Por cierto a la hora de abordar un tema en esta columna editorial procuramos no hacerlo sobre aquellos a los que la prensa nacional trata con generosas coberturas y por los que el lector está sobrado de elementos de juicio para formarse su propia opinión. Esta será casi una excepción y fundada en la dimensión del hecho que sobradamente merece denominarse histórico, porque nada ni nadie logrará sacarlo – aún con los enfoques diversos que le presten – de varias páginas de cualquier tratado de la historia argentina de este primer tramo del siglo actual.
Es que por vez primera, la justicia acaba de procesar a un vicepresidente de la nación en el ejercicio de sus funciones. Y no en una causa y de motivos «livianos», sino que, tras su procesamiento por la causa conocida como Ciccone, donde se lo acusa al Lic. Boudou de haber participado activamente para quedarse junto a algunos amigos con la imprenta que se encarga de la impresión del papel moneda del país, la segunda autoridad de la república deberá prestar declaración en al menos otra media docena de causas abiertas, y se descuenta que en alguna de ellas sumará otro procesa-miento.
No genera orgullo decirlo, pero si algo le cabe a la justicia criolla es su lentitud para avanzar en cualquier causa, pero mucho mas si esos expedientes afectan a un miembro del poder de turno. Ha sido una constante que las denuncias contra miembros de un gobierno – y en algún caso hasta a un presidente – empiecen a ver la luz varios años mas tarde de la finalización de su mandato y cuando el investigado da muestras contun-entes de haber perdido todo su poderío. Por eso mismo, que tras algo mas de tres años de esta denuncia sobre el vicepresidente, que en este caso lo remite a su anterior cargo de ministro de economía, la misma haya alcanzado procesamientos y hasta se afirme que si no surgen contratiempos podría llegar a la instancia oral a mediados del año próximo, sienta también un precedente casi de « leading case» en el Poder Judicial.
Ante este episodio que afecta gravemente la ya deteriorada imagen nacional ( desde mucho antes de este gobierno, vale aclarar ) es útil hacer un repaso de los puntos salientes de este proceso. Fue poco antes de que comenzaran a avanzar estas denuncias cuando desde el gobierno arreciaron los ataques a medios de prensa y periodistas denominados «opositores», sobre todo los ligados al grupo Clarín, al diario La Nación y a la editorial Perfil. La arremetida contra estos medios, no registra antecedentes en gobiernos elegidos por el voto popular en los últimos cincuenta años. Y aún mas lejos, no son pocos los que afirman que algunos límites antes respetados, esta vez se traspasaron, y ponen como uno de los ejemplos la persecución que sufrieron los hijos de la propietaria mayoritaria de Clarín, Ernestina Herrera. Aún a sabiendas del error que se estaba cometiendo, los jóvenes bajo la excusa de averiguarse su verdadera identidad (ambos son adoptados) padecieron la peor de las persecuciones: la del estado o si quiere la del gobierno que ocupa el estado.
Costó siempre comprender el grado de alienación que colmó a muchos miembros del gobierno al momento de descargar su furia contra medios y periodistas. No siempre equilibrados y en muchos casos, desembozadamente adversos al gobierno.Pero que si pretendiéramos con ello, justificar al gobierno nacional con todas las herramientas que otorga el poder, caeríamos en la insostenible teoría de los dos demonios ( gobierno por un lado y particulares de cualquier jerarquía del otro bando ) tan defendida por los gobiernos de la dicta-dura y tan recusada por los adeptos al actual gobierno.
Por lo tanto, en nombre de las mismas banderas, resistimos toda tentación de juzgar igualitariamente a los dos «enemigos» de esta batalla: el gobierno y sus acólitos y una parte de la prensa por el otro.
Lo cierto es que nadie escapó ni pudo hacerlo de este campo minado que la prensa debió atravesar en estos años.- Quienes conformamos este grupo de humildes y pequeñísimos medios, hemos padecido hasta en nombre de pretendidos homenajes, las esquirlas de esos bombardeos.
Y hemos respondido con el mejor remedio: el silencio del momento. La confianza en el tiempo ( TIEMPO ) para que las cosas se acomoden con el andar, como las sandías viajando en el camión.
Ahora bien: A tantas teorías que hasta ahora se han deslizado sobre tamaña arremetida contra los medios «no alineados», nos permitimos una que aún nadie arriesgó. Sin desconocer que todas pueden tener alguna dosis de razón (o todas), nos atrevemos a la siguiente pregunta: ¿ No habrá sido una reacción de la mas básica de las tentaciones, cual es la de desacreditar a quienes van a ser los encargados de dar a conocer mis miserias en poco tiempo, para que, llegado ese momento hayan perdido parte o toda su credibilidad y de tal forma, salvar mi pellejo ?.
¿ No habrá sido la aplicación maquiavélica de que no hay mejor defensa que un buen ataque?. Pregunta sin respuesta, al menos por ahora.
Pero válida como hipótesis se nos antoja.
Es que sin la existencia de estos medios « de la corpo» como se los llama, no habría por cierto Ciccone. Pero tampoco habría Fariña, ni Elaskar, ni Suris ni otros que acercan sus causas a los Lázaro Baez, Jaime, López y tantos mas que por ahora, solo están en calidad de involucrados o relacionados a expedientes judiciales en marcha.
Y vaya si sirven estos nombres. Un personaje de baja estofa como Fariña, tuvo su minuto de fama y hasta la condescendencia de parte de la opinión pública. « Que-rían ficción y los dí ficción» afirmaba, mientras lo convocaban «los medios amigos» para atacar a los «otros medios».- No hemos incluído aquí a los Schoklender, los sueños compartidos y tantos mas porque no es el objetivo de esta columna configurar un listado de oscu-ros jugadores de un equipo de procesados.
Durante largos años, el gobierno de los «cuarenta millones de argentinos» a algunos de esos millones solo nos dijo que «Clarin miente» ( cosa que no «desmentimos»), que fulano y mengano trabajan para el que les paga, que « traigan las pruebas», etc. etc.-
Hoy, la justicia que quedó llegó hasta aquí. Después que el vicepresidente usando su poder ( y ayudado) echó al juez original de la causa, echó al fiscal que lo investigaba y como no bastaba, echó el Procurador jefe de fiscales, un histórico como el Dr. Righi.
Y no alcanzó. Es cierto: Boudou no está condenado. Y tiene garantías bastante mas amplias que las de un ciudadano de a pie para defenderse. Pero nadie siendo vicepresidente de un gobierno que además lo protege de todas las maneras, llega al grado de procesado por meros indicios o sospechas.
No hace falta decir que es obvio que por lo menos, el Poder Legislativo debiera abrir las instancias para que el involucrado « explique y se defienda» ante los representantes de la ciudadanía que ha hecho, porque lo ha hecho y como lo hizo. Es tan obvio . . . .
Pero también nos resulta muy obvio que sin la corpo, los medios hostiles y la prensa opositora, ni la sombra de estas cosas se conocerían.
Y entonces, aunque suene a excepción, hoy abordamos este tema tan tratado por los medios nacionales. Porque transcurridos tantos años, también sentimos que tenemos el derecho a hacernos oír en estas cuestiones.
Y a rendirles el reconocimiento a quienes desde las filas de los ejércitos de la prensa nacional, con sus mezquindades, errores, intereses particulares y «la mar en coche» les cabe el derecho a acreditarse la luz que hoy se enciende sobre tanta oscuridad que acompañó por años la gestión de algunos empinados gobernantes y funcionarios.
Historias relacionadas
30 de abril de 2024
30 de abril de 2024