Por Héctor Ricardo Olivera
Con el perdón de los encuestadores, el domingo que viene tendremos una encuesta creíble aunque también modificable en las elecciones en serio del 22 de octubre.
Vale recordar que en el 2015 a esta altura del campeonato Aníbal Fernández, según las encuestas, estaba 5 puntos arriba de María Eugenia Vidal y el día de la elección en las bocas de urna a las 15 horas la diferencia se estiraba a 15 puntos.
Por eso puede ser mejor que anunciar pronósticos opinar sobre las alternativas del menú electoral que encontraremos en el cuarto oscuro.
Ya se ha dicho mucho, pero siempre se puede agregar algo a modo de sugerencia.
Las 4 propuestas principales son, en verdad, dos.
Una, la peronista, repite la tradición histórica de mostrarse con matices que sólo parecen distintos.
La ex Presidente, su ex Jefe de Gabinete y su ex Ministro del Interior y Transporte son todas ramas de la misma planta.
No importa entonces que la dama simule vestida de señora de acá a la vuelta porque ya sabemos que el hábito no hace al monje, (a la monja en este caso).
Aunque quiera parecer distinta, no le sale.
Randazzo, por su lado, hasta se atrevió a decir que nunca fue kirchnerista.
Hubiera sido una corajeada si lo decía desde su despacho.
Massa, finalmente, es un vendedor de humo que no resiste un análisis serio.
Reclama por el déficit público pero a la misma vez promete eliminar todos los impuestos con lo que su Estado no podría ni pagar los sueldos.
Como se prende de lo que cree puede gustarle a la gente, se paseó por La Matanza con Rudolph Giuliani, ex alcalde neoyorkino ejecutor de la “mano dura” en el Bronx y actual asesor de su camarada Donald Trump.
La pobre Margarita habrá presentado un certificado médico de colitis y se comió el sapo sin chistar porque ya no puede volver atrás.
La casualidad ha dispuesto que las dos puntas del camino sirvan para aclarar el panorama.
Para identificar a las tres propuestas, hay que mirar al norte del Continente para ver lo que pasa en Venezuela, el paraíso bolivariano reivindicado por los Kirchner hasta la saturación.
Ese fue el modelo que guió al Gobierno del turno anterior y si no llegaron no es porque no quisieron sino porque no pudieron.
Para completar, hay que girar la cabeza y mirar al sur, al paraíso santacruceño donde los Kirchner practicaron su modelo.
No empezaron las clases, y posiblemente no empiecen este año.
No cobran los empleados públicos ni los jubilados.
Cristina, sus hijos, su cuñada la Gobernadora y sus mejores alumnos no pueden caminar por las calles.
El otro camino, “Cambiemos”, señala otro rumbo.
Que no es el más fácil ni el más corto.
Que no tiene aún respuestas para todas las preguntas, pero que asegura respeto por la convivencia, sujeción a las normas de la República y voluntad de hacer.
Así las cosas, corresponde que no nos sentemos en la platea como espectadores ajenos, sino asumamos la responsabilidad ciudadana de poner nuestro grano de arena al servicio de la reparación.