Inmersa ya la argentina en una campaña electoral que se presiente mas ardorosa, intensa y hasta desequilibrada en muchos aspectos que las conocidas, aparecen como bien marcados los que hasta ahora procuran ciertos equilibrios idiomáticos y alguna prudencia en su accionar que los hace que sean calificados como palomas y los cada día mas numerosos «halcones» tal como se denomina a los extremos que blanden sus armas de decisiones fuertes desde un primer día y afirmaciones temerarias para abordar los históricos y graves problemas que arrastra el país, cada día mas complicados.
En este contexto, la irrupción de un candidato que ha conseguido fuerte adhesión en los sectores mas juveniles y que basa su propuesta en la casi eliminación del estado y la fuerza de la iniciativa privada pareciera ser el punto mas extremo que arrastra un tanto a todos a correrse de sus posiciones filosóficas.
Javier Milei, de él se trata, no mezquinó formas ni modos para alcanzar notoriedad. Su definición política descalificando a la «casta polìtica», sus adjetivos para con sus adversarios cercanos cuando no llegando a la ofensa, el formato de su campaña, todo lo han convertido en el personaje de la actualidad en marcha en la que registra según todas las encuestas un piso de votos que obligan a seguirlo con atención de todos los espacios.
Pero si esta introducción señaló al candidato Milei, es porque la pretensión es tomar las palabras de uno de sus referentes de esta región que ante algunos spot de campaña del libertario diseñados seguramente por alguno de sus equipos juveniles y donde se apela a una agresión sin límites contra toda la dirigencia y hasta se ridiculiza con la utilización de personajes de historietas manifestando mucha violencia, llevó a que este y otros referentes decidan pedir de urgencia un encuentro con el candidato presidencial para intimarlo a bajar los decibeles de su campaña o de lo contrario son varios los que se bajarán del barco.
«El país está en una crisis tal vez sin antecedentes y ante una inminente implosión de consecuencias imprevisibles y mientras algunos candidatos parecieran no advertirlo, otros lo disimulan para esconder sus responsabilidades, si nosotros que presumimos de tener el mejor diagnóstico y las adecuadas soluciones nos dedicamos a agredir y lastimar todo el sistema y empujar el barco al abismo estamos perdidos».
Valen atención estos dirigentes. Si quienes militan en el espacio mas extremo del mapa político nacional, se plantan ante su máximo dirigente para pedirle estar a la altura de la situación del país porque las consecuencias de lo que está en marcha «pueden ser imprevisibles», queda poco por agregar.
Hace horas nomás, el gobierno nacional a través de su ministro de economía decidió una medida que apunta en varias direcciones, pero central-mente contra los recursos del sistema previsional y los haberes de todos los jubilados que solo puede ser comprendido en el contexto de una situación desesperante que lleva a naturales manotazos de ahogados en procura de llegar a la otra orilla.
Cada provincia y en ellas cada municipio o departamento están mirando el futuro cercano, en procura de encontrar los recursos para hacer frente a los pagos atrasados de servicios esenciales. Nadie vive una situación siquiera parecida a la normalidad. Y mirar en el horizonte la necesidad de ajustar salarios ante una inflación que lejos de reducirse cada mes alcanza extremos mas altos, el medio aguinaldo de junio y los naturales gastos que requieren las campañas electorales, sobre todo las que renuevan presidente y gobernadores, están llenando de pavura a unos y otros.
Pero en simultáneo, siguen vigentes aquellos que se plantan frente a una cámara de televisión para discusiones llenas de chicanas, mentiras, falsos datos y la recurrencia a la descalificación del adversario al que inexorablemente acusan de ser el único culpable de todos y cada uno de nuestros males.
No hay dudas que el país es un Titanic en pleno viaje. Aquellos que pregonan desde siempre que la Argentina se recupera cada noche cuando la dirigencia duerme, parecen ser los que afirmaron a » este barco ni Dios lo hundirá». En plena cubierta la orquesta está sonando y el baile ya comenzó.
Que el mar está picado parece no molestarle a nadie. Que se anuncia una peligrosa y gran tormenta tampoco. La cuestión es disfrutar el viaje de bautismo y la velada. Que nadie se atreva – como nosotros – a ser pájaro de mal agüero porque aquí los que están aseguran que con solo evitar que vengan a gobernar los otros todo estará bien. Mientras los otros, solo piden que se vayan los que están y en cuestión de días comenzará la recuperación.
En tal situación, que nadie venga a tirar malas ondas. A bailar y divertirse. Que lo único que falta es que alguien imagine un iceberg. Y no solo eso: que además se cruzará en nuestra ruta para que lo choquemos y naufragemos. Eso solo lo pueden pensar y hasta decir los agoreros de siempre que pretenden destruir el sueño de millones de argentinos que » queremos confiar y soñar con una argentina potencia a la que solo debemos proteger de la llegada de los otros. De los malos. De la derecha. Y de los zurdos. De los ricos. Y de los pobres. De la casta. Y de los fachos. y algunos mas.
Pero si evitamos que esos llueguen al gobierno no de hay de que preocuparse.
A este país, ni Dios lo fundirá.
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del viernes 24 de marzo de 2023)