El clima de convivencia entre los argentinos está profundamente dañado y no será fácil ni corto el camino de la reconstrucción reservada seguramente para futuras generaciones. Pero aún aceptando que en el corto plazo estas cuestiones ya culturales no pueden modificarse radical-mente, resulta imprescindible comprender que urge tratar de no profundizar este panorama y dejar de alimentar el fuego que por ahora y en general parece recibir combustible inflamable permanentemente.
Y en este sentido no solo abonan la infinidad de grietas que nos lastiman aquellos que permanentemente azuzan con sus provocaciones, no solo de relato y de actitudes en general sino también que no reaccionan debidamente y aportan silencios y posturas cómplices, tan dañinas como los otros.
Para poner en claro: existen aquellos que fogonean distancias y divisiones sociales peligrosas con afirmaciones altisonantes, con posiciones casi fundamentalistas en favor de uno u otro bando, ubicando todo en blanco o negro sin la mínima posibilidad de matices y así unos en un extremo y el resto en el otro poco puede esperarse en pos de la concordia.
Pero existen otros tan o mas peligrosos y dañinos para esta situación: son los que ante conflictos que exigen de ellos posturas firmes y sin titubeos se hacen los distraídos, analizan si el daño cae en terreno propio o ajeno y si ocurre esto último hacen aquello de tocaron timbre en casa ajena y entonces para que atender.
Ejemplos concretos de estas hipocresías abundan diariamente. Para no ir demasiado lejos y tomando casos muy resonantes: el pasado 24 de marzo en uno de los actos convocados por la Verdad, la Memoria y la Justicia en la ciudad de Buenos Aires, los discursos que se repitieron por todos los medios generaron escalofríos: «Reivindicamos a Montoneros, las FAP, el ERP ……» afirmó una joven en su mensaje ante muchos de los dirigentes de la primera plana del anterior gobierno.
Aún estamos esperando que las fuerzas políticas que se dicen democráticas digan algo al respecto pero de manera oficial, contundente y sin margen de dudas. Solo hubo el natural rechazo del espacio político del actual gobierno y el resto (todo) hizo silencio y no hubo una declaración en el Congreso Nacional sobre el tema.
¿Puede existir una complicidad mayor que el silencio que otorga, ante esto?.
Pero no es solo a nivel nacional donde se observan estas posturas atentatorias y cómplices. Aquí, entre nosotros las vemos cotidianamente y en la máxima dirigencia de todos los sectores, comenzando por la política.
Si la intolerancia, el agravio gratuito y mendaz, la calumnia y la ofensa condenan al adversario o a la vereda de enfrente, de nada sirve que resulte evidente la falsedad de lo difundido. Se pone en evidencia aquél dicho criollo del perro que volteó la olla.
Como si nadie comprendiera que cuando no se res-petan y sobre todo se hacen respetar las reglas de juego indefectiblemente no tardará mucho en caerse en las mismas garras.
En nuestra ciudad un joven seguramente con aspiraciones de personaje trascendente vaya a saberse porque motivos o que incentivos difundió por redes celulares varios audios grabados en los que se permite acusaciones de las mas graves que registra el código penal acusando de esos gravísimos delitos especialmente al intendente interino y a un concejal, aun-que no se mezquinó incluir en la misma bolsa al intendente titular del distrito. Alcanza con resumir los casi sesenta minutos que ocupa con sus varios audios con señalar que a los dos primeros los ubica como narcotraficantes, al hacerlos cargo de traer, ayudar o cuanto menos permitir que ese tipo de mercadería ingrese al distrito en casos -según la «opinión» de este denunciante de teléfonos- en remises pagos por el municipio. No hace falta agregar mas para darle entidad a lo difundido.
Está claro para la inmensa mayoría de los rancheros que el autor de los mensajes no resulta creíble. Muchos integrantes de su propia familia se pusieron en contacto con los involucrados y con medios de prensa pidiendo disculpas y aclarar que no avalan ni aceptan lo hecho por su familiar. Eso resulta claro.
Pero de alguna manera, ha sido útil lo ocurrido para comprender con que caballos ara la democracia local. Mientras del primer audio ha transcurrido ya tres semanas y los afectados se presentaron ante la justicia pidiendo ser investigados y quedando a disposición de la misma para aclarar sus actos, el bloque de concejales afectado salió a la opinión pública con un mensaje de su titular (a nuestro criterio bastante tibio) y presentaron un proyecto de repudio en el Concejo Deliberante.
Todo el arco opositor se contentó con decir:«Vamos a acompañar el proyecto de comunicación».¿Cómo?.- Si. Así de contundente.
Coincidieron las reacciones ante esta postura:«¿Y que alternativa tienen?. ¿Decir que respaldan al denunciante telefónico?».
Nos preguntamos: «¿Esto es todo lo que consideran que merece el caso para la dirigencia política de la oposición?. ¿Si fueran ellos los acusados, se con-formarían con este respaldo del resto de la comunidad?.
Nos pareció hasta cortesmente valiente la última palabra del edil Gastón Guattini en la sesión pasada ante la actitud de los demás bloques. «Agradezco el voto favorable, pero hubiera preferido que este proyecto fuera presentado por todo el Concejo y no solo por un bloque. Y hubiera esperado que al menos manifestaran vuestra presunción de mi inocencia, hasta que la justicia a la que me he presentado dictamine».
Claro que nada de eso ocurrió. Tampoco un mero comunicado oficial partidario refiriéndose al episodio. Y hasta la excusa simplista de afirmar que «no es nuestro estilo hacer política de esta forma».-
Se ha hecho mucho daño en las últimas décadas con los discursos y las acusaciones cruzadas de todo tipo y de todos los sectores que se han hecho costumbre.
Pero no hay que ignorar que hay muchos silencios que hacen tanto o mas daño que lo que se afirma. ¿Qué es mas dañino y peligroso para el sistema institucional: los audios circulantes de una persona o el comportamiento descripto de la dirigencia?.
(Editorial publicada en la edición del sábado 27 de Mayo de 2017 en TIEMPO de Ranchos)