Algo ha ocurrido con el Gobierno que, ante la cercanía del final ha elegido el peor de los caminos para dar término a su función.
Sólo así puede entenderse el proceso de aceleración del desequilibrio que muestra la Jefa de Estado y sus colaboradores más cercanos.
Con una velocidad que asusta, semana a semana la agenda oficial se nutre de acontecimientos que muestran que día tras día la capacidad de asombro nos va corriendo la raya vaya uno a saber hasta adonde.
La sucesión de acontecimientos que comenzó en Roma con la visita al Papa, el viaje posterior a New York y la vuelta a casa y a los discursos muestran a una mujer que parece haber entrado en un estado de excitación que poco ayuda a transmitir la imagen de serenidad y confianza que sería de desear ante situaciones objetivas de ansiedad y nerviosismo que vive el País.
La kermés camporista que se montó alrededor de la figura del Papa fue una ceremonia poco seria que a lo mejor el Jefe de la Iglesia sabrá perdonar por su posibilidad de explicarle a su superior las razones de tanta tolerancia.
Como dominada por un fervor místico la Presidenta anunció que había sido amenazada de muerte por los grupos terroristas del Estado Islámico, (EI) según información que le habían hecho llegar dos comisarios.
Ya en la manzana del Mundo, su actuación en doble turno en la Asamblea de la ONU y en el Consejo de Seguridad la mostró con el fervor alterado de una adolescente enseñándoles a los Presidentes de todos los países cómo se hace para gobernar bien.
“Somos la nueva Arabia Saudita”, dijo.
Resulta inevitable la risa imaginando el festival de Jesús María con los gauchos jineteando camellos en lugar de caballos…
Pareció no saber que hay Internet y la información llega on line a todos los rincones de la tierra lo que achica los márgenes de la mentira a dimensiones micrónicas.
De vuelta a casa, la Presidenta eligió mostrarse en su faz de pretendida revolucionaria para lo que eligió el micrófono, el atril y su platea de aplaudidores.
Allí completó su obra con un discurso en el que casi declaró la guerra al Mundo.
Los banqueros que eran amigos ya no lo son, los diarios, que ayudaron al principio, son ahora destituyentes, el imperialismo yanqui con el morocho que lo comanda es el enemigo a vencer y sus socios locales son parte de la misma bandada de buitres que intentan derrocar al Gobierno.
“Si me pasa algo, miren al norte”, sentenció.
No se puede creer que el compañero Evo sea capaz de un magnicidio.
El estrechamiento del túnel de salida parece haber alterado los nervios de la Señora.
Para peor, se ha rodeado de los sectores más jóvenes que, bajo el nombre de “la Cámpora”, le brindan el calor y la compañía que más le gusta.
Estos jóvenes, que ya no lo son tanto, se autotitulan como “los pibes para la liberación” que antes llenaban la plaza y ahora colman apenas el patio de las palmeras de la Casa Rosada.
Sus miembros han esparcido personajes en los distintos organismos del Estado, en una clara estrategia de posicionamiento para cuando se termine la fiesta.
Aquí es donde sería de desear que alguno, aunque más no fuera uno solo de los opositores, anunciara claramente que al otro día de asumir la Presidencia de la República habrá de establecer la revisión de estos cargos y su consiguiente limpieza purificante.
Mientras, habrá que aguantar y desear que el Gobierno recupere el orden de sus pastillas diarias para que el tren no descarrile.
Los ciudadanos deberemos armarnos de paciencia en tanto los políticos de la oposición deberán armarse de talento y de coraje para anunciar qué y cómo harán para recuperar tanto daño.
En tanto “los chicos de la Cámpora gastarán sus últimas gotas de ingenio en producir actos vergonzantes como fue la edición de un ejemplar falso del diario Clarín con diatribas contra Macri, Cobos y Massa, que repartieron como una travesura en calles de la Capital, Rosario, Mendoza y otras ciudades grandes.
Se excusaron de sumar a Scioli, porque se lo van a tener que comer de candidato les guste o no les guste.
Estos muchachos son, hoy por hoy, el soporte intelectual y político de la Presidenta.
Desde las torres de Puerto Madero contemplan al Mundo como en un cuento de hadas.
Mientras, la economía se derrumba, la violencia crece igual que la inflación, la Educación es una fantasía y el futuro una incógnita.
Solo hay razones para el optimismo en la certeza de que todo elemento vivo tiene, por su propia naturaleza, una fecha segura de final de ciclo.
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