Hace varios meses en esta misma columna adelantamos nuestra firme sospecha de estar en un año electoral, donde no faltarían las escaramuzas, la guerra de guerrillas,los enfrentamientos de las avanzadas, pero que el temor mayor pasaba porque octubre terminara siendo la madre de las batallas electorales. Son muchos los indicadores que ponen en claro que los comicios venideros con el final de un ciclo de 12 años en el gobierno nacional (el mas largo que se recuerde en el contexto histórico democrático), la puesta en juego de las gobernaciones y los ejecutivos municipales, con mucha dirigencia que ha quedado relegada por tanto tiempo sin recambio y que a la vez arrastra hacia abajo ese bloqueo (basta mirar la cantidad de intendentes que siguen yendo a la reelección sin comprender que siguen relegando a quienes por debajo tienen legítimas y valederas razones para merecer su propia oportunidad ) mas el clima que envuelve a toda la sociedad argentina, para algunos la grieta y para otros – entre los que nos incluimos – mas parecido a un abismo, nos llevó ya en marzo o abril a llamar la atención sobre lo que dimos en llamar «la madre de las batallas».-
A pocos días del primer entrenamiento electoral, como son las PASO, lejos estamos de aventar aquellos temores. Es cierto que todo pareciera estar aún como en una calma chicha, como un volcán dormido, pero haciendo sentir algunos temblores en la corteza terrestre. El incomprensible, obsoleto, tramposo y fraudulento sistema con el que se vota en el distrito que significa el 37,1 % del padrón nacional, en este caso la provincia de Buenos Aires, lejos de ayudar a descomprimir tales temores solo los alimenta. Escuchar las reiteradas denuncias de uno de sus precandidatos a gobernador (y nada menos que su actual jefe de gabinete nacional) manifestando sus serios temores de que le ganen la interna «con trampa» y escondiéndoles las boletas, no debiera ser mas que una muestra de lo que puede ocurrir cuando la cuestión sea por los cargos en serio en octubre.
Alinearse, alistarse, apunten.
En ese contexto, los medios de difusión no debemos escapar a nuestra enorme responsabilidad de transmitir al seno de la sociedad mensajes que «bajen líneas» a los que resultan mas vulnerables a sentirse los justicieros de sus causas (entiéndase punteros y militantes de determinados partidos o dirigentes) que amortigüe los impulsos y la adrenalina de un clima que los irá envolviendo y llevando a estados que no siempre podrán administrar y menos controlar.
Es este convencimiento el que nos mantiene alertas a la menor señal que aún en estos lugares mas pequeños y donde los ciudadanos nos convertimos en vecinos porque en la inmensa mayoría nos conocemos desde hace mucho tiempo, nos cruzamos en cada esquina diariamente y hasta nos unen los lazos naturales de amistad y hasta de familiaridad de toda comarca chica, nos indique que algo se sale de carriles.
Y sostenemos esta postura, en la convicción que dejar pasar pequeños altercados porque no alcanzan la dimensión de grandes riesgos es al final el mejor abono para que finalmente terminen desatándose graves problemas.
Aquí, como en cualquier enfermedad estacionaria, vale mas vacunarse en salud que curar el mal.
Pero de poco sirve la disposición que los comunica-dores y aún muchos dirigentes y protagonistas de la sociedad, si los mas empinados generadores de opinión y referentes de las conductas sociales no actúan acorde a sus responsabilidades.
Y es precisamente esto lo que ocurrió horas pasadas cuando el mismísimo intendente municipal ( y otro de los que también es candidato a seguir en el cargo) reaccionó ante el pedido de su opinión (la de intendente) ante el vandalismo que en la localidad de Villanueva autores anónimos desataron rompiendo la mayoría de la publicidad estática de los partidos opositores al actual gobierno.
La desmedida reacción, pero sobre todo la postura equivocada del gobernante, al responder solo desde el traje de candidato y desde su posición de candidato de un espacio político, ignorando claramente que la consulta estaba destinada al gobernante de «todos y todas» como le gusta repetir a la presidente de la nación.- Lo que costaría disimularle a un joven intendente (y aún a un novel gobernante) resulta improcedente con uno de los mas experimentados dirigentes que tiene el oficialismo en la provincia de Buenos Aires, como el intendente de General Paz que ocupara este cargo ya en 1983.- Era por entonces que el mas joven (y por lo visto mucho mas tolerante dirigente) pedía a gritos una prensa mas comprometida y exigente. No solo explicaba que pretendía como gobernante, sino que esperaba de la prensa.
Aquél que hace 32 años, en una democracia que no terminaba de asomar en el horizonte le reclamaba a la prensa, ahora reacciona a los gritos cuando «supone» que le «infieren» lo que nadie le pregunta, ni nadie infiere.
Pero lo peor es que pone por encima de su condición de máxima autoridad de todo un distrito, al precandidato de un espacio partidario.
Cuando en lugar del análisis sereno de algo que está mal. que debe ser rechazado rápida y enérgicamente, para que a los que tienen menos capacidad de controles «no se les salte la cadena», se compara con cosas tan disparatadas como acusaciones que no sabe quien o quienes le hicieron años atrás con supuestas relaciones con la droga, resulta inútil toda conversación.
¿Se puede ser tan rebuscado, tener tanto prejuicio para confundir situaciones tan extremadamente distantes unas de otras? ¿O por el contrario, se busca permanentemente llevar todo a un terreno que políticamente se considera mas ventajoso para su competencia electoral ?.
Para que el intendente no tenga que «inferir» que pensamos de esta frase, le decimos que es nuestra convicción que lo hace por esta última opción. Hace mucho que observamos con notable preocupación, como le molesta el terreno del respeto, del tono bajo, de la cordialidad, de la falta de enfrentamientos al veterano dirigente.
Es mas: creemos que está convencido que por ese flanco pasa algún resultado electoral anterior que no lo dejó conforme. Piensa y actúa como si su equipo tuviera cien luchadores de sumo y enfrente hay cien filósofos y entonces dice: «Nada de debatir en alto nivel. Vamos a la lucha a brazo partido».-
Y lo escribimos para que no vuelva jamás a respondernos, al menos a nosotros, que en nuestras palabras «infiere» otras. Si algo pensamos lo decimos.
La actitud pública del máximo gobernante del distrito – y el lo sabe mejor que nadie – enciende espíritus y genera en otros, instintos que desatados pueden ser graves para con otras personas. Su investidura y responsabilidad lo obligan – si lo obligan – a la mesura y el equilibrio. Aún en situaciones donde enfrente pueda haber sinrazones.-
Si en este contexto de altísima sensibilidad social, como es un proceso electoral que recién está en sus comienzos, el mayor protagonista está tan liviano de absorción y tan ligero de equilibrio, estamos en problemas y serios.
El intendente municipal es absolutamente dueño de sus ideales, convicciones, posturas y decisiones. De lo que no puede creerse dueño es de perder el equilibrio que su lugar le impone. Y si siente que no está en condiciones de mantener esa serenidad, él y quienes lo secundan, lo sostienen y lo asesoran deberían tener la sensatez de ayudarlo como corresponde.
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