La grieta es una expresión que se puso de moda en los últimos años como síntesis de una profunda división que se advierte en la sociedad argentina y que si bien tiene sus raíces en la política con sus pertenencias y oposiciones, ha alcanzado prácticamente todos los niveles, profesiones y quehaceres de los argentinos.
La grieta en aquellos que la han impuesto como reflejo de lo que ocurre en los últimos años es un intento de pretender que cual una línea divisoria, una zanja, un canal, un curso de agua nos ha puesto a los argentinos de un lado y de otro para disentir en todo lo que hace al interés general y en algunos casos, mas que disentir enfrentarnos hasta pasar de las palabras a los hechos hasta de forma irreconciliable aún en el seno íntimo de muchas familias.
Por cierto que si en algún momento la frase sirvió para pintar un gráfico apto para alumnos de primer grado de la relación existente entre nosotros, deberemos aceptar que a esta altura, la grieta es una minimización de la realidad. Es un disimulo de un convivencia destruída, de una forma de relacionarnos que no tiene antecedentes ni siquiera en las épocas fundacionales de la república donde todo o casi todo se conseguía a fusil y sable.
En el mas alto nivel de referencia social, entiéndase gobernantes, opositores, dirigentes en general, periodistas, sindicalistas y protagonistas de la sociedad, lo que se ve y se escucha es de una violencia, brutalidad y cinismo que nos ponen al borde mismo de la ruptura total como sociedad organizada.
ASÍ NO SE PUEDE SEGUIR HACIENDO PATRIA. Claro está: ni mucho menos.
Diariamente se observa en medios de comunicación como actores de la vida diaria ligados (de la forma que sea: convicciones o intereses menores) dan la vida y ponen las manos en el fuego por 12 años de un gobierno (los anteriores) que seguramente hizo cosas bien, pero que hoy tienen procesados en la justicia a por lo menos la mitad de los que fueron sus funcionarios y contratistas amigos en causas en las que las cifras de dinero desviado por la corrupción tienen tantos ce-ros a la derecha como jamás se pudo imaginar siquiera. Que estén en una o varias causas involucrados los dos últimos presidentes de la nación; el último vicepresidente; el último Jefe de gabinete de ministros; el ministro de Obras Públicas de los 12 años de gobierno; ya preso y confeso el secretario de transporte de la nación; el que fuera titular de la Secretaría de Drogas (por traficar efedrina); imputados el que fuera titular de la AFIP durante esos 12 años; el hijo del matrimonio presidencial y personajes como Milagro Sala para no seguir con la lista que no podría dejar afuera Sueños Compartidos con Shocklender y Bonafini y a muchos mas.
Pero que además aparezca totalmente «en blanco» y documentado que un ex empleado de banco (ni si-quiera era gerente) de Santa Cruz haya pasado de esa condición a propietario de estancias cuya extensión suman VEINTE VECES la Capital Federal, flotas de mil automóviles y cuentas en todo el mundo que parecieran no alcanzaron para invertirla toda, ya que la justicia está buscando billetes enterrados bajo la tierra o en alguna bóveda no da lugar a esbozar siquiera defensa alguna.
¿Qué hace falta para aceptar que Lázaro Baez y su grupo han recibido (el término usado no es casual) su-mas difíciles de imaginar para el ciudadano común y naturalmente mal habidas, porque no hay manera de pasar del mostrador del banco a este megamultimillonario en pocos años «por derecha»?
Y se siguen repitiendo las voces que en nombre de lo que llaman «convicciones» claman porque se espere que la justicia dictamine, que todo es un operativo mediático, etc. etc.- Hay otros que citan situaciones nada éticas (y tal vez alguna ilegal) que relacionan a funcionarios del actual gobierno y hasta el mismísimo presidente.
Que no hay dudas que deben ser investigadas con rigor y celeridad. Pero que desde la misma acusación en ningún caso alcanzan la dimensión de lo anterior.
SIN QUE LA COMPARANCIA SIRVA DE ATENUANTE NI JUSTIFICATIVO ALGUNO.
Pero si se niega lo evidente. Si con tanta pasión hay tantos Brancatelli (él al menos no puede disimular que cumple un rol por el que cobra) que permanentemente niegan hasta la frase bíblica de «Ver para Creer» y dicen y piden que nadie crea lo que todos vemos, queda claro que no hay posibilidad alguna de diálogo. De un mínimo entendimiento.
Resulta tan imposible como pretender hacer juntos algún cálculo matemático, cuando una de las partes afirma que dos mas dos no resulta cuatro.
Y cuando tanto se menea buscando las causas que nos llevaron a esto, no debiera ser tan complejo hallar la madre del borrego: Es la plata estúpido diría remitiendo a aquél presidente norteamericano un observador.
Disfrazada de ideologías, de discursos, de «convicciones», la única y auténtica razón de este «logro» es la plata. Esa que hacía que nuestros abuelos nos enseñaran que «por interés baila el mono». Planes, subsidios, contratos, empleos en organismos donde no había espacio físico para albergar a todos sus «trabajadores», licitaciones, nombramientos, pagos por boletas mentirosas, alquileres de hoteles para nadie, comisiones, fletes y otras yerbas, son demasiados argumentos para convencer a muchos que no aceptan ni se resignarán a que ese tiempo terminó.
Y como aceptarlo si en un caso del que se habló mu-cho menos hasta ahora de lo que lo hará la historia, la presidente no entregó el mando a su sucesor al irse.
¿Hace falta mayor bajada de línea que la del 10 de diciembre?
Lo cierto es que a cinco meses de asumir, el nuevo gobierno debe dar unas cuantas explicaciones propias. Algunos de sus conspicuos dirigentes (el intendente de Lanús por ejemplo) aparecen complicados en casos nada transparentes. Y es imperativo que la justicia ponga blanco sobre negro en estas cuestiones. La pregunta es: ¿Cómo hacer la limpieza fina y actual si negamos o pretendemos hacerlo, hechos tan con-tundentes, evidentes y escandalosos como los que afectan al gobierno anterior?.
También decían nuestros abuelos: Lo primero es lo primero. Y como debemos ser una república que in-vestigue y controle a sus gobernantes mientras gobiernan y no 15 años mas tarde, urge poner el pasado en orden (y justicia) para centrar todas las miradas en la actualidad.
Sin una cosa no habrá otra. Y cada día se ahondará mas esto que siguen llamando la grieta y que para nosotros se parece mas a un edificio a punto de desplomarse.
Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del sábado 30 de abril 2016)