Mientras las investigaciones por casos de corrupción que envuelven a las principales figuras del gobierno anterior, con el vicepresidente último en la cárcel, la presidenta con seis procesos y pedidos de detención en primera instancia y sus principales adalides o presos a cerca de la cárcel, la situación general del país no soporta mas ajustes, aunque el gobierno no parece estar ni enterado y vuelve a aumentar las tarifas de electricidad y gas un 30 %, le quita la Pensión Universal a los adultos que sigan trabajando mas allá de los 65 años, reduce las campañas de vacunación y muestra claramente que no encuentra salida a una crisis de sín-tomas terminales como la que nos agobia.
En medio de este cuadro, todos los observadores y analistas políticos afirman casi sin dudar que la sociedad está dividida en tres porciones mas o me-nos similares en cuanto a apoyos partidarios. Según esas opiniones coincidentes, un tercio de la sociedad respalda y si hoy hubiera elecciones votaría por Cristina Fernandez para la presidencia de la nación, otro segmento mas o menos igual votaría por la reelección del presidente Macri y en otro tercio se suman los sectores de fuerzas de izquierda (5/6 %), los renovadores y el porcentaje de independientes o aún no decididos por nadie.
Esta distribución debería ser el mayor dato sociológico y un alerta severo del estado de nuestra sociedad. Que con las pruebas mas contundentes que pu-dieran exigirse, dos presidentes que acumulan los nada elogiables pergaminos de la mayor corrupción que se recuerde tal vez en la historia argentina y otro, que luce la máxima incapacidad imaginable para administrar el estado, arrastrando a mas de un tercio de la argentina a la pobreza, indigencia y marginalidad que se pueda imaginar, sumen entre ambos alrededor de un setenta por ciento de adhesiones y que hacen imaginar que el próximo presidente muy probablemente surja de una compulsa entre ambos, no puede ser observado de soslayo como una señal de menor valor.
A nuestro entender, lo que acabamos de apuntar es la madre «de todos los borregos».- Mucho se ha repetido sobre las dificultades que tiene la ciudadanía a la hora de votar a sus gobernantes que en la previa a los comicios los envuelven en promesas y mágicas soluciones de cumplimiento tan incierto que poco puede achacarse al votante de responsabilidad si finalmente su voto es malversado y el poder obtenido a través del mismo utilizado para fines absolutamente alejados de lo prometido.
Aquí el ciudadano debe ser considerado por lo menos con el beneficio de la duda. Ahora:
¿Qué lleva a tan alto porcentaje de votantes a insistir con un gobierno como el encabezado anteriormente por la doctora Fernandez de Kirchner?. ¿Con qué argumentos podría explicar que no está votando a corruptos que sin necesidad de tantos años de tribunales no pueden explicar como hicieron sus fortunas, que los convirtieron en pocos años de funcionarios públicos de mendigos en megaempresarios?. Y eso para no entrar a discutir aspectos generales de una gestión que no tuvo crecimiento en sus últimos 4 años y llevó la pobreza a niveles tan altos casi como los actuales?. Con qué razonamiento se puede emitir un voto así? ¿Con la mera expresión de estos son peores?
Y por el otro lateral, una similar cantidad de ciudadanos insistirá con votar a un presidente al que podrán escuchar en toda su campaña previa anunciarles toneladas de soluciones para todo, como ya se le escuchó sin que pudiera acertar casi ninguna de ellas?.- Como en el otro segmento, ¿El voto será bajo la siguiente argumentación ? «Los otros son peores».
Es que no se divisa otro razonamiento que el descripto entre los sostenedores de uno y otro. Pareciera que la única virtud que exhiben es la falencia del adversario..
¿Es tanta la resignación del pueblo argentino que se entrega mansamente y a sabiendas a la corrupción para saltar la incapacidad o la insensatez? ¿O a la inversa, se ofrece a un gobierno que no «acertó una» como manera de no caer en la corruptela? Ni si-quiera es factible pensar que una y otra no conduzcan al mismo final. No es posible pensar en un futuro próspero de manos de los corruptos. Y tampoco lo es en las de los incapaces y hasta ignorantes de la sociedad que gobiernan.
Por lo tanto, en medio de tan poco que le han aportado los últimos gobiernos a la nación, habrá que reconocer que si algo han hecho es ponernos en antecedentes de quienes no deberían volver a ocupar los cargos a los que han accedido.
Eso lo han hecho y tan contundentemente que no hay forma de no saberlo.
Galardonados en corrupción y en incapacidad, cuanto menos.
Hay un setenta por ciento de la sociedad argentina que aún persiste en no enterarse. En enarbolar un orgullo dañino al que le otorgan mas importancia que al bienestar general.
Antes que aceptar que la causa que supieron defender por convicción los defraudó, la mantienen a capa y espada.
Aún de lo que bien sabe. De lo que ve. De lo que padece.
¡Que distinto sería el panorama político argentino si hoy un noventa por ciento de la ciudadanía se manifestara expectante aguardando que nuevas propuestas y nuevas opciones aparezcan en el horizonte! Que esas opciones hoy no estén (y posiblemente no estén en octubre del año próximo) es solo responsabilidad y culpa de esos dos tercios que no ven, no oyen y no se enteran de lo que ocurre delante de ellos.
(Editorial publicada en la edición del Semanario TIEMPO de Ranchos del sábado 22 de Setiembre de 2018)