La incapacidad dirigencial argentina en materia política es tan manifiesta, que pretender minimizarla o atenuarla implicaría negar al menos gran parte de la realidad que no es otra cosa que la resultante de esa incapacidad.
Cierto es que la misma proviene de una sociedad individualista, egoísta, totalmente negada a ver al semejante como eso, incapaz de pensar en conjunto y hasta de escuchar a los demás aunque sea en un porcentaje de lo que desea que los demás lo escuchen a él.
De esa sociedad surge la dirigencia política argentina.
Poseedora de todas esas limitaciones, pero entrenados para disimularlas y hasta con pretensiones de hacerlas virtudes a los ojos del resto.
Durante muchos años los sucesivos gobiernos fueron alimentando relatos propagandísticos respaldados por asesores de imágen muy caros, equipos especializados, compra de medios de difusión y hasta la cadena nacional de radio y televisión. Como al poco andar las novelas chocaban violentamente contra todos los datos de la realidad se hizo necesario eliminar esas fuentes de datos (El INDEC fue el mas evidente) y llegar a afirmaciones tan disparatadas como audaces como la de no señalar mas los índices de pobreza existentes «para no estigmatizar a los pobres».
En realidad era para que uno de los bufones del rey pudiera decir suelto de cuerpo que en la Argentina había menos pobres que en Alemania.
Mucho se ha escrito, hablado y comentado sobre esta forma de ejercer el poder.
Pero por cierto no es lo único que merece ser señalado. Hay una tendencia un tanto mas «modernosa» que crece velozmente y que cual el iceberg desprendido de la Antártida amenaza con recorrer toda la opinión pública arrasando en muchos casos con el libre y sano pensamiento de la ciudadanía.
Se trata de proyectos presentados como «Megasoluciones» y por protagonistas de primer nivel de la política criolla que parecieran dedicarse a conocer lo que la gente desea ver y escuchar (cosa no muy compleja por cierto) y armarle un proyecto «mágico» que resuelva todo
Así, sin que ningún sector se salve de alguna experiencia, no puede ser ignorado el hábito utilizado por el ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner, Sergio Massa. Hace algunos meses, presentó con gran pompa un proyecto para reducir y/o elimar el IVA a los productos de la canasta básica. Hermoso proyecto que ningún gobierno se negaría a llevar adelante si no fuera por el desequilibrio económico financiero que generaría en las arcas del estado golpeando de inmediato en prestaciónes básicas, ya bastante afectadas.
Apenas se habían apagado los ecos de esa panacea cuando la sociedad recibió otro proyecto «para crear un millón de puestos de trabajo».
Por ley. Tan disparatado fue este ingreso al Congreso que no fuimos pocos los que nos planteamos que si se podían crear UN MILLON de nuevos puestos de trabajo, porque no cambiar el número y poner cinco millones o diez.
Hubo gran revuelo con todo eso que naturalmente no pasó de las explicaciones que dieron los mentores en varios programas y nada mas.
A raíz de la vergonzoza situación por la que atraviesan algunos ex funcionarios del gobierno anterior (que si la justicia apurara también podría involucrar a otros, incluídos algunos del actual gobierno) que se amparan en los fueros que poseen como legisladores, nada mejor se le pudo ocurrir al ex jefe de gabinete y ahora precandidato a senador bonaerense que presentarse ante un escribano público «para renunciar a sus fueros» junto con todos sus legisladores e impulsar un proyecto para quitarse por ley esos derechos que le pertenecen a las Cámaras legislativas (no a sus miembros) y que ademas tienen rango constitucional, lo que hace mas que evidente que no pueden modificarse por ley.
Ante tanta osadía para tomarnos por tontos a todos los argentinos, lo menos que surge como reacción es pedirles un poco mas de respeto.
En el caso concreto del diputado Massa, bien podría abordar el caso puntual del ex ministro Julio De Vido, presentándose a la justicia para brindar todos los detalles de las operatorias que manejaba el gran superministro de Obras Públicas, mientras era su subordinado de la jefatura de gabinete.
Real y seguramente mucho mas efectivo, estaría dando un paso útil para la causa en lugar de seguir presentando proyectos de imposible puesta en práctica y hasta de rigurosa inconstitucionalidad en busca de captar votos bajo el efecto de estos espejitos de colores legislativos que se han tornado ya reiterados.
Unos gobernando durante años, mediante el cuento y eliminando las fuentes de datos. Otros pretendiendo convencer que con un par de leyes resuelven el muy complejo entramado de la argentina de hoy y un gobierno que con marcada minorías legislativas y demasiados errores groseros de gestión en algunas áreas conforman el gran mapa de la dirigencia nacional. Los que por las dudas y para no dejar resquicio a que alguna renovación pueda dividirles la cancha, se han puesto totalmente de acuerdo en esta instancia para hacer de la Ley electoral PASO una verdadera burla, armando a puro dedo de sus jerarcas las listas de senadores, diputados, concejales y hasta consejeros escolares. Diciendo quienes pueden ser candidatos y quienes no.
Y en esto, nadie puede señalar al otro. Massismo, Kirchnerismo y Cambiemos han marcado un extraño empate a la hora de atentar contra una ley de la nación a la que han ignorado con desprecio democrático.
(Editorial publicada en la edición del sábado 15 de julio de 2017 en TIEMPO de Ranchos)