Por Héctor Ricardo Olivera
El ex Vicepresidente de la República, Amado Boudou, está suelto.
No se escapó, sino que lo largó el Tribunal Oral Federal n° 4.
Hay acá dos elementos diferenciados en sus funciones pero parecidos en sus comportamientos.
Boudou es lo que todos saben.
Un desfachatado que por un milagro de difícil explicación alcanzó la segunda magistratura del Gobierno kircherista por decisión exclusiva de su Jefa.
Ella se llevará posiblemente a la tumba el secreto íntimo que la sedujo en la selección de su compañero de fórmula.
Él es un aventurero nacido políticamente en la UCD de Alsogaray que acumuló infracciones y delitos varios antes de ocupar el segundo sillón del Poder.
Es el que dio por domicilio un médano en la costa, el que truchó los papeles de un auto para no compartirlo con su esposa en el juicio de divorcio, el que compró 19 autos de alta gama en una concesionaria de un amigo sin licitación cuando era Ministro de Economía, el que se quedó con la máquina de hacer billetes mediante maniobras delictuales que determinaron la sentencia de 5 años y pico en la cárcel.
El otro elemento es el Tribunal que primero lo metió adentro y ahora dispuso su libertad hasta tanto un tribunal de alzada confirme la sentencia.
Seguramente así será y finalmente volverá a estar en el lugar de donde jamás debería haber salido.
Dos juezas enroladas en el agrupamiento de jueces kirchneristas determinaron su libertad.
Esas dos mujeres no son la Justicia por la misma razón que una casa no es un hogar.
Sucede que Jueces, Tribunales y abogados viven en un submundo que nos es ajeno a los ciudadanos de a pié.
Los textos legales están siempre a mano de la interpretación de los Jueces y entonces es posible que pasen cosas como esta.
De la misma manera que no pagan impuestos a las ganancias a los Jueces no les interesa demasiado la repercusión social de sus maniobras.
No llegan hasta sus ámbitos ni la sensación de rabia ni el debilitamiento de las Instituciones en el espíritu ciudadano.
Así es que debimos sufrir la escena del preso saliendo de la cárcel con la misma cara de cemento anunciando que hay presos políticos de los cuales ´´el se sentía uno más y diciéndole al resto que “seguiremos luchando por ustedes”.
Tiene una tobillera magnética para mantenerlo a tiro, no puede salir del País y debe ir cada 15 días a cantar presente en Comodoro Py.
Habría que haberle puesto una caravana en la oreja como le ponen a las vacas con los números de expedientes acusatorios que tiene, sus antecedentes y datos personales para facilitar su trazabilidad.
No es ésta la única causa que debilita al Gobierno.
Su condición minoritaria en ambas Cámaras hace posible que la Ley de extinción de dominio, que permitiría recuperar lo que se robaron no se sancione igual que la de “barras bravas” que mandó Macri para terminar con ese flagelo.
Las distintas variantes peronistas se unieron para impedir ambas sanciones.
Como para los argentinos la culpa siempre la tiene el Gobierno, es fácil confundirnos.
Hace falta entonces aclarar que el Ejecutivo hace cuanto puede, pero desde el Legislativo el Peronismo y desde la Justicia muchos de sus miembros no están decididos a cambiar.
La única opción es no ceder ante las obstrucciones y seguir la marcha hasta que sea posible sacarnos de encima a los grupos concentrados del conservadorismo que tira del saco al Gobierno precisamente para no dejarlo gobernar.-