Año muy difícil el que se va? Sin dudas. Si.
¿Por lo que hubo que soportar durante el mismo, por sus últimos días o por lo que deja de cara al futuro?
Por todo ello, Por todo.
Es que atravesar 2019 fue una nueva experiencia de los argentinos que en materia económica ya estamos curtidos de tantas vicisitudes que nos sentimos convencidos de conocerlas todas, pero siempre vivimos generando con el mismo virus diferentes cepas que nos infectan todo el organismo social y nos ponen al borde del colapso una tras otra vez.
Y el año que se va se fue convirtiendo en el final de un ciclo que tuvo errores muy fuertes en la metodología y la instrumentación del plan económico (lo del objetivo y sus metas estamos dispuestos a discutirlo al menos parcialmente); que lo rescatable del mismo quedó a mitad de camino y finalmente solo se sintieron los efectos negativos del mismo que sumieron a la inmensa mayoría de la población en una precariedad y una emergencia de alcances no muy claros todavía.
Podríamos ingresar aquí en una descripción -absolutamente subjetiva naturalmente- de qué cosas el anterior gobierno rumbeó mas o menos bien (nos oponemos rotundamente a que todo estuvo mal, que nada hay para rescatar y toda esa visión apocalíptica de la oposición), en cuales sorprendió con su incapacidad e ineptitud y en casi todas con una instrumentación casi nunca acorde a lo que la política argentina exige.
Pero también el 2019 obligó a decisiones políticas que no pueden pasar desapercibidas. De ellas la mas trascendente es la que tomó la ex presidente Cristina Kirchner. Seguramente aconsejada por sus muy malas experiencias como armadora política anterior (perdió las elecciones de 2009, 2013, 2015 y 2017) esta vez comprendió que si bien ella era imprescindible en cualquier armado para vencer al oficialismo, en modo alguno alcanzaba solo con su figura. Y salió a buscar entre 10 y 12 puntos electorales. Con la intención casi única de ganar. Pensar otra cosa es desconocer absolutamente el fondo de la olla de la política argentina. Y en esto, lució astuta Fernández y en un hecho que nadie jamás borrará de los manuales argentinos, la autopostulada candidata a vicepresidente, eligió a su compañero de fórmula o sea su compañero presidente. Y con Alberto Fernandez, llegó el acuerdo con Sergio Massa (a esta altura ya consciente que no le quedan muchos acuerdos mas por hacer en su carrera) y así esos puntos en las urnas para vencer «al peor gobierno de la historia que dejó tierra arrasada» por 7,6 % lo que muestra claramente que aquí también queda una herencia complicada.
El peronismo unido con todos sus sectores no le gana al peor gobierno de la historia argentina por menos de ocho puntos. Salvo que ese gobierno no haya sido lo que dicen que fue, o que lo que se avizora del nuevo gobierno no es tan confiable como algunos otros suponen.
Esto dicho sin opinión. Absolutamente un dato fáctico.
Y esto es lo que ponemos en el debe de los interrogantes. Si el anterior gobierno marcó rumbos que merecen ser respetados y sos-tenidos, está claro que nada de eso sucederá porque nada quedará en pie. A empezar to-do de nuevo.
Si para alcanzar esta apretada victoria electoral se puso en juego la homogeneidad del gobierno que en la Argentina acepta solo ser presidencialista y esa presidencia se ve presionada por diversos sectores que en el justicialismo siempre son muy fuertes (políticos, gremiales, sociales ) sobre todo en la persona del mas débil presidente -en términos de estructura propia- que el peronismo haya tenido en su historia, solo comparable a Héctor J. Cámpora que duró 3 meses en el gobierno) las complicaciones por ese lado también están a la orden del día.
Claro está que en esta última edición del año, esta columna no puede dejar de lado lo que Msñor. Malfa considera un eje vital para la sociedad argentina: la Esperanza. Y en ella basamos toda nuestra fuerza y fe. La esperanza de que aún, siendo ciertos y serios los obstáculos citados, ninguno es insalvable. Y Fé para que la luz divina y sus propias capacidades iluminen a estos nuevos gobernantes para que conduzcan a los argentinos por el mejor camino y a la vez, nosotros, aceptemos transitarlo de manera ordenada y civilizada.
Si complejo es el saldo que deja este año que se va, Esperanza y Fe nunca han de faltar para aguardar este 2020 con la viva ilusión de un tiempo mejor para todos.
(Editorial publicada en TIEMPO de Ranchos del día 28-12-2019)