Las tensiones políticas lógicas en medio de un proceso de cambio se exacerban con las elecciones de medio término a la vista.
Ocurre entonces una radicalización de las posiciones producto de la especulación y el cálculo de cada palabra, cada acto y cada gesto.
La oposición al Gobierno de Macri y Vidal en Nación y Provincia está lanzada a un proceso esquizofrénico haciendo lo que puede en busca de la mejor ubicación posible.
No es reprochable desde el punto de vista del análisis político porque las minorías de izquierda y los residuos kirchneristas no tienen límites a la hora de decir y hacer.
La juntada, más allá de la conveniencia circunstancial, carece de la necesaria homogeneidad porque suena desafinado que las izquierdas se junten con la derecha conservadora populista que encarnan los progresistas de Puerto Madero.
Otros sectores opositores más especuladores se llaman a silencio y nada dicen ni de la huelga docente ni de la reivindicación de la guerrilla en el acto del 24 de marzo.
Este panorama no puede ser descalificado si estamos dispuestos a convivir en las diferencias.
Lo que sí hay que revisar son algunos comportamientos de la tropa propia.
Es lógico que el Presidente Macri y la Gobernadora Vidal ocupen la primera trinchera porque para eso están.
Pero no se nota la presencia activa de muchos otros de segundas y terceras líneas que en cada pueblo, en cada mesa de café, en cada medio de prensa local salgan a la cancha a explicar y defender el cambio cultural que este Gobierno propone.
Cito un ejemplo concreto producido en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires para aclarar lo que aquí se dice.
El16 de noviembre del año pasado el Senado Provincial aprobó el proyecto E 204-16-17y el 23 de marzo de este año lo mismo hizo la Cámara de Diputados.
El Proyecto de Ley es de autoría del diputado Darío Díaz Pérez, peronista él y fue botado por todos menos el diputado marplatense de “Cambiemos” Guillermo Ricardo Castello.
La Ley dice: “Artículo 1: Incorpórese de manera permanente en las publicaciones, ediciones gráficas y/o audiovisuales y en los actos públicos de gobierno, de los tres poderes de la Provincia de Buenos Aires, el término Dictadura Cívico Militar, y el número de 30.000 junto a la expresión Desaparecidos, cada vez que se haga referencia al accionar genocida en nuestro país, durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983”.
No es fácil admitir que los que están sentados en sus bancas en representación de sectores políticos no kirchneristas ni de extrema izquierda se puedan comer semejante sapo.
El número de 30.000 desaparecidos ha sido anunciado como un símbolo pero esa condición no habidita a que se le de rango legal a una inexactitud.
El dolor solidario por las víctimas no puede incursionar en el texto de una Ley de la Provincia.
Lo mismo puede decirse de la referencia de la dictadura cívico militar exclusivamente al golpe asesino que desplazó a María Estela Martínez de perón.
¿O no fue también un golpe cívico militar el que acompañaron de traje y corbata Lorenzo Miguel, Héctor Alonso y otros sindicalistas cuando Onganía derrocó a don Arturo Illia?
¿O no era un civil Ubaldini cuando desestabilizó a Alfonsín con 14 paros nacionales?
¿Ninguno leyó el libro de Graciela Fernández Meijide ”Historia íntima de los Derechos Humanos en la Argentina”, en el que la miembro de la CONADEP, madre de Pablo, asesinado por la dictadura a los 17 años dice que los muertos i desaparecidos son 7.954?
Los de “cambiemos “ que se tragan semejante píldora no encienten lo que expresan Macri, sus Ministros, Vidal y su equipo cuando hablan de diálogo.
El diálogo democrático solo puede hacerse sobre la verdad.
La Verdad admite interpretaciones distintas, pero la mentira está fuera de la cancha.
Es tiempo de actuar en serio en defensa de la República.
Y no alcanza con las primeras líneas.
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Todos tenemos que estar listos a colaborar y más aún los que nos representan en la Legislatura.
La Política requiere siempre, y hoy en Argentina más que nunca, claridad de ideas, firmeza y convicción para que podamos salir del barro que nos dejaron …