Son días tristes en la comunidad ranchera mas allá de las contingencias que se viven en el planeta y los agravantes propios de la argentina que sin necesidad de repetirlos detalladamente son archiconocidos.
Es que a las tremendas pérdidas humanas que nos cobrara el Covid, en pocos días han partido tres destacadas vecinas, cuyas muertes aún en un contexto que bien puede considerarse natural porque en todos los casos se produjeron a una edad donde el final de la existencia es una posibilidad cierta, sacuden las fibras íntimas rancheras.
Pero como cierta teoría afirma, la verdadera muerte es la que produce el olvido de lo hecho en el paso por este mundo, en estos casos que ocupan esta columna, bien vale poner en la superficie de la memoria lo mucho y bueno que ha dejado para la posteridad el paso de estas personas.
Es que con escasos días de diferencia partieron las docentes Haydée Delgado, Mabel Colombo de Puig y María Teresita Miccio. Tres brillantes trayectorias que con diferentes personalidades y ámbitos de gestión dejaron pro-fundas huellas que valen ser valorizadas.
En el caso de la señora Delgado, lo suyo vale ser puesto en línea con una familia que es sinónimo de docencia de muchas generaciones de rancheros en todos los niveles. Maestras que supieron desempeñarse en escuelas rurales, en las mas grandes del centro urbano o en niveles secundarios, siempre con una línea rectora que las identificó.
No hace a la justicia mas estricta que su partida, aún con los atenuantes de las condiciones tan particulares de la actualidad pase sin ocupar la importancia que sus años terrenales supieron ganarse.
Hace horas nomás nos dejó “negrita” Miccio, aquella maestra de nivel primario que supo distinguirse en el nivel secundario, donde cientos de actuales profesionales recibieron en su base educativa el aporte de Teresita Miccio.
Paseó su capacidad por cargos de inspección que la destacaron nítidamente y por eso llegó al retiro jubilatorio con el mayor mérito que pueda pretenderse : el reconocimiento manifiesto de todos sus pares.
Y tampoco esquivó la responsabilidad de representar a su comunidad en la recuperación democrática desde una banca en el Concejo Deliberante donde su fuerte personalidad y sus convicciones marcaron una gestión que bien merece ser repasada por quienes hoy desempeñan responsabilidades similares y hallarían
en Miccio un buen espejo en donde mirarse.
Claro que lega a la posteridad ejemplos que bien deben enorgullecer a sus descendientes.
Y por último, se cumplen algunas semanas de la partida de Mabel Colombo “tita” de Puig. Si bien también la elegante y “muy querible” vecina era docente y supo marcar su distinguida personalidad en las aulas, su paso por la función pública a nivel municipal durante varios años le pusieron un sello que la elevó a la memoria se-lectiva que traspasó generaciones por la transmisión de unas a otras de esa funcionaria que tanto tiene que ver con la formación del museo histórico ranchero junto a su amiga Marta I. Martinez, el profesor Gallo y otros de su época.
Tal fue la impronta que “tita” le puso a su función al frente de Cultura y Turismo municipal que aún hoy, casi extinguida la última generación que pudo ser testigo de su obra, se siguen uniendo la cartera señalada con el nombre de ella.
Trabajadora incansable, perseverante hasta el límite de un humano, con la extraña firmeza basada en la simpatía y el buen gusto, de permanente actualización de protocolos y ceremoniales a los que siempre supo conducir por los caminos de la sencillez y la amabilidad.
Difícil de empardar una figura que uniera tantas virtudes en una sola persona. Cientos de vecinos conocieron de forma guiada tanto el monumental teatro Colón como compartir un té en los suntuosos salones del Alvear.
Pero también disfrutar de una obra teatral en el cine local o una velada musical popular. Cierto es que su convicción era que el estado debía poner mayor énfasis en lograr que el gran público llegara a aquellas cosas mas complejas de alcanzar por el camino privado. Pero no la conocieron los que por ignorancia o por otros motivos menos respetables quisieron ubicarla en un falso lugar de cultura para ciertas clases privilegiadas de la sociedad.
Tita fue de todos. Y para todos. Y así merece ser recordada. Sin ningún retaceo.
De allí que, conociendo y respetando que en el máximo sentido todas las vidas tienen un mismo valor, lo que las diferencia es lo que quisieron y pudieron aportar cada uno en su paso terrenal.
Y hoy consideramos de estricta justicia, disponer esta columna editorial para dejar en un especial recuadro de reconocimiento a tres rancheras que en pocos días finalizaron su paso por este mundo dejándonos sus obras que por siempre quedarán en la memoria colectiva de los rancheros bien agradecidos.
(Editorial publicada en TIEMPO de Ranchos, en la edición del 20-11-2020)