Vive este pueblo las horas de su cumpleaños número 235 desde aquella llegada a la vera de su laguna de los primeros fortineros que venidos desde la vecina guardia de Chascomús, achicaron las distancias que había entre los mangrullos que se lavantaban «de este lao» del Salado para impedirle al malón subir en dirección a Buenos Aires.
Celebrar una fundación, recordar la historia, remitirse a los orígenes se ha convertido en la Argentina de estos tiempos de revisionismo, según lo llaman algunos, o de «politiquería barata» en el mayor de los casos según nuestro criterio, en un serio motivo de discusiones berretas, muy amateurs que sin embargo son llevadas a límites impensados hasta por denominados intelectuales e historiadores a los que se suman con entusiasmo ignorantes de toda cepa.
Hablar de la lìnea de fortines, remite inexorablemente a la llamada era de la colonización en la que «los melicos» fueron enfrentando al indio hasta desembocar en la campaña del desierto liderada por el general Julio Argentino Roca que llegara hasta el Neuquén y Río Negro y abarcara finalmente toda la Patagonia, hasta entonces ocupada por aborígenes que al mirar de hoy serían chilenos.
Suele la tan sesgada como interesada argumentación de esos sectores «revisionistas» ser tan implacables con Roca, por el costo y las injusticias de esa campaña – que ciertamente las hubo – de toda cuestión resuelta por la vía de las armas, como con Sarmiento, al que acusan de haber pretendido entregar la Patagonia. A partir de esta dualidad de posturas, a las que siempre creen encontrarle explicación razonable, pueden imaginarse las mas vagas e incomprensibles ambigüedades, que si solo se limitaran a discusiones históricas serían menos graves (siempre es dañino armar relatos tan sesgados y personales ), pero que en nuestra sociedad siempre terminan siendo la razón para armados y posturas contemporáneas.
La realidad política de cada día suele ser diagramada según el criterio con que se cuenta la historia. Así, no hace tiempo que un gobierno argentino, le quitó el nombre de Perito Moreno a un importante espacio de la Universidad del Sur en Bahía Blanca para reemplazarlo por el de Salvador Allende, el desaparecido presidente chileno. Un chileno socialista en la Argentina no se hubiera animado a tanto. Hemos asistido en los últimos dos años a una ardorosa discusión a partir de la decisión del gobierno nacional de arrancar una estatua de Colón instalada en los patios dela Casa Rosada para ser reemplazada por una de Juana Azurduy. Y hasta la justicia debió tratar esta cuestión.
Podríamos hacer un listado que ocupe toda esta edición con las grandes divisiones de los argentinos por cosas de nuestro pasado, de nuestras raíces, de nuestros antepasados. Vaya si se gasta tinta entre morenistas y saavedristas. De Rivadavia ni hablar y otro tanto de Rosas, Urquiza, Mitre y Sarmiento.
Pero no en debates entre especialistas para contar mas ilustrativamente nuestra historia. Sino entre politiqueros actuales que hablan de ayer, pensando en mañana mientras hoy lo pasan lo mejor posible. El pasado es, según lo intentan, nuestro gran tema de discusión.
Mientras, estas pampas cada día están mas amenazadas por los Lanatta, los narcos, los sicarios y las desvencijadas fuerzas de seguridad que no le dan seguridad a nadie. Ya ni a ellas mismas como ha quedado demostrado en estos días.
Resulta oportuno entonces, hacer un análisis serio y responsable, en esta sociedad parida de un fortín ocupado por soldados, acompañados por una imagen de Pilar que nadie acierta bien a saber como llegó y que se convertiría luego en la Patrona religiosa entronizada en una Iglesia que aprobara y comenzara a levantar el presidente Mitre. No es esto tomar posturas actuales ni opinar. Es simplemente contemplar nuestro espejo retrovisor y no deformar lo que nos devuelve.
Si se quiere, puede decirse que es el mismo pueblo que tiene su «casa de gobierno» levantada e inaugurada por un gobernador como Manuel Fresco, que bien justifica la pregunta sobre por que no tiene su nombre ni en una placita de campo, siendo el gobernador que, por lejos, mas obras hizo en la historia de la provincia.
Pero a esta altura de la lectura no serán pocos los que se levanten ofuscados y no sigan leyendo estas líneas.
No es ni por asomo, este artículo un pretendido amparo a los errores de Mitre en la guerra con el Paraguay. Ni una defensa de Colón – demasiado viejo eso para una discusión – ni una ofensa a Juana Azurduy Bermúdez de Padilla. Tampoco es una loa a la década del treinta y el ejercicio político de los tiempos de Fresco. Es solo un raconto de la historia real de este pueblo con la cual se han ido forjando estos 235 años.
¿Vale plantarse al debate minucioso de estos aspectos hasta internarse en una inacabable guerra de datos para forzar posturas en favor o en contra de cada cosa o cada protagonista ?.¿ O llegará el momento de aceptarse tal cual somos y empezar a discutir con entusiasmo y amplitud la historia que haremos de hoy en mas ?.
Suele decirse que un reconocimiento, un premio o una distinción no son mas que un desafío para saber si a partir de ello se hacen los merecimientos para justificarlo. Se nos ocurre una idea compatible con este concepto. ¿ Y si tomamos este cumpleaños como el desafío para demostrarnos cuanto nos merecemos estos 235 años que han pasado con todas sus generaciones para demostrar que nada fue en vano ?.
No parece descabellado, viajar hasta el 1781 para tomar largo impulso que nos permita lanzarnos al futuro con todo impetu. Sin vértigo, pero sin pausas ni pérdidas de tiempo que nos dejen fuera de los tiempos que clasifican a quienes han dejado la discusión del pasado para ocuparse de imaginar el futuro.
Y nos parece también que es la mejor manera de celebrar ese nacimiento. Que fue como fue. No como nos gusta a cada uno o como lo quiera imaginar cada cual.
Vale la pena, vaya si vale, celebrar un año mas de vida de nuestro pueblo. Sobre todo si ese acontecimiento nos permite unirnos en la identidad pueblerina y proyectarnos a un futuro que aún no se escribió. Ni tiene sus héroes. ni vencedores ni vencidos. Que nos está esperando a nosotros para que lo hagamos. Para que seamos esos héroes.
Hemos llegado a los 235 años. Es momento de demostrar que no es en vano.
(Editorial de TIEMPO de Ranchos del 15-01-2016)