TODO indica y NADA pone en duda que la Argentina y los argentinos estamos en las puertas de una nueva y profunda crisis económica cuyas consecuencias nunca se sabe bien hasta donde llegarán y cuanto perjuicio ocasionarán a toda la sociedad y especialmente a quienes menos recursos tienen para enfrentarla. Precisamente ellos, a los que todos los gobiernos dicen defender y destinar sus esfuerzos.
El presente no es un artículo que tiene como fin criticar al gobierno nacional y su «década ganada». No porque consideremos que no ha hecho sobrados méritos para merecerla, sino porque la situación actual es tan delicada y resulta tan brutalmente abrumador, decepcionante y deprimente para los ciudadanos de varias décadas de vida, ver como la historia vuelve a repetirse arrastrando a millones de habitantes a una inevitable situación desesperante que como una condena vuelve una y otra vez, sin que siquiera sus diferentes responsables amaguen al menos una disculpa o un gesto de reconocimiento de sus brutales responsabilidades, cuando no la comisión de grandes delitos, que en muchos casos no ha faltado en sus procederes.
En medio de la desesperación que gana a estos «sabios» cuando el agua les llega a mas arriba de la cintura, otra vez los argentinos somos testigos de maniobras agonizantes, limitación a derechos básicos consagrados, anuncios pomposos vacíos de todo contenido y un desfachatado relato justificando todo, procurando convertir en un notable acierto los mas graves errores.
Ha sido este gobierno ( como fueron otros anteriores de igual o diferente signo político ) el que hacía alarde e izaba las banderas del desendeudamiento y la no dependencia de capitales externos, el mismo que ahora habla maravillas de convenios con empresas como Chevrón, o lo bien que nos atiende el Club de París. Cuando todo andaba bien ( traducido: cuando aún alcanzaban los recursos y no se notaban los efectos de los graves errores ) nadie pensaba ni eran necesarios cepos cambiarios, coartar derechos como los de salir del país y ya por estas horas en medio de la inminente crisis, prohibir casi el uso de tarjetas o de sistemas de internet. ¡Al diablo con derechos consagrados en la sabia constitución como el de ejercer toda actividad lícita, de comprar o vender, de la majestad del acuerdo entre partes !. En la hora del final, surgen los inventores de todo lo inventado. Para algún problema la solución parece remitir al recordado ministro Celestino Rodrigo ( El Rodrigazo), en otras se imita a Lorenzo Sigaut ( el que apuesta al dólar pierde), en otras a Sorrowuille y ya está plantado el gran corral de Cavallo.
Ya llegará el emotivo discurso de « les hablo con el corazón y me responden con el bolsillo».
Y ni aún con estas – y muchas mas – referencias que marcan un camino varias veces recorrido por los argentinos que nos hace hoy el país con menos crecimiento y expectativa de todo el continente junto con « los hermanos ideológicos de Venezuela», puede observarse un mínimo gesto de humildad. De reconocimiento.
Un bajar la cabeza admitiendo que « tal vez no hemos hecho tan bien las cosas».
Se pueden imprimir estampillas postales con los grandes logros, uno de ellos el Fútbol para Todos» en el mismo momento en que se llama al mas popular animador televisivo a la casa de gobierno para tirarle por la cabeza todo ese programa porque el estado no puede soportar mas el costo millonario de tamaña aventura. Todo a la vez. El fracaso evidente y el aplauso por lo hecho.
Para no abundar. Ya nadie espera que la actual conducción pueda modificar el rumbo inexorable. Como no pudieron Alfonsín ( aunque con mas dignidad), Menem ( con algunas características menos burdas ), De la Rúa ( con la ventaja de durar tanto menos ) para no hablar de gobiernos anteriores que ni siquiera podían decirse elegidos por el voto.
¿ Por qué otra vez junto con el final de un gobierno una crisis igual o peor que la anterior ?.- ¿ Por qué esto no le pasa a Chile, Brasil, Uruguay u otros países vecinos ?. ¿ Por qué ellos renuevan sus gobiernos, pasan de un signo a otro y un gobierno le entrega a otro los atributos y no una bomba a punto de estallar ?.
¿Hasta cuando deberemos soportar todos los argentinos que cada gobierno al que le prestamos nuestra voluntad, luego diga que se quedará mas tiempo del acordado, nos divida hasta en el seno de nuestras propias familias y cuando a todos el agua nos tapa, entonces se van apurados para ver como se las arregla el que viene, al que pronto estarán denunciando como los inútiles que destruyen todo lo bueno que ellos dejaron ?Hasta cuando.
Es claro que poco puede pedírsele al actual gobierno, que parece solo preocupado por saber si podrá incidir en la elección del próximo gobierno.
Y en esa instancia: ¿ Seremos capaces de exigirle al que le toque seguir la historia, que se comprometa a terminar su mandato, aceptando esos plazos sin querer eternizarse, pasar el bastón en una situación social «algo mejor que la que existía al asumir» y retirarse en serio, para no juzgar mas a sus sucesores como hacen los presidentes de las sociedades adultas ?.
No es tanto lo que pedimos ya los argentinos. Si los «viejos» ya sabemos que deberemos enfrentar tal vez la última crisis que nuestras vidas nos permitan, al menos que nuestra voz se haga escuchar para pedir que los que nos siguen no vuelvan a escribir esta misma nota en 2025, plazo en el que mas o menos, debe-ría repetirse la historia cíclica de los gobiernos criollos.
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