Nada hay mas básico en un sistema democrático que la defensa, el sostén y la promoción de la libertad de expresión y el acceso a manifestarse libremente.
Pero resulta claro que ese derecho garantiza otro de igual valor: la absoluta devolución para todos los demás a expresarse sobre esos dichos, la réplica y mucho mas a la desmentida y la recurrencia a la justicia si en el uso de la libertad primaria resulta afectado su nombre y a su criterio es dañado.
Esta introducción que podría ser mucho mas amplia, surge a raíz de la curiosa presencia en casi todos los medios del ex secretario de Comercio del anterior gobierno, Guillermo Moreno, a los que concurre para seguir mostrando toda su estampa de «patotero del arrabal», con pretendidas cátedras sobre la economía del país y naturalmente, relatando las maravillas de su gestión (de la que ni siquiera vale la pena analizar nada) y pronosticando el desastre que se viene en un país que no es gobernado por su partido y, sobre todo, sin que él maneje absolutamente toda la economía (comercio interior y exterior; exportaciones e importaciones; convenios públicos y «privados» con países como Angola, Guinea y otros que Moreno promovió con envidiable entusiasmo; poner y sacar ministros de economía hasta que el último lo echó a él, etc. etc..-
Escucharlo y verlo un rato a Moreno (deber que uno debe cumplir por estrictas y únicas razones profesionales) lejos de producir enojos o irritaciones, genera a la vez una enorme angustia y la impotencia de seguir confirmando en que manos ha estado la administración de los dineros públicos durante muchos años.
¡Qué grado de idiotez ganó primero a los gobernantes que lo designaron y le dieron semejante poder y luego al resto de los argentinos que no hicimos NADA (mas que meros comentarios de café) ante los gravísimos hechos cometidos por este abusador de poder, extorsionador, desconocedor de derechos y hasta de dudosa transparencia en muchos de los grandes negocios que reguló.
Noches pasadas, Moreno explicó (a los gritos y sin dejar siquiera preguntar a un conductor como Fantino que hizo uno de los papeles mas tristes que se le conocen como «periodista deportivo» como lo ninguneó toda la noche el entrevistado que seguramente no debe opinar lo mismo de Victor Hugo Morales, «el relator») entre otras cuestiones la caída de la recaudación de impuesto nacionales en la breve gestión del gobierno de Macri.
Realmente, en cualquier sketch del Gordo y el Flaco en blanco y negro hace 50 años se observaban argumentaciones mas serias y sólidas que las de Moreno: «Al gobierno se le caen el cobro de impuestos porque es sabido que nada concientiza mas que el ejemplo» afirmó, pegándole su nariz al periodista, para agregar: «Y como todos saben que Macri no paga impuestos, entonces predica con el ejemplo. Si el no paga porque nosotros le vamos a pagar a él» dice la gente y ahí se sintió poco menos que un profeta tras predecir la razón de todos los males habidos y por haber.
Lamentablemente abrumado por un entrevistado al que cualquier periodista lo hubiera despedido largo rato antes (no por sus opiniones, sino por sus modos absolutamente intolerables) el conductor ni siquiera le preguntó al ilustre ex funcionario si su teoría estaba vigente hasta hace tres meses cuando gobernaba su gobierno. Porque de ser así, el pueblo no actuó en consecuencia con los ejemplos de Amado Boudou, ni con los de Felisa Micheli, ni con los de Jaime, los fun-cionarios del Sedronar, los Lázaro Baez o Cristobal López. Ni con los ejemplos de Uberti (para que no se recuerde solo lo mas cercano) o las valijas de Antonini Wilson.- Ni fueron tan ejemplo los dineros de los sueños com-partidos, o los millones de Milagro Salas.
Tampoco el pueblo argentino salió a construir hoteles para llenarlo todo el año con los pilotos y las azafatas de Aerolíneas Argentinas hasta en las semanas que no había vuelos a los pagos de esos hoteles.
¿Dejó el pueblo honesto de hacer sus aportes, porque estos iban a parar a las cajas donde haciendo firmar a mas de 400.000 muertos se fugaron mas de mil millones de pesos?.-
El daño que funcionarios como Guillermo Moreno y quienes lo avalaron le hicieron al país será difícil de medir en su verdadera dimensión. Pero al menos por la salud emotiva de los argentinos, si a este personaje hay que reconocerle el derecho democrático a expresarse, pónganle enfrente a periodistas que al menos le hagan este tipo de planteos muy básicos.
Porque oir los monólogos de este señor que gritó durante años un origen que mentirosa-mente le atribuyeron a los hijos de la dueña de Clarin y jamás expresó una sola palabra de disculpa, sigue haciendo mucho daño.
Por la salud del sistema que se le permita seguir relatando. Pero también por la salud de los argentinos como decía el conocido médico mediático que no dejen de tomarse los recaudos pertinentes.
(publicada en TIEMPO de Ranchos en la edición del jueves 24 de Marzo 2016)