Entre las naturales promesas y ejes de su campaña presidencial, el actual mandatario Alberto Fernandez apeló a la repetición del valor de su palabra “porque soy un hombre que creo en la palabra empeñada. Y yo cumplo con lo que digo” reiteró en cuanta oportunidad pudo.
Por estos momentos, con nueve meses de gestión en un pasaje histórico dramático, la Argentina no solo atraviesa las consecuencias nefastas de la pandemia y la cuarentena de mas de seis meses, sino que la misma se agrava y profundiza por otras razones ajenas al Covid y que han infectado todo el organismo social nacional.
Una de esas razones que es casi la crema y nata del funcionamiento orgánico de toda sociedad, abarcando su economía, su equilibrio social, su credibilidad política, su futuro y toda relación con el bienestar de la misma es la CONFIANZA en todas sus acepciones.
Es inútil “reempujar” cuando este elemento no existe o se rompe.
Y en las últimas horas, justo cuando pese al acuerdo logrado con acreedores externos; a qué hay un virtual cese de operaciones bancarias con la moneda estadounidense, con la poca capacidad de compra de los trabajadores argentinos, el país muestra una disparada del dólar seriamente preocupante, que debiera llamarse en realidad desvalorización del peso y de una magnitud que en Uruguay (para no buscar ejemplos mas contundentes) por cada peso nacional apenas si entregan unos 15 centésimos de moneda uruguaya, país en el que tradicionalmente hacíamos “pata ancha” con nuestro San Martín o Belgrano. La inflación por cierto dudosamente medida (porque no hay encuestadores que salgan a la calle y los estudios se hacen tomando en cuenta los precios controlados o informados por el gobierno) sigue siendo infinitamente alta aunque algunos se alegren porque baja un tanto en relación al gobierno anterior. La desocupación superó ya el 13 % de los argentinos (mas de 4 millones de personas), la pobreza ronda el 50 % de la población y el riesgo país vuelve a trepar y ya está en 1.500 Pts. A lo que debe sumarse el éxodo tremendo de empresas y firmas tradicionales líderes que ya se fueron del país o están en vías de hacerlo.
Cuando explican que el causal es el virus planetario solo aclaramos que éste ha afectado a todos los países del globo. Y aún en aquellos de economías endebles, algunas de estas cosas no ocurren en ninguno de esos lugares.
Cuando por otro lado nos recuerdan, que fue la estrategia del propio gobierno priorizar la salud por encima de la economía y que al comienzo de la misma, Fernandez afirmó que “prefiero 10 % mas de pobres antes que 100.000 muertos” (ampliándose a su favor la brecha por supuesto), cabe señalar que el tratamiento de la enfermedad está lejos de resultar exitoso, mas allá de algunos primeros pasos que no pueden ser discutidos. Casi 700.000 contagiados, 15,000 fallecidos según cifras oficiales, todo el país afectado con varias provincias colapsadas y números diarios que ya no resultan ni creíbles, han llevado al gobierno a “olvidarse” de la cuestión y la palabra empeñada del presidente de priorizar la salud, ya ha quedado perdida en el olvido. El gobernante habla del Plan de 12 cuotas para que las mujeres vayan a las peluquerías y los te-mas de salud lo informa una locutora en un video de 3 minutos grabados.
En este apretado resúmen de contexto, el periodista y escritor Jorge Asis acaba de brindar dos definiciones que resultan impecables y propias de su estatura intelectual. “La credibilidad del presidente ha sido perforada” expresó y explicó: “El presidente es muy propenso a hablar y resulta que en estos tiempos no cuesta casi nada recurrir a archivos de reciente data y a cada cosa que afirma el presidente encontrar un documento donde él mismo expresa exactamente lo contrario.
Fernandez casi no puede afirmar nada contundente sobre su pensamiento actual en torno a los grandes temas de agenda. Si habla de economía hoy respalda un super cepo cambiario que denostaba hasta en su propia campaña. Hoy apoya abiertamente al gobernador de Buenos Aires, al que hace dos años acusaba de haber destruído la economía desde su ministerio. Hoy obedece a Cristina Fernandez a quien calificó como la responsable de uno de los peores gobiernos entre 2011 y 2015 en “ los cuales me cuesta encontrar una sola medida acertada”. Hoy la protege de la justicia, luego de haber repetido mucho tiempo que “la muerte del fiscal Nisman la compromete seriamente y el Pacto con Irán fue un delito protagonizado por el gobierno”.
Hoy Fernandez, envía a emitir una edición especial y adelantada del boletín oficial para publicar los decretos de cambio de juzgados de tres jueces que fueron tratados en el senado por la única decisión e interés de la vicepresidente. Todo ello luego de haber empeñado casi a los gritos que en su gobierno “la justicia sería el poder independiente que no fue con el gobierno anterior (lo cual es también cierto) y ahora la reforma de ese poder ideada y diagramada por el abogado Berardi defensor personal de Cristina Kirchner es mas prioritario que testear gente por Covid.
“Lo mejor que puede hacer el presidente es casi dejar de hablar, salvo de salud” dice el propio Asis y reitera. “De todo lo demás cada cosa que diga será des-mentido por el mismo”.
Curioso caso claramente descripto por el autor de “Flores robadas en el jardín de Quilmes” o “La marroquinería política”.
Pero al margen de esto, hay una segunda definición del propio novelista mas rica e interesante. “A este gobierno le restan aún tres años y tres meses para terminar su mandato. DÉJENLO FRACASAR TRANQUILO” afirma con una ironía propia de su nivel.
“Algunos muchachos se apuran y se entusiasman… (dice por la oposición) y creen que hay que forzar todo. ¿Por qué no pensar que pueden encontrar otro muñeco, prepararlo y ganar de nuevo en las próximas presidenciales?” les aconseja.
“Si detrás de cada chambonada de gobierno hay un responsable. ¿Para qué empujarlos?”.
Déjenlo fracasar tranquilo reitera en un mensaje de alto contenido democrático y de apoyo al sistema que no todos llegan a comprender.
(Editorial publicada en la edición del viernes 25 de setpiembre de 2020 en el Semanario TIEMPO DE RANCHOS)