El país está viviendo en «modo campaña» en los días posteriores a las PASO y los previos a la gran compulsa que pone en juego las conformaciones de los cuerpos legislativos de la nación, las provincias y los municipios.
¿Qué son en la realidad las campañas electorales y que creemos que debieran ser?. Por cierto que todos los espacios políticos que compiten con sus respectivos candidatos recorren el territorio, realizan actos, arman reuniones barriales y todo cuanto esté a su alcance para establecer contacto con la ciudadanía. Rutina irrepetible tras los comicios hasta la próxima campaña. Y por lo tanto, oportunidad única para llevar a cabo ta-reas que a todas luces hacen falta en la sociedad y que en otros momentos son inimaginables.
Por ejemplo: cayendo en una frase sarmientina, surge aquello de ilustrar al soberano. Ponerlo al tanto del funcionamiento del sistema republicano que rige en el país, las facultades y obligaciones de los Poderes, el significado del federalismo, los alcances de cada nivel de gobierno, esto es nación, provincia y municipio.
Y finalmente, explicar que se elige en cada elección para finalmente, recién ahí, promover las candidaturas que se publicitan y convocar a votar por los propios.
¿Algo de esto se hace en los tiempos de campaña?
No hace falta que le digamos que nada así conforma esas tres o cuatro semanas de caminatas.
No hay candidato muy dispuesto a esta tarea. Y es mas: podemos asegurar que a mas de uno de ellos se les complicaría bastante la docencia, porque es muy fácil constatar que abundan los que desconocen las funciones del cargo para el que se postulan. Y hasta muchas veces pasan por el mismo y finalizan todo su mandato sin comprenderlas.
Por eso es tan común escuchar a ciudadanos que sin tapujos y pese a que se les nota que hace muchos años que visitan las urnas, decir: “La verdad no se que se vota en estas elecciones”. Y no son pocos los que lle-gan al cuarto oscuro sin aclarar debidamente esto.
¿Como pretender que el soberano elija del mejor modo si no sabe siquiera para que función está sufragando por unos o por otros?. Es fácil afirmar que el voto tiene mas de emocional que de racional. Y es obvio que no podría ser de otro modo porque a la razón nadie le explica demasiado.
Pretender que las mayorías distingan las atribuciones de cada uno de los Poderes. Conocer las limitaciones de un gobierno municipal, y si se quiere a la vez, sus responsabilidades, es exigir “al alumno” lo que ningún maestro le enseñó y hasta en la mayoría de los casos, se encargó de ocultarle.
¿»Quién conoce a fulano y a mengano»? se escucha reiteradamente en la sede de un partido cuando recorren el padrón electoral de una ciudad del interior o un pueblo chico. Es claro que no están buscando al dirigente que mejor pueda explicar lo que estamos tratando, sino al amigo o conocido que pueda conquistar ese voto por esa relación.
Tampoco el ciudadano se preocupa mucho por esto. ¿Para qué aprender?. «A mi la política no me interesa» repiten muchos, como si pudieran prescindir de la influencia que la política tiene en todos los aspectos de su vida. Nada hay de lo que es la vida de un individuo que no esté directamente condicionado y direccionado por la política.
Pero a ese ciudadano esto no le interesa (¿!)
Es indudable que es la misma política la que ha procurado ese desinterés. Cuanto menos sepan, mejor. Esto no admite discusiones.
Y podría agregarse: “Lo importante es que nos vo-ten”.
Algo de esto cabe pensar ante la información de la obra licitada hace algunas horas en la Administración de Infraestructura Ferroviaria de la nación (ADIF) para remodelar y poner en valor la vieja y destruída edificación de la estación del Roca en Ranchos. Es claro que toda la comunidad ve con buenos ojos esta concreción, toda vez que desde hace años el lugar luce muy abandonado, sirviendo de refugio a personas con carencia de techo y en fin, hasta complicando la imagen de un gran barrio ranchero. Y no está nada mal que el gobierno municipal de turno, haga pública tal obra que sin dudas es producto de una larga gestión y reclamos.
Pero basta con leer redes sociales – el mejor lugar para constatar lo que afirmamos párrafo arriba – para no tener dudas que tanto en los elogios como en algunas veladas críticas por el tiempo transcurrido o por la ocupación que la estación ha tenido, que todos se dirigen al gobierno municipal.
Nadie le negará el esfuerzo de la gestión al intendente y sus equipos. Pero aunque resulte una obviedad, hay que explicarle hasta el cansancio a la ciudadanía que en todos los espacios ferroviarios del país, los municipios – y hasta las provincias – carecen de facultad alguna para intervenir. ¿ No sabe la población lo que que cuesta poder cruzar un caño por debajo de una vía, aunque está haga décadas que ya no ve transitar un tren y aunque el caño sea para llevar servicios esenciales a miles de vecinos, escuelas, salas de atención de salud?.
Ni hablar, obviamente, de meterse en una estación ferroviaria a tocar el edificio o clavar un clavo. Solo una orden judicial, con sobradas pruebas permite en casos, algún accionar policial en esos lugares.
A lo largo de campañas hemos sido testigos de candidatos políticos proponiendo obras en la estación y hasta proyectos hubo de hacer allí una terminal de ómnibus, como si hablaran del lugar mas propio del municipio. Vale agregar que el ancho de la traza ferroviaria, esto es entre alambrado y alambrado, es como una embajada. Intocable para otros poderes. El cruce de vías que se pavimente debe ser acorde a lo que exige el organismo que regentea, las abandonadas vías.
Otro tanto ocurre con temas de educación, de rutas de acceso o salida de ciudades, de seguridad, de transporte (¿Qué pasa con el servicio de colectivos? ¿A CABA o a Chascomús?) suele leerse con inquietudes lógicas y comprensibles, pero dirigidas a las autoridades locales y como si fueran quienes pueden decidir en esas cuestiones.
Enumerar la enorme cantidad de responsabilidades erróneas que la ciudadanía atribuye y por las cuales decide su voto llevaría a una interminable lista de cosas bastante conocidas, pero que nadie aclara.
Que útil sería que en las tan caminadas campañas, ese soberano aproveche para preguntar y probar la capacidad docente de los candidatos. Que lo último de cada diálogo pase por tratar de conocer para donde irá su voto.
Y que la tan remanida respuesta del votante «lo voy a pensar» esté sustentada en los conocimientos que el visitante le ha dejado. Nada mejor que pensar sobre lo que se conoce bien.
Pensar sobre lo ignorado es decidir como al tanteo.
Como se camina en la oscuridad. Y todos sabemos cual es la peor de ellas.
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del 22 de octubre de 2021)