El infernal cúmulo de noticias políticas de que nos provee esta gestión de Gobierno rebalsa la capacidad de los medios, no obstante el aporte de las más modernas tecnologías.
Para opinar sobre las cosas que nos pasan, como es el caso de esta columna, la sobreabundancia es de otro tipo.
Ocurre que unos pocos calificativos abarcan situaciones distintas en el tiempo o el lugar, pero similares en su esencia.
Corrupción, incoherencia, improvisación, demagogia, por citar sólo algunos, alcanzan para colorear la calidad de estos diez años.
En el lenguaje popular, ese que nace de la espontaneidad propia de nuestra condición humana y se caracteriza por su certeza irrefutable, una manera de definir a un inepto es decir que es capaz de chocar una calesita.
Esta gente ha chocado la calesita.
Sin avanzar en detalles hay comportamientos que identifican un pensamiento de dudosa condición democrática.
Cuando problemas serios que requieren de la presencia concreta de la autoridad, desaparecen.
Sucedió con la tragedia de Cromañón, se repitió con la fatalidad de Estación Once y ahora, luego de denunciar amenazas sobre la estabilidad institucional, la Presidenta se voló a “su lugar en el Mundo”.
Nada parece conmoverlos.
Luego de 10 años de ejercicio absoluto del poder, somos una sociedad desarticulada, confrontativa y rencorosa, que lejos está de la inclusión y la solidaridad declamada desde los atriles.
Para este Gobierno los planes sociales no son en verdad una emergencia que debe ser atendida, sino una permanente que debe ser celebrada porque es una manera de dominar y someter.
Ya hay chicos que han visto que sus padres y sus abuelos no trabajan, por lo que nada saben del esfuerzo que dignifica y hace personas de los individuos.
Quizás la mayor demostración de la insensibilidad y falta de respeto haya sido el festejo organizado para celebrar los 30 años de Democracia.
El discurso apaciguador que anunció la Presidenta no le sale.
Como el escorpión de la fábula con la rana, pica y envenena porque está en su naturaleza.
Definió a la Democracia como el sistema que incorpora derechos, pero olvidó decir que la garantía de esos derechos está pegada a las obligaciones que exige la vida.
Esta desnaturalización ha hecho carne en mucha gente y no será fácil recuperar el equilibrio.
Menos aún si en medio de desmanes, saqueo y muertos en todo el País, la Jefa de Estado se sube al palco de la plaza a contornearse flanqueada por Moria Casán y Sofía Gala.
Podrían sumarse comentarios aleatorios, como los del dirigente kirchnerista Luis D ´Elía, que dijo que los muertos del 2001 eran luchadores contra el neoliberalismo en tanto estos son delincuentes, o la Sra. de Carloto declarando que hay que saber quiénes son los muertos.
Le faltó decir que “algo habrán hecho” para terminar de mostrar la hilacha.
Sin dudas, han chocado la calesita.
Pero como nada ni nadie piensa en aventuras desestabilizantes que solo imagina el oficialismo a modo de disculpa y posiblemente como un íntimo deseo que habilite la victimización, hay que esperar que otra gente, otras ideas y otras conductas salgan a la pista para volver a la normalidad.
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