Esta es, aunque suene obvio, una columna semanal de opinión política que tiene ya unos cuantos años de vida.
Como tal, se sirve de datos y acontecimientos que proveen los medios de información y dan lugar a espacios de análisis y expresión de formas de sentir y pensar.
Nunca hay ni habrá aquí intención alguna de imponer criterios ni procurar inducir a nada por vía de la mentira.
Los textos apenas pretenden operar como un disparador del pensamiento para que cada lector elabore su propia idea y toma de posición frente a cada comentario.
Esta introducción obedece al tema elegido, que es el regalo que el Papa enviara a la jujeña Milagro Sala, hoy detenida por orden judicial en una cárcel de su Provincia.
Como es de público conocimiento esta mujer montó una organización comunitaria que fue utilizada por el gobierno desplazado en las últimas elecciones que se dedicó a administrar fortunas públicas por fuera de la estructura oficial del Gobierno jujeño.
La Tupac Amaru, nombre de la organización dirigida con mano dura y estilo militar por la jujeña, construyó viviendas, escuelas y servicios fuera del control administrativo del Estado en base a los dineros millonarios que le enviaba el Gobierno Nacional, sobre todo desde el Ministerio que manejaba Alicia Kirchner, hermana del presidente muerto y por ello cuñada de la ex-Presidenta.
También le sirvió para construir autos de alta gama para ella y su familia, una mansión para vivir, veranear en el Conrad de Punta del Este y para ir al banco a retirar millones en bolsas.
La actitud del Papa ha provocado una reacción fuerte de sentimiento y silenciosa de expresión en muchísimos argentinos.
Ocurre que no es la primera que impulsa a creer que hay una clara identificación político partidaria del Jefe de la Iglesia con la mujer presa y con todo el kichnerismo.
Cuando el Papa era Bergoglio, los Kirchner lo maltrataron y le mostraron su desprecio de mil maneras.
Si hasta cuando fue elegido Papa la Presidenta anunció despectivamente en un acto en Tecnópolis que había sido elegido Pontífice “un sacerdote latinoamericano” y los muchachos de la Cámpora silbaron fuerte.
A los dos días la Presidenta se volvió católica militante y fue y vino varias veces tanto para explicarle lo que es un mate y una bombilla cuanto para llevarle un muestrario de sus seguidores con camisetas camporistas.
Vale recordar también que el Papa apareció en un afiche con la ex y el primer candidato a Diputado oficialista, Martín Insaurralde, en plena campaña electoral.
Algunos dijeron que fue engañado, pero cuesta creer que pueda ser cierto.
En el caso del regalo del instrumento litúrgico a la presa jujeña, no vale el fundamento de la infalibilidad del Papa, establecida en el Concilio de 1870 sólo para cuestiones dogmáticas de Fe y Moral.
Acá está metiéndose en cuestiones mundanas que desconocen que esta República, que es la suya, se rige por la división de Poderes y Milagro Sala está presa por disposición de la Justicia.
Tampoco puede desconocer el Papa en virtud de la capacidad de información que uno imagina debe tener la Institución que él dirige, que su actitud habría de servir para potenciar los 200 cortes de rutas de hace tres días, donde además es poco probable que alguno de los piqueteros sean feligreses de comunión diaria.
El Estado es una organización laica y por ello no corresponde que una organización religiosa pueda arrogarse comportamientos que generen conductas que molesten a los ciudadanos que no forman parte de la Iglesia.
En todo caso, podría disponer el Papa una misa en cada parroquia, pero no inducir a un corte de calle en cada esquina.
Igualmente molesta la actitud marketinera de haber dado difusión pública al regalo.
Hecho en silencio, hubiera sido una actitud que podría ser juzgada internamente por los que son parte del catolicismo.
Los demás ni nos hubiéramos enterado y todo bien.
Evidentemente es necesario fortalecer el respeto mutuo, para que la gente que no forma parte de la Institución religiosa no se sienta avasallada por un comportamiento ajeno.
Obviamente cada uno puede sentirse parte de la Iglesia a que lo convoca su Fe.
Por eso hay más de una Religión.
Y por eso también no hay ninguna.
Lo que debe ser único es la República laica, democrática y centinela de nuestra Libertad.
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