El paisaje político argentino es multifacético.
El capítulo judicial/policial marcha a paso redoblado con barrios presos que, de todos modos, serán apenas la primer fila de una larga cola que ha de seguirlos.
Cada día aparece una causa nueva, con protagonistas algunos repetidos y otros agregados, lo que asegura que estamos en las vísperas de la concreción de un viejo sueño de la sociedad cual es que los funcionarios que delinquen tienen que terminar presos.
Las balas pican cada vez más cerca de los antiguos intocables.
Si hasta el sepulcro del presidente muerto ha sido visitado por la autoridad.
Sólo falta que además de mirar la construcción llegue el momento en que también alguien disponga que se mire dentro del cajón, para despejar dudas que nadie nombra pero tampoco nadie olvida sobre las causas reales del fallecimiento.
Mientras, el Mundo sigue andando y naturalmente la Argentina también.
La sanción legislativa de la norma que prohíbe los despidos y establece la doble indemnización dio lugar al ejercicio de una ingeniería política complicada.
Cada cual hizo su juego.
De los tres sectores políticos en pugna el más castigado resultó ser el que conduce Sergio Massa.
Da la impresión que la coherencia está pasando a ser un valor respetado y quien no la tenga deberá correr con el costo de tal carencia.
El Gobierno se mantuvo fiel a su decisión de oponerse a la ley, que considera un cepo al trabajo que no sirve para estimular la creación de nuevos puestos laborales.
El Peronismo, en sus distintas variantes, se mantuvo firme en su oposición más terca, suscribiendo su caprichosa idea de que cuanto peor le vaya a Macri mejor para ellos.
Es un infantilismo alimentado por la frustración y el rencor que los pinta de cuerpo entero.
Poco importó que años atrás fueran ellos mismos los que pomposamente se opusieran a una propuesta igual.
Massa y sus seguidores eligieron otro camino.
Dieron vueltas por acá y por allá y finalmente terminaron votando junto con el kirchnerismo.
El ex Intendente de Tigre tiene una vocación protagónica que lo desborda.
Su vida es una especulación constante pensando cómo salir en el diario y ganar un espacio en la TV.
A veces parece un habilidoso jugador de básquet que hace jueguito con la pelota, la domina y la maneja con destreza pero, finalmente, sucumbe porque mide 1,60 metros y quiere jugar en la NBA, donde los competidores andan por arriba de los 2 metros de altura.
El ingeniero Macri vetó finalmente la ley, que es lo que había anunciado.
Entiende que esta es la manera de facilitar la inversión que convoque a nuevos trabajadores.
No falta tanto para el segundo semestre, que ha sido señalado como el tiempo en que empezará a notarse una imprescindible reactivación económica que baje la inflación y mejore la condición de los sectores más débiles de la sociedad.
Entretanto, una serie de medidas oficiales apuntan a menguar los dolores de la crisis.
No es fácil salir de la ciénaga.
Está bien que los que allí nos dejaron paguen sus culpas.
Pero además, es de desear que los nuevos rumbos acorten distancias entre esta realidad dura y la calidad de vida que nos merecemos.