Por Héctor Ricardo Olivera
Hay que decir que no es fácil elegir un tema que pueda dar sentido a una columna que, como esta, pretende opinar sobre aspectos de la política argentina cada domingo.
Las alternativas son tantas que siempre queda la duda de haber sido más o menos oportuno en la selección del tema.
El clima general de incertidumbre, las especulaciones, la ausencia o la sobreabundancia de datos son elementos que complican.
No tiene esta introducción pretensiones de originalidad ni tampoco de objetividad, esa que tantos manejan para exponer las verdaderas intenciones como para quedar bien parados como por las dudas.
Fácil sería preguntarse que vinculación puede haber entre la corderita que presentó el libro “Sinceramente” en la Feria y la autora que lo escribió que en realidad es una leona enjaulada y con hambre de venganza.
Pero ya ha sido demasiado dicho y seguramente seguirán diciéndolo.
Por eso se me ocurre interesante analizar este juego de cartas que parece ser la modalidad asumida por la política argentina a partir del llamado del Gobierno a la oposición, a los sindicatos, a la Iglesia Católica, (¿Por qué ´no a las otras?), a las organizaciones empresariales y a todo bicho que camine.
Las cartas reúnen a los amigos en el club a jugar al truco, al mus, a la chonga, a la escoba, al póker o a la canasta.
Estos juegos de cartas son entretenimientos de vieja data que convocan a los aficionados a largas sesiones de tertulia.
La carta que jugó el Presidente originó otras tantas a modo de respuesta por parte de barios de sus destinatarios.
Como en los juegos hay en éstas mucho de trampa. Señas, mentiras de “truco y real envido”.
Todas las respuestas, además, plantean que no puede ser esta propuesta oficial una parte de la estrategia electoral.
Es cuanto menos ridículo, y nunca inocente, que se le pida a cualquier político a poco tiempo de las elecciones que lo que haga no forme parte de la propia campaña.
La propuesta oficial plantea 10 puntos a los que no es fácil rechazar.
Obviamente que siendo sus destinatarios tipos como Lavagna, Massa, Scioli, Solá y organizaciones que defienden intereses propios y contrapuestos, habrá siempre alguna respuesta con pretensión de originalidad.
Buscando el lado positivo, resulta bueno que al menos se junten alguna vez alrededor de una misma mesa.
De todos modos, habrá que estar bien despiertos para ver lo que se dice y lo que se hace que generalmente no es lo mismo .
Ya se sabe que detrás de las cartas de respuesta están las otras, las que cada uno guarda en la manga, en un pliegue del saco o detrás de la corbata.
Es que las verdaderas cartas son las que se cuentan en las urnas el día de la elección.
Y ahí ocurre lo más importante.
Jugamos todos.
Elegimos todos.
Y todos somos también responsables de esa elección.
Es que ahí se terminan las barajas y está la Política que es, sin dudas, nuestra herramienta…
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