La cuestión que planteamos hoy puede a simple vista parecer de poca monta y asemejarse mas a un comentario de café que al eje de una columna editorial, pero si se observa con atención quedará claro que lejos está de ser un planteo menor el que hacemos con intención de alertar sobre cuestiones de extrema importancia y de alto interés público.
Desde hace casi dos años, la administración comunal está afectada por el estado de salud del intendente quien ha debido recurrir reiteramente al uso de licencias en espera de una solución definitiva a su problema renal que según ha trascendido podría ocurrir en el transcurso de este año. Es de cono-cimiento público que ante esta situación, quien ha sido durante estos nueve años el secretario general de gobierno y a su vez quien es el reemplazante natural en el ejecutivo por haberlo acompañado en la lista por la que resultó electo el intendente, se hizo cargo del principal sillón municipal. La incertidumbre sobre la duración de la licencia en un primer momento, la condición de ser un «suplente» y hasta la novedad de ocupar un cargo que no es igual visto «desde el costado» que asumirlo con toda su dimensión hicieron que el primer tiempo fuera por cierto con mucha improvisación y voluntarismo.
Por todo esto, pero fundamentalmente por la propia personalidad del intendente a cargo, si hasta ese momento su ritmo de actividad, su despliegue y sus cotidianas jornadas de trabajo resultaban todo un alerta tanto desde el punto de vista de su capacidad física para atender cuestiones muy delicadas durante 12, 14 y mas horas por día, incluyendo generalmente los feriados y fines de semana, dicho desde el punto de vista de resolver esas cuestiones desde el mejor escenario de serenidad, reflexión y capacidad de análisis y también como se desprende naturalmente desde el propio cuidado de su salud, que sobre todo en la emergencia de tener un intendente con su afectado, cualquier inconveniente que pudiera padecer su reemplazante generaría problemas serios de gestión en cualquier municipio.
Si bien, Alvarez como correspondía designó un secretario «interino» que en general siempre estuvo cerca de la gestión y tiene conocimientos de la mis-ma, está haciendo sus primeras armas reemplazando a alguien que por su estilo personal y por todo lo dicho resulta casi irremplazable, en los términos de igual forma de trabajar.
Cualquier lectura que se haga hoy de la gestión de Alvarez pasará inexorablemente por una entrega física casi insostenible en el tiempo. Lleva adelante toda la gestión que le cabe como intendente, aún sostiene tareas propias del secretario (como las que tiene que ver con monitoreo de cámaras, relaciones con la policía comunal etc. etc) ejerciendo casi con entusiasmo excesivo el cargo de Jefe máximo de la Comunal. Pero además no descuida la actividad político partidaria y en tal condición asume la representación de Veramendi en Congresos y cónclaves partidarios y hay una evidente vocación por atender personalmente a cada uno de los vecinos que tiene alguna inquietud o algún reclamo.
Podrá decirse que la intención y el espíritu de tal postura es ponderable y plausible. Pero tanto los gobernantes como quienes desde los medios seguimos y analizamos su accionar debemos ser cautelosos y mirar el contexto de cada cuestión con el mejor criterio. En este sentido, solo basta tomar una jornada cualquiera de trabajo del intendente para observar que alguien con suficiente ascendencia sobre él (nosotros se lo hemos expresado sin ningún resultado) deberá hacerlo replantear su forma de trabajo, la organización y distribución del mismo y el cuidado que como primer mandante de este distrito debe tener con su salud evitando tantos excesos.
Un visitante muy ligado a Ranchos hace poco tiempo, sobre este tema y con todo respeto y cariño nos hacía la siguiente reflexión: «En el primer mundo ninguna empresa de primera línea lo tomaría a Juan Manuel, porque para ellas el descanso, el ocio, la diversión, la práctica de deportes y el cuidado integral de la salud física y mental es prioritaria. Y todo esto es lo que descuida casi en forma abusiva el actual gobernante».-
No es nada menor lo que estamos diciendo, pro-curando encontrar eco en el círculo mas íntimo del intendente que sirvan de alerta de una situación que el propio Juan Carlos Veramendi le habría expresado personalmente.
Y es que el mencionado Veramendi siempre fue tomado como un ejemplo de los excesos de entrega física en la gestión de gobernar. Pero los conocedores de ambos dirigentes saben muy bien que Veramendi tiene sus gustos y pasiones que nunca dejó de disfrutar: su Atlético Ranchos, un partido de Pato, de tejo, el boxeo y hasta unas partidas de escoba de quince.
Siempre fueron estas y otras alternativas su vía de escape, de distración. De relajamiento.
Alvarez solo siente pasión por el Rally. Y por eso es el máximo responsable y encargado de su organización. También en eso lo ve desde adentro.
Hoy pareciera imprescindible que a la gestión de gobierno la encare un equipo con mas funcionarios, con algunos subsecretarios y colaboradores que re-partan responsabilidades, esfuerzos y horas. Y el primero que debe encarar eso es el propio in-tendente, de clara vocación a las gestiones personalizadas a las que deberá renunciar en muchos casos para poder ejercer, como se debe el rol de supervisar, desde otra óptica toda la gestión.
En esta edición antes del receso vacacional, nos tomamos la atribución de plantar esta agenda. Sería bueno que hasta la oposición se expresara al respecto. Naturalmente que todos apostamos no solo a la mejor salud del intendente interino sino a la pronta recuperación del licenciado. Pero también sentimos la obligación de alertar sobre lo que vemos y constatamos diariamente. Y como las abuelas saben de esto y no dejan de repetir: Con la salud no se juega, nosotros tomamos esas voces y tratándose de quienes tiene a su cargo administrar lo que es de todos, invitamos a un serio replanteo de esta situación.
(Publicado en la edición del sábado 28 de enero de 2017 de TIEMPO de Ranchos)