlos Menem y Néstor Kirchner.
Menem ganó en primera vuelta con el 25 % de los votos sobre el 22 % del santacruceño.
El riojano se borró sabedor que la derrota en el ballotage sería tremenda.
Hoy debemos agradecerle el gesto porque nos evitó la vergüenza de haber elegido esto que ahora se termina.
Lo cierto es que el domingo que viene hemos de optar, que no es lo mismo que elegir pero se le parece, entre el cambio que alienta el ingeniero Mauricio Macri y la continuidad camporista que encarna el Gobernador Scioli.
La circunstancia carga sobre nuestros hombros una gran responsabilidad que debemos saber ejercer.
Puede resultar aconsejable recordar algo de lo vivido, no para repetir el vicio encarnizado de buscar en el pasado alimento para venganzas ni caprichos como ha sido lo habitual en este tiempo, sino para rescatar de lo ocurrido valores y actitudes que puedan servir para intentar al menos no equivocarnos demasiado.
La carrera tortuosa de gobiernos interruptos se inició en Argentina el 6 de setiembre de 1930 con el derrocamiento de Hipólito Irigoyen.
De ahí en más ha habido de todo.
En setiembre del 55 le tocó a Perón.
Se refugió primero en la casa del embajador paraguayo Juan Ramón Chaves y luego en la cañonera Paraguay fondeada en Puerto Nuevo hasta que el piloto Leo Nowak lo llevó a la tierra guaraní en un pequeño avión Catalina.
A su turno María Estela Martínez de Perón, (alias Isabelita) y Fernando de la Rúa se fueron en helicóptero.
Es tiempo, entonces, de que vayamos a botar sin la carga de conciencia de cañoneras ni helicópteros.
No es sano el mensaje postrero y resentido de la Presidenta recordando el helicóptero como una forma de amenaza.
Es tiempo, por el contrario, de superar el resentimiento, la soberbia y el pensamiento oligarca y aceptar mansamente la hora del final.
Demasiado le ha costado a la República cargar con enfrentamientos que siempre pagan los ciudadanos de a pié pero nunca los transformados en millonarios desde los escritorios del Poder.
Seamos nosotros los dueños de nuestro propio destino.
Construyámoslo con seriedad, con responsabilidad, sin rencores pero con la firme convicción que nadie no hará por nosotros.
Y que será para los corruptos el calabozo y para los ciudadanos libres la labor no fácil de reparar tanto daño.
Nota del autor: estas columnas llegan a todo el País.
Con las disculpas del caso para con los foráneos, cumplo con un deber de conciencia chascomunense.
Daniel Scioli es el autor del arrebato de 120.000 hectáreas de nuestro territorio para inventar el Partido de Lezama.
¡Hagámoselo sentir en las urnas!