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Editorial: Más jerarquía y expectativa por el Consejo

En horas nada mas quedarán definitivamente cerradas las nóminas que competirán en forma de «listas» en todo el proceso electoral que determinará las nuevas autoridades ejecutivas y legislativas que administrarán el estado en niveles nacional, provincial y municipal. Por lo tanto, es entre los que casi en su totalidad a esta hora han estampado sus firmas de aceptación donde podrá elegir el ciudadano en cada una de las instancias de urnas que comienza el 13 de agosto.
Claro que todos los niveles tienen su relevancia y con misiones y responsabilidades muy distintas todos los que resulten electos tendrán roles que desempeñar y según sea ese desempeño será el efecto que generan en la gente en general.
A nadie debería sorprenderle que afirmemos que el futuro presidente (el/la) lleva la mochila mayor, porque en sus manos estarán nada menos que la administración de la economía, tan vapuleada en la actualidad, gran parte de la seguridad de cada uno de nosotros, la carga impositiva, las relaciones con el resto del mundo y otros aspectos que golpean directamente en la calidad de vida de todos.
Esos roles no pueden ser ejercidos ni compartidos por otros. De igual modo aspectos salientes de la salud, educación y seguridad, recaen en los gobiernos provinciales y tampoco pueden ser asumidos por otros niveles.
Pero la democracia pareciera tener un punto de partida que son los municipios. Es en esa jerarquía donde el ciudadano de a pie se da la mano con el esta-do. Es ahí, sobre todo en las poblaciones relativamente pequeñas del interior donde no hay intermediaciones. Y donde el voto debiera tener menos interferencias. Es muy difícil no conocer al candidato elegido de modo directo. Personal.
De allí que las listas que se conformen exigen un mayor cuidado que otras donde resulta hasta inocuo sumar en una boleta sábana y en un largo listado un candidato a diputado o senador que se «cuelgue» del prestigio de un primer candidato y reciba votos en cantidades que sus cualidades personales no le acreditarían de otro modo.
En este nivel de «alcaldías», es claro que quien se postule para intendente resulta determinante a la hora de cooptar o alejar un voto. Pero no todo recae en su figura solamente. El resto también cuenta. Y mucho más de lo imaginado tal vez en otros tiempos.
Tal es el caso de los aspirantes a consejeros escolares. En épocas pasadas -sin necesidad de ir hasta cuando esos cargos eran ad honorem y sin despachos ostentosos- solían ser esos casilleros una especie de consuelo para darle una silla a «una cola» que no encontraba donde sentarse. Las cosas, como todo ha ido cambian-do. Y no siempre para bien.
Llegó la época de sugerir y rápidamente casi imponer que esas responsabilidades eran para docentes y hasta el método para pagar las dietas se acomodó para que así fuera. Un consejero escolar no perteneciente a la comunidad educativa apenas si percibe un viático casi de otra economía, mientras que un agente de la educación (docente, auxiliar u de otra prestación) tiene reserva del cargo y sigue percibiendo en el Consejo ese salario. La resultante es muy fácil de imaginar: desde hace años en casi todos los distritos de la región, los consejeros escolares han sido docentes o auxiliares de educación.
Y si bien, las condiciones, calidades y características de cada integración a marcado sus gestiones, el sistema como tal no ha dado ni por asomo los mejores resultados que de él exclusivamente dependieran.
Y vaya como prueba de lo dicho que aún aceptando la creciente indiferencia que la sociedad marca para con sus representantes institucionales, hacer una rápida encuesta entre los vecinos preguntándole por los actuales consejeros y aún mas, por quienes han pasado por allí en los últimos años, fuera del ámbito específico de la comunidad educativa, el desconocimiento de los mismos sorprendería a mas de uno.
Y hasta es posible, en este formato, que un propio consejero tome esta afirmación como un resultado natural. Normal. Que sus roles están destinados a ser apreciados y conocidos solo en sus ámbitos.
Concepto que no compartimos claro. Aspectos como las estructuras de las escuelas o el funcionamiento de los comedores escolares, nos resultan de justificada curiosidad, interés y seguimiento por parte de los padres de los alumnos y del resto de la comunidad mas allá de los propios docentes, sin quitarles a estos naturalmente sus derechos a acceder a esas circunstancias.
Vaya una anécdota. Hace ya varios años, este grupo periodístico que durante más de 20 años filmó de manera completa todas las sesiones del Concejo Deliberante, decidió concurrir con idéntica intención a una sesión ordinaria del Consejo Escolar. El arribo, sin previo aviso, de una cámara y un camarógrafo nuestro, generó tal revuelo que casi termina con la suspensión de la rutina. Fueron múltiples las consultas y llamados para saber, por parte del cuerpo de consejeros, si se nos podía permitir el acceso al tratamiento del temario de ese día.
Esta de más decir que al final alguien dio la respuesta pertinente y entonces con el alivio de la autorización se nos invitó a pasar. Para aclarar dudas insistimos que fue hace algunos años y ninguno de los actuales consejeros tuvo que ver con ello.
Hay muchos aspectos «culturales» que no ayudan a mejor ejercicio y alcances de un consejo integrado en su totalidad por docentes. La relación que las docentes tienen entre si, el sentido de pertenencia a la docencia como denominador común, cierta aprehensión a ejercer la conducción del cuerpo con un criterio que debe ser estrictamente político y que no está siempre impregnado en la formación académica de los educadores, forman -podrían sumarse varios elementos mas- un cóctel del que se desprende -en nuestra humilde opinión- una síntesis según la cual, nada indica que un docente pueda ser solo por esa condición, el mejor consejero escolar, pero «contrario sensu» el solo hecho de serlo no implica ninguna ventaja para el cargo como tampoco es alguna desventaja no serlo para ejercer con éxito ese rol que elige la ciudadanía.
Por el cada día mas creciente papel que desempeña la escuela en la vida de las familias, con comedores y/o servicios de desayuno y merienda en prácticamente todas ellas, lo que implica licitaciones, proveedores, negociaciones de variada índole, resulta claro a la vista que los consejeros tienen una actividad constante que supera- al menos en tarea propiamente dicha- a los concejales. Que sus responsabilidades están mas directamente ligadas a la vida de la mayoría de las familias de cada distrito que la de los propios ediles, sin menoscabar a estos claro está.
Es probable que algunos de estos conceptos hayan llevado al oficialismo local y también al criterio de muchos dirigentes de la oposición a cambiar sus ópticas en la búsqueda de los candidatos para esa categoría. Advertir el creciente interés de un alto porcentaje de la comunidad que se refleja en encuestas y análisis de observadores, por la conformación que tendrá el futuro consejo, seguramente lleva a varias conducciones partidarias a ser mas severos consigo mismo y seguramente a evaluar que no solo debe atenderse la cuestión en el momento de armar las listas, sino durante todo el período de cada gestión, acompañando mas a sus elegidos, brindándoles toda la capacitación y asesoramiento que requieran y en definitiva conteniéndolos mas que lo habitualmente hecho.
Y también la prensa en general deberemos prestar más atención a esa tarea y no limitarnos a publicar meras formalidades, como gacetillas o llamados a licitación o concursos.
Aunque aún haya cierto escepticismo a esta cuestión, no serán pocos los rancheros/as que en todo este proceso electoral decidan inclinar sus votos por esa parte de la boleta que dice «Consejeros Escolares». Y este es el mensaje que jerarquiza esas candidaturas. Pero también el que eleva la vara de lo que deberán devolver en los próximos cuatro años quienes accedan a sus bancas.

(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del 23 de Junio de 2023)

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