Se está llevando por estas horas la conformación de las listas de candidatos a cargos electorales que competirán en agosto próximo en las elecciones primarias (carentes de todo sentido en este caso) y luego en las definitorias de octubre.
Habida cuenta precisamente de la ausencia de participación ciudadana para decidir esas candidaturas, continúan siendo las cúpulas dirigenciales las que a «dedo puro» arman esas listas a sus criterios y a los que les permiten, esto en las pequeñas ciudades y para cargos menos remunerativos, los que son invita-dos a integrar listas, porque el agotamiento por la actividad política es tal en la gente que «como nunca re-chazan ofrecimientos para concejales y consejeros escolares» según admitiera un veterano dirigente local.
Parece oportuno el momento para que abordemos el panorama haciendo una exhortación que arrastramos desde procesos anteriores y que como dos caras de una misma moneda ponen al descubierto las amplias diferencias entre la política de alta competición y la de los vecinos de una comarca como la ranchera.
«Si les decía lo que pensaba hacer no me votaba nadie» aseguran que confió el presidente Menem a sus íntimos cuando tras ser elegido se le reprochó que adoptara políticas totalmente opuestas a las que prometía en campaña. Y esto no debiera sorprender, porque la característica principal de los dirigentes de nivel nacional es que entre el «candidato» y el después electo hay un abismo de distancia. Suelen hablar de sus convicciones, ideologías y principios, pero luego se constata que son tan variables como para hacer realidad que defiendan a capa y espada privatizar YPF y pocos años mas tarde con igual énfasis volver a estatizarla. O decirse peronista de la primera hora y no dudar en afirmar que Perón «era un viejo pelotudo» tal el caso de la presidenta Cristina. O ser un liberal envidiado por Adam Smith y hasta mas consagrado que su maestro Durañona y Vedia y mostrarse como el único referente válido del peronismo criollo, como puede decirse de Sergio Massa y otros varios afortunados de la política nacional entre los cuales se pueden citar el titular de la C. de Diputados Emilio Monzó hoy en Cambiemos o el intendente de E. Echeverría Fernando Grey, ahora un gran cristinista amigo de La Cámpora.
En fin. Para no abundar lo que dejamos claramente establecido que la particularidad de la política a ese nivel es ser una cosa como candidato y cambiar radicalmente luego.
Pero en los pueblos, si bien no faltan casos comparables con lo descripto aunque sea en menor escala, se da un fenómeno inverso. Abundan los candidatos que son buscados por partidos políticos para representarlos en sus listas; se los ofrecen a la ciudadanía destacando sus personalidades y estilos de vida como la gran virtud por la cual votarlos y extrañamente, luego esa misma dirigencia los condena « por no haber cambiado y seguir siendo tal como eran al momento de ser candidatos».
Un verdadero «rara avis» de la especie. Como muchas veces, los destinatarios o los referidos en un editorial suelen hacerse los distraídos «Y no entienden» lo afirmado, «porque los editoriales son escritos en difícil», tal vez resulte necesario aclarar sin oscurecer. Abundan los ejemplos de lo que decimos: suele el peronismo ser proclive a procurar candidatos «independientes» para atraer a los sectores no peronistas. Pero una vez utilizado el individuo, si algo no les place del independiente no tardarán en acordarse que es gorila y hasta reclamarle que «le regalamos un cargo y nos paga así».- La inversión del favor.
Y en nuestro caso, el ejemplo mas contundente lo ofrece desde hace años el vecinalismo autóctono. Desde el retorno de la democracia y la pérdida del poder en el orden local ya sin la presencia de sus verdaderos líderes históricos, la agrupación se nutrió de una dirigencia que en su mayoría se ha destacado por la crudeza con que trató a sus representantes políticos. Nadie ha sido tan duro con la mayoría de los concejales y consejeros escolares electos en sus boletas como su propia dirigencia. Podríamos hacer nombres y apellidos que no vienen al caso, pero por cierto que no debe haber pensado mucho esa dirigencia en algún homenaje o tributo a alguno de esos ex concejales a los que muchos le han dedicado durísimas críticas.
Para no dejar dudas sin ir tanto a la historia, vale repasar el presente. Ha sido descarnadamente pública la decisión de no darle el mínimo crédito a los concejales y consejero que terminan su mandato el próximo 10 de diciembre. Y la razón en general ha sido «la tibieza» que los representantes han tenido en estos cuatro años sobre todo en relación al gobierno municipal. Pocas veces se ha visto en el idioma político que un sector dirigencial antes de elegir sus candidatos comience por difundir quienes no lo serán.
Es hasta muy poco elegante por cierto. Sobre todo con quienes cuatro años atrás fueron las personas a las que se les pidió de todas formas que aceptaran ser «nuestros candidatos». No es el mejor gesto y no debería hacer falta escribirlo en un editorial para comprenderlo.
Pero no es intención ni de esta columna ni de este medio, opinar sobre los gustos que esa dirigencia tenga al momento de seleccionar el perfil de sus candidatos. Lo que apuntamos, es que los que están terminando sus mandatos son las mismas personas (en sus formas de manejarse, de actuar, de ver la política, etc.) que eran cuatro años atrás cuando los fueron a buscar. Y son los mismos vecinos que la ciudadanía votó. Motschakow y compañia, para ponerle nombres, no engañaron a nadie, salvo que alguien se quiera hacer el engañado. Basta con ver las entrevistas y los discursos de campaña de 2013 para constatar que jamas prometieron hacer política que no fuera por el consenso, buscando unidad, trabajando juntos.
Si eso no gustaba, bastaba entonces con no llevar esos candidatos.
Podría seguirse, pero el caso es tan claro y tan contundente que no requiere de mayor esfuerzo para demostrarlo. Vale volver al presente: por todo lo expresado. Cabía suponer que ante lo narrado, la misma dirigencia optaría por armados de listas con candidatos de perfiles diametralmente diferentes a los que estan finalizando sus períodos. Y aunque aún al momento de estas líneas, de esos nombres solo se conocen algunos, vale presumir que podría darse el caso de estar ante listas con vecinos y vecinas de similares características que los anteriores y en algunos casos, aún con perfiles « mas tibios» que los «proscriptos».Y ante ello, es válido adelantarnos en el tiempo y preguntarnos: ¿Serán los invitados y congratulados de hoy candidatos de esas nóminas los futuros condenados de esa misma dirigencia por seguir siendo lo que hoy y siempre han sido ?.- ¿Se los convoca a representar un espacio político a condición de cambiar hasta de personalidad?.
Es solo un planteo y de ninguna manera una aseveración. También cabe pensar que la dirigencia puede cambiar, pero de ser así sería bueno que lo expresen. Porque tampoco en las gestiones de dirigentes han sido tan eficientes y con tan buenos resultados ellos mismos.
En definitiva: Aquellos, los dirigentes nacionales, por mostrarse de una manera y luego hacer todo lo contrario terminan siendo premiados, porque siguen renovando sus bancas y cargos y prometiendo ser y hacer lo que no son y nunca hacen.
Mientras tanto, en estos pueblos, vecinos que deciden sumarse a la política con espíritu de colaborar y ayudar y en muchos casos cuentan con un enorme espaldarazo de sus convecnos, terminan siendo condenados por seguir siendo los mismos, por aquellos que cuatro años antes se pegaron al timbre de sus casas pidiéndoles el favor de «acompañarnos en nuestra lista».
Nada fatal, diría Larralde. Solo cosas que pasan.
(Editorial publicada en el edición del sábado 17 de junio de 2017 de TIEMPO de Ranchos)