La dirigencia política enrolada en la oposición al Gobierno de Macri en la Nación y María Eugenia Vidal en la Provincia tiene que ser, sin dudas, fervorosa seguidora del “bailando por un sueño” que semanalmente presenta Tinelli en Canal 13.
La reflexión surge de algunas actitudes de los líderes opositores que parecen imitar el sentido histriónico y casi ridículo que exhibe el conductor televisivo para atraer a su numerosa audiencia.
Claro es que media una distancia sideral entre el divertimento inescrupuloso de Tinelli y la seriedad que es dable esperar de quienes tienen altas responsabilidades institucionales.
La propuesta presentada en la Cámara de Diputados de la Nación por el bloque del kirchnerismo pretendiendo declarar al 15 de noviembre como el “día nacional de la mentira” produce vergüenza ajena.
El fundamento de esta genialidad se basa en el aniversario del debate presidencial previo a las elecciones que consagraron a Macri Presidente.
Escuchar a seguidores de los Kirchner enarbolando la acusación de mentiroso contra alguien es como si se le hubieran roto todos los espejos y un mal desconocido les hubiera comido la propia memoria.
No registra la Historia del País un Gobierno más mentiroso que el que sufrimos la década pasada.
Falsos los números, dibujados los datos, con menos pobres que Alemania y sólo la sensación de violencia y prohibida la pronunciación de la palabra inflación, los que se fueron parecen haber extraviado su capacidad de análisis y de autocrítica.
Scioli por su parte, que casi fue Presidente de la República, ha reaparecido en el éxtasis de su imbecilidad.
Mantienen su estilo de hablar sin decir nada y un repaso por su vida lo muestra como un mentiroso serial.
Se anuncia como un motonauta cuando en realidad el deporte que practicó se terminó con el mismo.
El prestigioso periodista deportivo Gonzalo Bonadeo ha dicho claramente que más de una vez corrió solo alguna carrera y, claro que sí, la ganó fácil.
Reconoció una hija luego del juicio por filiación que le hiciera una dama santafecina y mintió hasta el último día con su imaginaria “primera dama”.
Perdida la elección Karina Rabollini se tomó el buque para mostrar que su adhesión al optimismo, la fe y la esperanza era apenas un spot publicitario.
Para completar su paseo por el ridículo Scioli, que rindió 9 materias en pocos meses en la Universidad Argentina de la Empresa, (UADE) para recibirse de no sé qué, completó su periplo intelectual diciendo que ha mermado el uso de preservativos por culpa de Macri, que ha bajoneado el fervor sexual de los argentinos.
El Gerente de la Empresa “tulipán” salió a desmentirlo y de paso acusarlo por la ausencia de las necesarias campañas de concientización sobre el uso de ese elemento para prevenir el SIDA y los embarazos no deseados.
No se lo puede tomar en serio y, en todo caso, imaginar que no ha logrado el candidato una buena reemplazante de la fugitiva Rabollini.
En la misma línea el Senado de la Nación dio media sanción a la Ley que declara la emergencia social y alimentaria.
El proyecto es de autoría de los Senadores Abal Medina y Linares.
Abal Medina, enrolado ahora en el massismo fue Jefe de Gabinete de Cristina, razón por la que surge la inquietud de preguntarle por qué no la implementó cuando era Gobierno.
¿O no había miseria y desocupación en esos días?
Jaime Linares es, entre los 72 Senadores que componen el Cuerpo, el único que forma parte del grupo de Margarita Stolbizer.
No ha sido la suya una terrible batalla parlamentaria durante los casi cinco años que lleva en su cargo y toma ahora trascendencia posiblemente como una manera de anticipar el romance que habrá que ver hasta dónde llega entre el Frente Renovador peronista y los seguidores de Stolbizer.
La Ley aprobada en el Senado establece el aumento de las bonificaciones sociales y la obligación de crear un millón de puestos de trabajo.
Ya que está, pudieran haber dicho tres o cuatro millones, total queda bien, suena lindo y no indican de dónde podrán sacar los recursos que ello implicaría para el erario público.
La campaña está en marcha.
Y la marcha no parece frenar las expresiones de buenos deseos e imposible aplicación.
Hay, en el fondo, una dosis de populismo que nos sigue infectando y de la que deberemos liberarnos no sin esfuerzo.
La movilización del viernes de movimientos sociales y CGT es una evidencia más de las contradicciones.
No es posible reclamar la baja del impuesto a las ganancias y a la misma vez reclamar un salario social para los millones de trabajadores informales que dejó el kirchnerismo.
Por lo demás, invito a que cada uno pregunte en su grupo de amigos quién paga el impuesto a las ganancias.
Los economistas serios dicen que apenas uno de cada diez trabajadores lo hace lo que significa que la burocracia sindical está reclamando no por los pobres sino por los que ganan un sueldo más que respetable.
Se vienen tiempos de interesante ebullición …
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