El primer gran episodio que dio nacimiento a «una nueva y gloriosa nación» acaba de cumplir 205 años. La gesta de mayo, con aquellos destacados vecinos de Buenos Aires que aún, con diferentes objetivos y visiones, se movilizaron aprovechando una coyuntura política del viejo continente, le dieron forma a aquella primera junta de gobierno patrio y marcaron el comienzo de un proceso tan duro, sangriento y penoso como el de los siguientes 40 años que sucedieron hasta la verdadera conformación de la República.
Celebrar cada año este acontecimiento, como los muy pocos que pueden equipararse en valor histórico, por caso el 9 de julio, o los que tributan a verdaderos pro-hombres como San Martín o Belgrano, hace mucho tiempo que debiera ser una cuestión de estado de tal estadío, que sus protocolos debieran tener jerarquía de ley y sus organizaciones dejar librado a los gobiernos de turno, apenas un margen de adhesiones o pro-gramas suplementarios, pero haciendo que el núcleo central como es el tradicional Tedeum o las condiciones de fiesta popular solo estén destinadas a mostrar símbolos patrios con mensajes, actitudes y comportamientos totalmente ajenos a toda cuestión sectorial, no pudiendo transgredirse bajo ninguna excusa, razón o argumento.-
Lo que el gobierno nacional organizó en esta ocasión, volvió a repetir – y por cierto aumentar – ,una vergonzoza y muy berreta simulación de un acto por la Patria.- Una utilización descarada de una fecha de tamaña dimensión solo en favor de una gestión de gobierno, no requiere de un derroche de argumentos para poner de manifiesto la escasa o nula conciencia de república que tenemos los argentinos.
Y no acepta por cierto justificación alguna, por mas voceros interpretativos y explicadores que intenten hacerlo.
Desde el oficio religioso que nuevamente se alejó de la Catedral Metropolitana (una de las primeras cuestiones que debería establecer la ley que estamos pidiendo), siendo el 25 de mayo una fecha que sola-mente corresponde al ámbito porteño.- No se fundó la República en esa gesta. No hubo movilizaciones que llegaron desde el interior. No representa otra cosa que una iniciativa de un grupo de vecinos de Buenos Aires.
Realizar el acto religioso en cualquier otro lugar es modificar la historia y sacarla de su contexto. Es relatarla con un guión equivocado. Es mentirla.
Y a partir de ello, todo el programa montado con un gobierno nacional adoptando la postura de « dueño del acto» no hace mas que ratificar ese desconocimiento (ex profeso) del ADN de la celebración.-
No es una desmezura como algunos la han calificado. Es una abierta desnaturalización de la cosa en cuestión.
No hay manera de considerar que se trata de una reivindicación de aquellos pioneros, ni la fiesta de todos los argentinos, sino se puede mostrar un escenario donde estén sentados, cual aquella primera junta, las representaciones de todas las fuerzas políticas habilitadas y los tres poderes del estado. No hay manera de simular siquiera que hay una intención de Patria, si se permiten (ni hablar si además se fomentan) las presencias de banderas, carteles o símbolos ajenos a esa Patria o de sectores de la misma cualquiera sean.
Resulta ya una bofetada a los supuestos homenajea-dos, utilizar la fecha y los actos para descalificar a otros argentinos, por meras diferencias políticas actuales.
Difícilmente tengan en el plano ideológico los actores de la política actual las diferencias que existían en Moreno, Saavedra o Belgrano, por ejemplo.- ¿ Desde que postura ideológica 200 años mas tarde se les rinde un tributo que supuestamente los alcanza a todos ?.- Belgrano si, Saavedra no, ¿Es el pensamiento de algunos miembros del gobierno ?.-
Pero, como en estos días mucho se ha dicho, escrito y mostrado sobre el episodio, pensadores mucho mas ilustrados y calificados se han referido al caso hasta con brillantez y suma claridad. Queremos reservar un párrafo a un sector de la prensa, de los analistas y de alguna dirigencia, que estando de acuerdo conceptualmente con lo antedicho han hecho aclaraciones que por cierto han oscurecido mas la situación.-
«¿Qué les sorprende a algunos periodistas que el gobierno (algunos han dicho «el peronismo») lleve la gente en colectivos al acto, proveyéndolos de carteles, banderas partidarias, que ensayen cánticos ofensivos hacia adversarios políticos, si es lo que han hecho toda la vida?».- «¿Qué otra cosa esperaban?» suelen responderse, hasta quitándole entidad a la gravedad institucional de lo vivido, por el mero hecho de «ser una costumbre».-
Esto si es aún mas peligroso. La aceptación de lo gravemente incorrecto por el mero hecho de ser algo así como habitual.
Porque es desde ese punto que no debiéramos sorprendernos mas y por lo tanto no señalarlo, que haya un delito grave cada 30 segundos en el país. Tampoco debemos sorprendernos mas porque mueran en poco tiempo 1.800 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas. Menos aún sorprendernos por las violaciones a mujeres, niños, discapacitados etc.etc.-
Ni hablar de asombrarnos por la corrupción en todos los niveles (en realidad esto ya ocurre porque la corrupción no pareciera molestar a ciudadano alguno), ni los abusos de autoridad, ni la falta de justicia.
Ni de nada de todo lo grave que padecemos a diario.
Lo ocurrido una vez mas, organizado por el gobierno nacional en nombre de recordar la gesta de mayo de hace 205 años es vergonzante, berreta y hasta en muchos aspectos ridículo. Carece de toda sensatez republicana y se gana todas las críticas adversas que se han emitido. Pero aquellos que procuran mostrarse «superados», considerando poco menos que idiotas a los que no dejamos de asombrarnos y por lo tanto no permitimos que nos gane la resignación, son aún mucho peores que los autores del agravio.
Que sean ellos los que dejen de hablar, escribir o mostrar, el mundo de las drogas, sus efectos y el narcotráfico, porque por cierto YA NO SORPRENDE A NADIE.- Y que no hablen mas de inseguridad, ni de corrupción, ni de falta de justicia. Nosotros seguiremos en todas estas cuestiones con la capacidad de asombro encendida y el espíritu vivo para denunciar, enfrentar y tratar de modificar las cosas que nos lastiman como individuos y como sociedad, por mas habituales que se tornen.
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