Esta es la primera columna de opinión luego de la asunción de la Presidencia de la Republica por parte de Mauricio Macri.
Vale aclararlo porque algún lector distraído puede suponer que el título corresponde a una novela del corazón o a un programa televisivo de la tarde dedicado a la farándula.
En verdad la intención de citar a las rosas y las espinas es una forma de analizar cómo hay siempre buenas y malas, dulces y amargas, blancos y negros.
Apenas 10 días del ejercicio del poder han alcanzado para mostrar actitudes y estilos que permiten anticipar algo de lo mucho que deberá hacerse para salir del fango heredado.
El Presidente ha dado respuesta a los planteos que anticipó en su campaña electoral.
Se terminaron las retenciones a la producción agrícola ganadera, (con excepción de la soja a la que se le redujo el 5 %), a la industria, se terminó con el cepo cambiario sin que afortunadamente se produjera el caos explosivo que anunciaban Scioli y compañía en su campaña del miedo.
Algunos de los que tenían que irse se fueron.
Otros pretenden luchar para no abandonar ni los escritorios ni los sueldos y será ardua la tarea de limpieza y desinfección que el Gobierno tiene por delante.
Posiblemente lo que más se parezca a las rosas del título sea el clima distendido y cordial que usa el Ing., Macri para hacer y decir lo suyo.
Es que estábamos verdaderamente agobiados del grito desafinado, la crispación, las lágrimas de cocodrilo y el reto destemplado que usaba la doña desalojada.
Este notable cambio de clima se ha contagiado entre nosotros lo que hace posible soñar con una Argentina donde efectivamente sea posible dejar de sentir enemigo al que solo es un contrincante.
Es claro que, como las rosas, hay también espinas que lastiman y dificultan el acceso a los pétalos de terciopelo y color.
El método elegido para nombrar por decreto a dos miembros de la Corte de Justicia ha sido una patinada que debió evitarse.
Algunos constitucionalistas han respaldado la legalidad del acto pero, como siempre, hay entre los leguleyos una biblioteca para decir que sí y otra para decir que no.
Más allá de la eventual legalidad, se trata en este caso de la legitimidad, que suena parecido pero lejos está de ser lo mismo.
Otro pinchazo que deberá evitarse es el traslado a precios del sinceramiento del valor del dólar, que fue devaluado por el gobierno anterior aunque el relato pretendiera esconderlo.
No le será fácil a la nueva gestión la tarea de reparación.
Porque no han dejado nada equivocado por hacer y porque además los sectores más radicalizados del cristinismo, que no son democráticos, no están dispuestos a someterse a la derrota electoral que les profirió la gente.
Hacer una concentración de resistencia a un Gobierno que tiene 10 días es un acto de total irracionalidad.
Si se atiende a los motivos de la convocatoria estaremos ante una total ausencia de vergüenza y presencia de hipocresía.
Que “la Cámpora” convoque por la independencia del Poder Judicial y la libertad de prensa es como si las barras bravas del fútbol llamaran a marchar contra la violencia en las canchas.
Hay que imaginar que sectores peronistas con sentido republicano, que los hay, se encargarán de organizarse de manera seria y comprometida con la convivencia para arrinconar a los sectores que muestran hoy sus dientes dolidos por la pérdida de privilegios.
El Gobierno deberá revisar nombramientos, aptitudes y actitudes para descargar las largas listas que la Señora incorporó de apuro en los últimos días de su reinado.
Sin sueldos mal habidos, muchos de los que salieron a la plaza el jueves no podrían hacerlo porque en alguna parte deberían estar trabajando o buscando trabajo.
No se puede hacer todo de una vez.
Pero hay actitudes que alumbran algún modesto optimismo.
La resurrección del caso del asesinato del Fiscal Nisman, la prohibición de salir del País a Boudou y su pase a juicio oral por el caso Ciccone, el anuncio de la jubilación de Ouyharbide, la vuelta de la Argentina al mercado de capitales, son buenas muestras.
Se trata de gobernar sin corrupción, sin soberbia y sin cometer el error de enamorarse perdidamente de uno mismo.
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24 de abril de 2024