Como aseguran las madres y ahora también los padres jóvenes a los que se les permite el acceso al parto, todo nacimiento incluye una serie de sensaciones contradictorias que lo hacen inolvidable.
En la sociedad argentina ocurre lo mismo.
El alumbramiento de un cambio sustancial de métodos, objetivos y valores trae consigo esperanzas pero también dolores inevitables.
La situación ha sido comprendida por la mayoría de la gente así como por los sectores políticos diversos que, con mantenimiento de sus individualidades, han sabido adaptarse a la convivencia democrática y se muestran proclives al entendimiento no especulativo en procura de la solución o al menos la moderación ante el desastre heredado.
Así es que se ha logrado el dictado de leyes importantes pese a que el oficialismo no cuenta con número propio suficiente en las Cámaras.
Quizás el ejemplo más contundente haya sido la votación en el Senado de la Nación de las leyes que facilitaron el pago de las deudas con el exterior.
Allí el Peronismo, en sus distintas expresiones, tiene 45 senadores del total de 72 del Cuerpo.
Las leyes lograron el voto afirmativo de cerca de medio centenarde Senadores, lo que muestra que parece que estamos aprendiendo a convivir.
Lo mismo oculrrirá ahora con el blanqueo y el pago a jubilados.
Es claro que luego de una docena de años de populismo autoritario, despilfarro y corrupción, no todas han de ser flores.
Hay residuos contaminantes del kirchnerismo extremo que no se muestran dispuestos a aceptar las reglas de la Democracia.
La razón última de estas conductas es que no son democráticos ni lo serán.
Así es que Ricardo Foster, que formara parte del Gobierno anterior con el título ridículo de titular de la Secretaría Estratégica de Planificación del Pensamiento Nacional diga que no quiere que al Gobierno le vaya mal pero sí que le baya mal a Macri.
O que Espinosa, ex intendente matanzero y compañero de fórmula de Aníbal Fernández anunciara que si se moviliza el Gran Buenos Aires Macri vuela por los ídem.
O que el desagradable Luis D ´Elía dijera que dentro de poco la vamos a pedir a Cristina o la última, y no por ello la menor sino todo lo contrario, ese personaje repugnante que es Guillermo Moreno dijera que Videla tiraba compañeros al río pero no se metía con la comida de la gente, lo que sí hace el Presidente Macri.
Estos tipos no están solos, pero casi.
Son retazos residuales de una experiencia totalitaria transformada en secta en proceso de extinción.
Siguen inercialmente detrás de una ilusión perdida en la inmensidad de la Patagonia, a la espera de la “cadena nacional de tuiter” que cada tanto vomita la dama solitaria de Calafate.
Debe ser triste y difícil la soledad por fuera y por dentro.
El resentimiento, la percepción del abandono, la memoria de los aplaudidores y la cercanía de los barrotes han de doler en el alma, si la tiene.
Todos estos condimentos aderezan una campaña seguramente fallida de intentar movilizar a sectores golpeados por la dura situación económica que puedan generar algún conflicto social grave en el conurbano.
El Gobierno Nacional y el de la Provincia están alertas y trabajan para atemperar este tiempo áspero que se espera sea pasajero.
Los residuos contaminantes que quedan serán apenas una anécdota más de la mediocridad que nos gobernó.
No todo está bien.
Es mucho lo que falta.
El tema es no dejar hendija alguna para que pueda volver la contaminación populista que tanto daño nos causó.
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18 de abril de 2024