Que los gobiernos siempre se parecen a las sociedades a las que pertenecen es una antigua frase con-validada casi sin excepciones, salvo las que hacen a la regla, en la práctica.
Y en la Argentina tan particular, tan creída, enceguecida mirándose el ombligo, la afirmación se torna verdad revelada.
Lo es desde su pasión mayor, el fútbol y llega hasta la política por supuesto.
Veamos: en el mas popular de los deportes hace muchos años que hemos caído a un nivel de tercera categoría en el contexto universal. Y esta no es una apreciación que tenga algún contenido de opinión que por tal es sujeto de discusiones. Es el mero reflejo de la realidad que señalan los resultados. Por caso, dos encuentros que acaba de jugar la albiceleste ante rivales que hasta no hace muchos años carecían de equivalencias para hacer un juego mas o menos parejo, como Venezuela y Marruecos, ahora nos muestran claramente inferiores, mas allá de un resultado meramente fortuito. Pero, podrá mantenerse y aún agravarse esta realidad, y solo muy pocos accederán a comprender que Messi no es tan otro planeta como se lo considera Y que a ello le sumamos lo que antes a nadie se le había ocurrido: elegir como presidente de AFA a un dirigente que no sabe lo que es ad-ministrar un club de primera división y para completar el cuadro, como entrenador elegimos un DT que no dirigió nunca un equipo de mayores.
Si alguien lo hubiera imaginado años atrás hubiera sido derivado directamente a un neurosiquiátrico. Hoy lo hemos hecho y el gran público sigue pendiente de las presentaciones de la selección, del fútbol argentino y hasta discute y se pelea por esto.
Aplicando solo media neurona. ¿No es natural, lógico y de absoluta coherencia que los resul-tados sigan siendo malos y seguramente aún peores en el futuro?.
Ahora bien. Pasemos al terreno de la política que es una materia mucho mas relevante que el fútbol, porque es ella la que decide quienes administran nuestras vidas y las de las generaciones venideras. Hace tiempo que los gobiernos que pasan por la conducción nacional producen resultados tan malos y hasta peores que el fútbol. El que se fue de la presidencia en 2015 dejó un país al que no se le podía dar ningún crédito. Con un tercio de la población en la pobreza, con índices de inflación insoportables, aislados del mundo y una corrupción digna de ser analizada. Era una situación en la que solo podían esperarse goleadas en contra de la ciudadanía y lo único mas o menos sensato que pasó fue que perdiera las elecciones aunque a decir verdad, el pequeño margen por el que lo hizo debió servir de alerta.
Y ahí cambió, la presidencia de la «AFA», el «entrenador» y las promesas.
El mejor equipo de los últimos cincuenta años se prometió, como si llegaran no uno, sino varios Messi de la política juntos.
Mamitaaaa dicen los chicos. «Todo pa´tras».
Los que nos hacían fuerza nos ganan. Los que solían ganarnos ahora nos golean. Al descenso sin escala.
Sin margen para verlo de otra manera.
Pero……
A solo un par de meses del cierre de listas para elecciones presidenciales, el gran debate argentino es cual de «estos dos gobiernos» finalmente ganará.
¿En serio? Se preguntaría algún despistado de afuera que leyera esto, buscando un guiño cómplice que le aclare que es un chiste de inocentes.
Pero no es un chiste. Se afirma que entre un sesenta y un setenta por ciento de la población está lista para dirimir si es mejor el anterior o el actual.
Casi como dice el tango esperando el momento de ver que «mano a mano hemos quedado».
No alcanzan los resultados. Que nos goleen los países que eran de tercer nivel. Que los habitantes de aquellos países que por años nos enviaron sus hijos a afincarse a esta tierra de promisión, hoy sean casi inalcanzables para nosotros en educación, servicios, dignidad.
Alimentación.
¿Cómo entender que la mayoría de los ciudadanos argentinos consideren que no hay mejores para gobernarnos que quienes han sido capaces de tamaños desastres?.
Y por cierto falta muy poco. Y es altamente probable que esta ecuación del mano a mano entre los muy malos y los peores se produzca. Y finalmente algunos de esos sectores se repita en la conducción del país.
¿Y después vendrá el lamento por la goleada en contra?. ¿Y seguiremos bien argentos explicando que la culpa es de ellos? De los elegidos.
Y los que elegimos nada.
En la Argentina del «chiqui» Tapia y Scaloni manejando lo mas importante, algunos todavía le echan la culpa al referee o a la mala suerte.
Mientras tanto otros, minoría seguramente entre la que nos contamos estamos convencidos que quienes nos gobiernan son muy parecidos a nosotros.
Demasiado parecidos.
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del día 30 de marzo de 2019)