El viernes tuvo lugar una notable movilización popular que sus organizadores llamaron “marcha federal” que concluyó en la Plaza de Mayo reclamando frente a la difícil situación económica que golpea a mucha gente.
El reclamo suena legítimo y, además, es parte del ejercicio de la libertad propia de un sistema respetuoso de las leyes de la Democracia.
Sería incompleto el análisis si lo dejáramos solo aquí.
Porque la concentración mostró a un dirigente sindical que ha dado muestras de su coherencia en sus posturas, como Micheli, uno de los jefes de una de las dos CTA existentes.
Lo que suena desconcertante que en el mismo palco la misma gente aplaudiera a Hugo Yasky, dirigente de la otra versión de la Confederación de Trabajadores Argentinos, (CTA)
Porque este Yasky fue, hasta el último día, un aplaudidor frenético en la primera fila de los auditorios de la Casa Rosada cuando la ex presidenta daba sus clases magistrales de populismo explicito.
Es de esperar que Gobierno y sectores políticos y sociales encuentren un camino razonable de recuperación de la crisis heredada.
Esta columna viene dedicándose últimamente a poner el alerta no en las dificultades de la actualidad sino en los pasos necesarios para evitar que no se repitan en el futuro.
No es que los dramas actuales no existan, sino que la advertencia aspira a poner en marcha procesos largos que organicen una sociedad menos manejable por hechiceros advenedizos.
Y es aquí cuando aparece el fantasma del bajísimo nivel de calidad de la Educación sumado a ello la reiteración aburrida de las huelgas docentes.
En el término de un mes dije desde acá que debe revisarse la política universitaria, porque las banderas de la Reforma Universitaria de hace 98 años ya no son respuestas adecuadas a la realidad actual.
El ingreso irrestricto, la falsa gratuidad y la ausencia del Estado a la hora de orientar la matrícula hacia carreras de futuro es una urgencia.
Hablando de los tres niveles de la Educación en nuestra Provincia cité, a modo de ejemplo, un caso chascomunense donde en una escuela con una matricula total de 45 alumnos había 143 docentes.
Dije también que es imprescindible establecer un control social de la gestión educativa para que sepamos los niveles de ausentismo, la cantidad total de docentes al frente de grado y, por fin, establecer auditorías externas que analicen el resultado de la función de cada escuela y en función de ellas establecer una remuneración con piso y techo, para que los maestros que mejor enseñen mejor cobren y los otros se preocupen por hacerlo.
Sumo hoy un comentario que publiqué el 17 de noviembre del 2006.
“Por si no alcanza, va otra, que parece casi insuperable.
Un docente es titular de horas cátedra en un establecimiento educativo donde se produce una vacante de un cargo directivo.
En virtud de ello, se convoca a un concurso entre los docentes titulares del establecimiento.
El ganador, para acceder al cargo directivo, debe afectar las horas cátedra que tenía como titular en la misma escuela.
Esas horas cátedra quedan libres y deben ser cubiertas por un suplente.
En el listado de suplentes, aparece el mismo docente que debió dejarlas para hacerse cargo del puesto de mayor jerarquía y, ¡créase o no!, él mismo es designado para cubrir la vacante.
Aunque cueste entenderlo, el docente es suplente de él mismo”.
Todo esto está amparado por el Estatuto del docente de la Provincia de Buenos Aires, Ley 10.579, en sus 26 capítulos y 172 artículos.
Huelga tras huelga los chicos son las únicas víctimas.
Así será cada día más fácil llenar las plazas sin que nadie reaccione porque en el Palco de Honor del acto se ubiquen los Boudou, los D ´ Elía, los Estece y los Sabatella.
Solo la Educación hará posible que cuando sea necesario las plazas se llenen de gente preparada tanto para el reclamo como para la convivencia.
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22 de abril de 2024