Editorial: Que las pague el que las hace
En medio de la angustiante situación que vive el país y que afecta a todos los aspectos de la vida de sus habitantes, cabe una pregunta que jamás encontrará respuesta en la realidad, pero que existirá en la mente de cada lector al planteársela. ¿Si el actual gobierno nacional, desde el presidente hasta el último de sus funcionarios de gabinete recibieran hoy un mensaje de «la inteligencia artificial» o de algún gurú en el que crean ciegamente, garantizándoles que después del proceso electoral que culmina en noviembre próximo, seguirán siendo gobierno y cada uno continuará en el área que hoy administra por cuatro años mas…….. seguirían haciendo las cosas tal como las deciden y realizan hoy?
Es que mientras se insiste en hablar de la herencia recibida del gobierno anterior (nada brillante en materia económica por cierto) y el «tremendo» endeudamiento de 45 mil millones de dólares que contrajo con el FMI, la realidad es que la argentina hoy tiene una deuda dolarizada de casi 400 mil millones de dólares. Mientras se habla con certeza de la herencia de una inflación que superaba el 30 %, hoy la misma ya se mide en 3 dígitos superando el cien por ciento anual. Y mientras se menciona la pobreza heredada del 30 % hoy la misma ya casi alcanza el cincuenta por ciento y así rubro por rubro todos los indicadores marcan un empeoramiento estremecedor, y todo en un clima de paz social tan asombroso que no se registran en estos tres años y casi cuatro meses de mandato un solo paro nacional decretado por la Central Obrera, ni un reclamo sectorial serio y ni siquiera se advirtió una medida de fuerza docente de los gremios que hace unos años paraban todos los meses.
En ese contexto, el presidente Fernández acaba de reunirse con el presidente norteamericano al que le solicitó su apoyo para «puentear» los compromisos con el Fondo Monetario Internacional hasta el año que viene, toda vez que la tremenda sequía que afectó a la región le cuestan a la Argentina varios miles de millones de dólares con los que pensaba hacer frente a algunos compromisos.
No es equivocado el planteo de Fernández. Ni es inventada la sequía. Lo que llama la atención es que en sintonía con lo que repiten en todas las áreas de su gabinete, sobre todo en la eco-nómica, todo sea postergar para el año que viene. ¿Es que realmente piensan que las dificultades y los compromisos asumidos por nuestro país y que hoy no pueden siquiera atenderse mínimamente podrán ser resueltos favorablemente en el próximo ejercicio?.
En realidad, la sensación generalizada es que lo que realmente ocurrirá es que el año próximo habrá un presidente y un gobierno de otro signo político y entonces ya el problema no lo tendrán quienes hoy piden «puentear» y estirar la agonía.
Ocurre que los que si seguiremos estando en nuestros lugares (si Dios así lo decide) somos el resto de los 47 millones de argentinos, los verdaderos alcanzados por las nefastas consecuencias de las políticas aplicadas ayer y hoy y los que a fuerza de mas y mayores restricciones pagaremos esas deudas. Ahí estamos, por solo mencionar uno de los sectores mas desprotegidos los jubilados y pensionados a quienes se le acaba de confiscar sus flacos fondos y pesificar sus garantías para asegurarles » a ellos y a sus posteriores seguidores» una pobreza y casi indigencia aún mayor a la que soportan.
Es en ese contexto donde lo que algunos políticos opositores y ciudadanos enrolados en la militancia consideran «el castigo de las urnas» para los actuales mandatarios carece de sentido y se convierte en «el indulto de los votos». Sacarlos de las responsabilidades que debieran afrontar por ser quienes nos condujeron a ellas lejos está de ser un castigo. Por el contrario es un alivo solo comparable al que siente un presidiario cuando lo mandan a su casa.
Y sobre todo, como ocurre aquí, si los mandan con ahorros para el resto de sus vidas, cuando no con jubilaciones privilegiadas que no reciben el resto de los mortales connacionales.
De allí, que esta tendencia notable que ha convertido el «pasar el invierno» de los años sesenta del Ing. Alsogaray a «pasar los 4 años» de esta nueva élite de políticos debiera tener dos epílogos mas contundentes que esta mera rotación de que vengan los otros por un tiempo hasta que lo que dejamos plantado los haga fracasar y en otros cuatro años volvemos. A veces diciendo que regresamos mejores. Mejores para hacer mejor lo que ya habían hecho. No mejores en resultados para la gente.
Dijimos que en la realidad el planteo no tendrá respuestas. Pero al menos dejamos sentada nuestra contundente convicción: perder las elecciones al terminar una gestión en la argentina no es ni por asomo castigo alguno.
El castigo por cierto existe. Y ese sería el que aquél que decide llevar el país a determinada situación sea el que la deba enfrentar y superarla sin el argumento de la herencia recibida.
Para ser mas simple, solo lo que nos decía la abuela: «Que el que las hace, las pague».