Por Héctor “Cacho” Olivera
La sesión de la Cámara de Diputados de la Nación que no logró echar de su seno a Julio Debido es una mancha que nos señala hasta donde hemos caído como sociedad.
No es del caso resignarse porque así le haríamos el juego al populismo, la mediocridad y la corrupción que tanto daño ha hecho.
Está claro que la sociedad argentina está inmersa en la lucha por cambiar viejos vicios de funcionamiento para lo que es necesario un esfuerzo de comprensión que sectores políticos disfrazados de progresistas pretenden impedir.
Una rápida visión de las candidaturas mayores para las elecciones del próximo 13 de agosto muestra claramente el perfil de la diferenciación.
Las tres propuestas peronistas encarnan variantes de tonalidad que nada cambian de fondo y son apenas reiteraciones de criterios conservadores de viejos vicios y dudosas posibilidades de avance en pos de un cambio serio y contundente.
La ex Presidenta y sus dos ex empleados son variantes de una raza que nada ha hecho para recuperar valores y conductas perdidas.
El candidato principal de la lista de “Cambiemos” en la Provincia de Buenos Aires testimonia una visión diferente de la tradicional.
Esteban Bullrich, que de él se trata, dejó su cartera de Educación en el Gabinete para venir a competir con la vieja política.
Sin desmerecer sus valores personales, es importante señalar el hecho de que sea alguien enrolado en la lucha por el mejoramiento de la prestación educativa el candidato lo que marca un testimonio claro de que el Presidente Macri y la Gobernadora Vidal encabezan un proceso que tiene una mirada distinta de lo que debe ser la reconstrucción de la sociedad.
Las escaramuzas electorales pierden entonces sentido ante esta clara diferenciación que simboliza una visión diferente que debe destacarse.
La cabeza de la boleta de “Cambiemos” viene de lograr revertir la decadencia de la matrícula en la escuela pública frente a la de gestión privada en la ciudad de Buenos Aires, (CABA), lo que significa un cambio rotundo de interpretación social de lo que debe ser la Educación de acá para adelante.
Este Gobierno Nacional y el de María Eugenia Vidal ha encarado con firmeza la reconstrucción de la escuela, rechazando Bullrich la pretensión de una paritaria nacional absurda en su Ministerio y descontando los días de huelga a los maestros la Gobernadora.
Son apenas dos testimonios menores pero que indican que comienza la hora de reformar el sistema para que la Educación deje de ser el fracaso que exhibe que más de la mitad de los alumnos del secundario no comprendan lo que leen y adolezcan seberas limitaciones con las cuatro operaciones matemáticas fundamentales.
La revolución científica y tecnológica, la robotización y la explosión del conocimiento exigen audacia, imaginación y convicción para que nuestros chicos puedan competir sin desventajas en la sociedad que viene.
Debemos reaccionar frente a la certeza de que ellos trabajarán en actividades que aún no existen.
Naturalmente no ha de ser ni fácil ni rápido.
Precisamente por ello es hora de comenzar, porque sabido es que los tiempos de la Educación son incompatibles con los tiempos de la Política.
No veremos los que ya cargamos unos cuantos años los resultados, pero es nuestra responsabilidad saber distinguir qué simboliza cada nombre, cada propuesta y cada sector.
Uno que destaca la Educación como una prioridad sobe otros rumbos debe ponernos alerta para impedir que los viejos fantasmas puedan seguir atrasando el reloj de la Historia al servicio de sus inocultables concepciones conservadoras disfrazadas de falsas máscaras populistas y demagógicas.