Otra vez, como el domingo pasado, intentaré escapar del sainete policial que nos abruma.
No es que deba desconsiderárselo, pero siento como una saturación de este juego lamentable de vigilantes y ladrones.
Por supuesto que todos esperamos que los vigilantes ganen y los ladrones vayan presos.
Pero esta monotonía, más el triste show de la señora Pastor de Bonafini y el más triste aún de su barra brava, (Boudou, D ´Elía, Larroque, Sabatella, el neo-peronista Leopoldo Moreau y el resto), cansan y ya no dan ni lástima.
Puede agregarse el carreteo iniciado por la reaparecida Elisa Carrió que está tomando impulso para, como siempre, romper lo hecho porque el Mundo le queda chico.
Si alguien le dijera que puede hablar pero con la condición de que no use el pronombre “yo” quedaría muda.
Gobernar con sentido de responsabilidad y vocación de cambio en serio supone generar condiciones para que la sociedad no admita que pasen cosas como las que pasan.
Y para ello, solo la Educación será la llave que abra la puerta hacia el futuro.
A nadie escapa que los niveles de la calidad del sistema han caído por debajo del suelo.
Es entonces tiempo de empezar a imaginar como recuperar primero y superar luego lo que alguna vez fue este País en la prestación del servicio educativo.
De los dos aspectos que deben tenerse en cuenta para proyectar un cambio que mejore la prestación, el orden administrativo y el técnico pedagógico, creo que hay que comenzar por el primero que es el que posibilitará el mejoramiento del segundo que es, obviamente, el importante.
Viéndolo al apolíneo Baradell mezclado con la guardia de la jefa de las Madres de Plaza de Mayo lo primero que resulta difícil de comprender no es su presencia, a la que tiene pleno derecho, sino cómo es posible que la maestra que está al frente del aula de nuestros hijos y nietos lo legitime con su voto como dirigente sindical.
Volviendo al tema de la necesidad de reordenar el sistema es hora de proponer métodos que ayuden al control social de la gestión en las escuelas.
Hablando específicamente de la Provincia de Buenos Aires sería importante que el Gobierno ponga en manos de la sociedad datos que permitan saber qué pasa en las escuelas, cuáles son los datos reales del funcionamiento escolar y dónde hay fallas que deben corregirse.
En este sentido debería ordenarse que las Jefaturas de Distrito, las Secretarías de Asuntos Docentes u otra dependencia oficial publicaran mensualmente ciudad por ciudad los porcentajes de ausentismo por rama un mes y por escuela el otro, para que todos sepamos cómo es el famoso misterio de las licencias y las suplencias superpuestas.
De igual forma debería informarse cuántos maestros hay en cada Distrito y cuántos alumnos, para sacar la cuenta de cuantos chicos hay en serio por cada maestro.
También sería interesante saber qué cantidad de maestros están efectivamente al frente de grado que, seguramente, son muchos menos que los que figuran en la planilla de sueldos.
Si alguien tiene la posibilidad de consultar sobre irregularidades se sorprenderá casi hasta el infarto.
Para muestra baya este botón: en una escuela de Chascomús, hace no tanto tiempo, había algo más de 140 docentes para atender una matrícula de 45 alumnos.
Volviendo al comienzo de esta nota sólo un pueblo educado impedirá que pasen las cosas que nos pasan.
El Gobierno debe empezar sabiendo que no verá la obra terminada.
Pero ganará el respeto y el apoyo de la comunidad si inicia el camino.
Nuestra Provincia tiene al frente del ejecutivo una mujer valiente y confiable.
Alguien debería hacerle llegar estas inquietudes para que en medio de la vorágine de su gestión se haga un minuto para disponer medidas de control administrativo que saquen a los chicos de la ineficiencia de que son víctimas inocentes.
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