Los hechos de corrupción denunciados en muchos casos hace años y las decenas que se han sumado en los últimos meses involucrando a altos funcionarios del gobierno nacional que ejerció entre 2003 y 2015, incluso a quienes ocuparon la mas alta magistratura no registra antecedentes en la historia nacional. Y no porque la deshonestidad, el abuso de poder y la falta de decoro hayan sido una novedad de estos años, todo lo contrario: lo que está ocurriendo con estas gestiones de gobierno y quienes la llevaron a cabo en un país que se destaca precisamente por la corrupción de sus gobiernos marca la «vara» que parecieran haber impuesto la mayoría de los que tuvieron altas responsabilidades en esos períodos, a los que no nos cansaremos de señalar como de dudosa «constitucionalidad» desde nuestro convencimiento que un matrimonio es a todas luces una sola persona «jurídica» y por lo tanto, tres períodos consecutivos de gobierno de «esa misma persona» está expresamente prohibido por la carta magna.
Solo la imposición de códigos políticos (que suelen no tener nada que ver con el espíritu de la ley) hicieron que esta cuestión no fuera nunca abordada con firmeza ni siquiera por la prensa nacional. Pero bastaría con preguntarles a los constituyentes de 1994 autores de la reforma que impuso el tope de los dos períodos presidenciales para la misma persona, si pasó por sus mentes que esa reforma habilitaba a los presidentes ser sucedido en la presidencia por el cónyuge mas allá de esos dos mandatos.
Retomando la línea de la situación judicial en la que aparecen implicados prácticamente todos los ministros del último tiempo de gobierno, es claro entender que la mayoría de esos casos se encuentran en períodos de proceso, investigaciones y los menos tienen condenas de primera instancia y en algunos casos, por ejemplo el ex vicepresidente Boudou, con alguna ratificación de procesamiento de instancias superiores. Esto significa que en general, no pueden considerarse culpables de delito alguno quienes no han sido condenados firmemente por la justicia. Pero, también resulta claro, que si el segundo jefe del ministerio de mayor presupuesto y que «raramente» fuera el único que no cambió a ninguno de sus mayores responsables en los 12 años de gobierno «matrimonial» aparece de madrugada escondiendo bolsos y valijas en un monasterio con casi diez millones de dólares adentro o un devenido megaempresario de Obra Pública que está preso en una cárcel desde hace varios meses tiene propiedades en sociedad con la familia presidencial y le alquilaba otras varias, se torna de difícil aceptación la presunción de inocencia en muchos de los casos aún en vía de proceso.
Al margen de toda esta situación extensamente difundida por los medios nacionales (aún los mas afines al gobierno no hacen defensa alguna de López, Baez y hasta del ex ministro De Vido), lo que no puede ser ignorado es lo que mayor motivo le da a esta columna editorial: las expresiones públicas y ante la misma justicia de los propios involucrados. Desde la ex presidenta hasta el mas famoso de los López, tanto ante los medios como en en la justicia, no hacen mucho esfuerzo en afirmar su inocencia en los casos por los que han sido denunciados. Es llamativa la estrategia de la mayoría de los denunciados. « Soy una perseguida política de este gobierno» dice la ex presidenta, mientras presenta algún escrito ante los jueces que llevan adelante causas que la complican, pero se niega a responder preguntas. Es cuanto me-nos llamativo que un inocente, con todas las garantías de un gobierno democrático que ni siquiera tiene mayoría en algún poder y con los mejores abogados defensores que se puedan contratar, no se decida tras algún tiempo a sentarse ante cualquier juez y se plante a demostrar esa inocencia.
Pero en el caso del ex secretario José López, llega al juez y le pide que cite a los actuales gobernantes porque «todos ellos están robando ahora».
Pero de su inocencia ni jota. Del origen de los millones que lo acompañaban en sus valijas ni se le ocurre decir que «se sacó la lotería» como el cuento de los antiguos corruptos.
Son varios los procesados que ni siquiera niegan sus culpas. Solo atinan a explicar que « ahora hay otros que roban como nosotros».
¿Extraño nó?.- Y como no hay derecho a no creerles, lo sensato y aconsejable es que esa misma justicia les tome a estos procesados, todas las denuncias que tengan que hacer involucrando al que sea, desde el actual presidente de la nación para abajo a todos. Sin excepción.
Pero mientras tanto, como diría un amigo del estaño: ¿Decime como hiciste la tuya hermano?. Y quédate tranquilo que ya empezamos a investigar a Macri, Michetti, Vidal, etc. etc. etc.
Pero la de ustedes: ¿De dónde salió?.
Porque esa es la cuestión. Sobran los defensores del anterior gobierno que en privado ahora nos dicen: « ¿Vos crees que algo cambió?. ¿Qué ahora no pasan las mismas cosas?». Y no podemos dejar de pensar casi mirándolos a los ojos: «Entonces vos sabías bien lo que pasaba. Vos cuanto menos sos un encubridor declarado». Y esto lo escuchamos todos casi todos los días.
Si ahora hay muchos delincuentes en el gobierno (nadie pondría las manos en el fuego por nadie), eso no hace inocente a ningún delincuente anterior. Y reconociendo el legítimo derecho de todo el mundo a defenderse y no ser declarado culpable hasta que la justicia no se expida, no afirmamos la culpabilidad de ningún sospechado, pero al menos esperamos que cada uno de ellos también nos diga que no es culpable. Que nos grite su inocencia. Que afirme que quiere demostrarla.
De lo contrario cada día se nos torna mas complejo creer en una absolución que los mismos involucrados no se animan a reclamar.
Nos resulta mas lógico seguir diciendo: « Todo bien, pero por favor decime:
La tuya….. ¿ Cómo la hiciste?.
(Editorial publicada en la edición del sábado 05 de noviembre de TIEMPO de Ranchos)