Por Héctor Ricardo Olivera
Es probable, aunque no seguro, que especialistas en ciencias de la comunicación así como profesionales de la Psicología y la Psiquiatría se aboquen al análisis racional del sentido y la intención de la entrevista que vimos por TV que Luis Novaresio realizara a la ex Presidenta.
Por carencia de esas herramientas cognitivas esta columna se limitará a expresar sus impresiones más domésticas.
Resulta desde el principio una rareza que sea una novedad que una mujer que presidió un País por 8 años y co-gobernó los cuatro anteriores sea noticia por haberse prestado a una entrevista frente a un periodista independiente por primera vez luego de su largo reinado.
Ya hay aquí razones enmarañadas que denuncian una patología de complicada definición.
La legítima intencionalidad política la habilita, naturalmente, para que sea ella la que dibuje el formato de su campaña electoral.
Igualmente estamos todos habilitados para analizar su conducta.
Es realmente notable su desesperado intento, posiblemente jamás alcanzado por nadie, de querer parecer distinta de lo que en realidad es y sobre todo luego de haber estado en la marquesina principal del Poder.
Ni la cara lavada con un suave tono en sus labios, ni la ausencia de los brillos que adornaban su figura, ni su pase a retiro del Rolex de oro i diamantes puede engañar a nadie.
Lo mismo su atuendo blanco, (camisita y chalina), lejos de los brillos de sus sedas y bordados de otrora.
La voz metálica que pese a su esfuerzo no cambia su tono imperial la muestra tal cual fue y es.
Es inimaginable que cante un arrorró …
Del contenido de su agotadora exposición nada nuevo puede extraerse.
Incapaz de una autocrítica, aunque sea una, usó su habilidad discursiva para escapar de la verdad y reivindicar un Gobierno que ya fue juzgado.
No es, como se dice equivocadamente, una oradora de fuste.
El orador vale más por lo que dice que por como lo dice.
Es, entonces, una buena habladora.
También una actriz que domina el escenario.
Pese a su esfuerzo, el autoritarismo se le escapa de control.
Por eso cortó al periodista diciéndole “no me podés preguntar eso, Luis” y pidiéndole que le sirviera un vaso de aguan para enjugar su simulacro de lagrimeo cuando la jarra y el vaso estaban más cerca de ella que del entrevistador.
Es que siempre la sirvieron y no alcanza a comprender que ya pasó.
La reiteración de mentiras solo fue rota por una afirmación categórica.
No será candidata a Presidenta en el 2019 si es un estorbo para la unidad del peronismo.
Naturalmente que eso lo decidirá ella.
Y ya se sabe que sus decisiones no se discuten.
Su relato tolera todas las contradicciones.
Dijo ser peronista pero dejó al peronismo e inventó un partido nuevo.
Dijo odiar a uno de sus serviles, José López, para terminar diciendo que nunca odió a nadie.
Quizá se repintan estas experiencias.
Sólo habría que pedir que se atreva a una conferencia de prensa con todos los que quieran preguntar y repreguntar y, para terminar con todo, que también hable luego que las urnas digan lo suyo el 22 del mes que viene.
Mientras, asistiremos baya uno a saber uno a que nueva metodología.
El almanaque, implacable, la acerca a lo inexorable…
Nota del autor: el título corresponde al tango “Padrino pelau” (1930), música de Enrique Delfino y letra de Julio Cantuarias.