No faltan analistas, periodistas y sociólogos que afirman que si Fellini hiciera cine basado en política argentina jamas podría igualar lo que la política misma, en su práctica, produce con absoluta normalidad, sin sorprenderse por nada y hasta dando por sentado que el resto de la sociedad lo asimila sin retaceos.
Está claro que cuando englobamos a la política argentina, hacemos una generalización para que nadie pretenda creer que solo algunos partidos (ahora denominados espacios) y solo algunos dirigentes caen en estos comportamientos. El sayo les queda bastante bien a todos con algunas excepciones de cierta chinga.
Lo que no solía ser tan digerible hasta no hace tanto era – como dice el refrán – que te descubrieran y no te diera vergüenza. Antiguamente vergüenza era robar y que te descubran dice el refrán que descubrían y entonces el encontrado amagaba alguna explicación mas o menos creíble para exculparse. «Me crean o no, algo debo decirles» pensaba siempre el protagonista.
No es el caso de esta historia que se escribió en el 2015, que se repitió en el 2017 tal vez como farsa y que se repite ahora en General Paz y ya como drama, todo en el espacio de Cambiemos, radicales y socios, PRO y aliados o como se llamen.
Fue hace mas de dos años que se conoció el robo de identidades por miles en la provincia de Buenos Aires para blanquear la financiación de la campaña de ese espacio que resultó ganador en los comicios. Nos produce hasta un escozor a nosotros escribir apellidos como los del Dr. Rondinelli y una treintena de vecinos que ya habían hecho un aporte incalculable al disponerse a ser candidatos y ofrecerse a trabajar por la cosa pública, como para que fueran luego utilizados y metidos en una causa con carátula judicial como es el posible delito de «Lavado de dinero», que volvió a repetirse dos años mas tarde en la campaña de 2017. Pese al escándalo que se generó en la sociedad, jamas hubo una explicación ni clara ni comprensible de lo ocurrido. Y seguramente porque no la había. Y solo se pretendió tapar tamaño sol con la mano de dar de «baja» a la tesorera de la campaña, en definitiva seguir con la misma fórmula: poner un nombre y hacer como que es esa persona la responsable.
Tan «prestanombre» la funcionaria alejada como los propios y supuestos aportantes.
Pero cuando cualquier Fellini decidiría ya no seguir con el mismo libreto porque hasta con razón pensaría que dejó de ser eficaz, en General Paz, esa coalisión en el orden local lo primero que decidió hacer fue reiterar su «impune inclinación a tomar nombres de vecinos y usarlos para sus objetivos» como si la identidad de las personas les hubiera sido concedidas por un poder amplio e ilimitado. Así, en una página de Internet creada como perfil del precandidato a intendente en los últimos días del año pasado y que se activó fuertemente en los últimos meses cuando esa precandidatura ya estaba casi confirmada, comenzaron a aparecer las adhesiones virtuales que son el clásico Me Gusta que sorprendió hasta a los mas distraídos llegando a superar los tres mil vecinos en poco tiempo.
La película marcha bien hubiera pensado Fellini. Inventemos el terror.
No. No. El sistema utilizado para sumar esas adhesiones de conocidos vecinos rancheros ya era el terror mismo. Comenzaron los que alertados al ver su nombre en una página a la que jamás habían clickeado hicieron los primeros reclamos. Y ahí fuimos todos. El director de este grupo apareció allí, y la directora de este semanario también y una página que administra exclusivamente uno de nuestros editores de TV también y el conductor de un popular programa radial de la tarde también y…
….y los Me Gusta truchos, no resistieron ni siquiera un vistazo a la ligera. Hasta un conocido familiar del titular de la página y precandidato a intendente, fallecido hace unos tres o cuatro años parece que volvió por un instante a este mundo a poner Me Gusta. Y así enseguida se comprobaron varios vecinos fallecidos hace algunos años poniendo Me Gusta Tobio como en aquella década del treinta donde los muertos votaban volviera al presente.
Ya a esta altura, se repiten por docenas los vecinos que en las redes sociales (y alguno en vía de ir a la justicia por usurpación de identidad) manifiestan abiertamente haber sido usados tramposamente para hacer creer que hicieron algo que jamás hicieron.
Ahora bien. «Algo tengo que explicar» hacíamos referencia mas arriba. Con todo estallado en la sociedad y marcando agenda, no ha surgido una sola voz, un solo comunicado; una sola explicación de lo ocurrido y mucho menos una disculpa.
Mucho menos claro lo que debiera ser una obviedad: rearmar la página, tomar todos los recaudos y volver a ponerla a disposición de los que realmente desean adherir, poner Me Gusta, comentar favorablemente lo que deseen y saber que ahora sí, la sociedad le dará valor real a esa adhesión. Porque así como son las cosas también los reales son estafados porque nadie sabe a ciencia cierta quienes son y quienes no.
Decía en su mensaje de presentación de listas el mencionado precandidato: «porque nosotros respetamos a los vecinos…..».- Seguramente en algunos aspectos lo harán, pero ¿Se puede hablar de respeto a las personas partiendo de la base de usar el nombre de cientos o quizás miles de esos vecinos para sus beneficios políticos y clandestinamente ?.- ¿Y no darle siquiera una explicación y una disculpa es parte de ese respeto ?
Resulta complejo comprender que en tres campañas consecutivas, el mismo espacio político utilice los nombres de personas para diferentes necesidades sin ningún escrúpulo. Se hace harto difícil entender el beneficio político de una maniobra tan burda y berreta que solo quien la imaginó y quienes la autorizaron o permitieron pudieron pensar que no se descubriría.
Pero lo que ya no es raro es que «ni aún descubiertos» sientan esa dosis de vergüenza que lleva a la disculpa.
Aunque sea por no pagar tanto costo: no llamó la atención el vendedor ambulante que tardes pasadas decía a viva voz: «Si estos apenas siendo candidatos en una elección que los tiene bastante lejos del triunfo son capaces de hacer con nuestros nombres lo que les pinta. Se imaginan lo que serían capaces de hacer con el poder en sus manos?».- Exagerado o no, quienes deben ponerle coto a estas afirmaciones no son otros que los responsables de tamaña película, pero hasta ahora, como ocurrió en la provincia en 2015 y 2017 solo hay silencio y actitud de perro que volteó la olla. Tal vez, si llegan a comprender la gravedad de lo hecho por ahí se decidan y comuniquen que han cambiado al diseñador de la página o la clave de la misma.
Y asegurarnos que ahí estuvo toda la responsabilidad de lo ocurrido.
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del 20 de julio 2019)