El párrafo que sigue entrecomillado y en negrita es copia textual de la columna del domingo anterior. “Los desencuentros a la hora de definir hora y lugar del acto formal de profundo contenido simbólico que es la entrega de los atributos presidenciales a su sucesor la muestran al desnudo.
Es altamente probable que no vaya.
Y a decir verdad, más que no ser demasiado importante, casi suena mejor que así sea.
Porque no vale la pena poner una rama de ortiga entre las flores coloridas y perfumadas de una fiesta de la Democracia.
Ella es así, y no hay por qué procurar un cambio ya imposible a esta altura de su adultez.
Mejor esperar que el reloj haga lo suyo aunque mientras tanto debamos soportar, como ayer, esas inauguraciones de obras no concluidas decoradas con los aplaudidores de siempre, aunque menguados en número, o la innecesaria figura de una inocente de 4 años haciendo con sus manos la “v” vaya uno a saber de qué victoria.
Ni sus departamentos en Puerto Madero, ni su cadena de hoteles, ni su dinero ni sus carteras y joyas fastuosas la harán rica.
Será siempre pobre porque pobre es quien no tiene amigos.
No los tiene, no los tendrá y ante la posibilidad de un cambio real, nada fácil y que exigirá comprensión y capacidad de gestión, bueno es que alentemos el dictado de leyes que declaren la imprescriptibilidad de los hechos de corrupción, la del arrepentido y la de extinción de dominio de los bienes producto del latrocinio.
Solo con eso y una Justicia valiente e independiente alcanzará para que gane la calma, la tranquilidad y cada uno pague o cobre por lo que hizo”
De todos modos, y no obstante haber transcurrido apenas un rato de la asunción del nuevo Presidente, ya hay material como para tomar conciencia de lo que en verdad somos, de cómo expresamos nuestros pensamientos y cuáles son nuestros valores sociales.
Las famosas plazas llenas han dejado de ser un testimonio irrefutable de popularidad.
Ya lo probamos cuando un día la llenó Galtieri para anunciar la fantasía de recuperación de las Malvinas y a los dos días se volvió a llenar en su contra y con una represión salvaje propia de la dictadura.
Ahora tuvimos otra vez dos plazas llenas.
Una colmada de gente y de micros naranja.
Otra, llena nada más que de gente auto convocada.
Da la impresión que a la sociedad le ha ocurrido un hecho difícil de explicar.
Es como si hubiera estado en estado vegetativo durante 12 años y medio y por esa magia inexplicable de la naturaleza, se despertó en plenitud física y mental.
Rápidamente se adaptó a las cosas nuevas, buenas y malas ocurrida durante su letargo, y sin titubear se puso en marcha al son de los nuevos aires.
Un Presidente que actúa como un ser humano educado y desfachatado bailarín, una Vice Presidenta que canta cumbia, una Gobernadora de la Provincia que tiene 43 años y se muestra más firme que un quebracho y nos salvó de la bacteria del bigote son la nueva escuela que se construye sobre los viejos y eternos valores del respeto y la buena educación.
No serán infalibles, porque nadie lo es, pero parecen estar dispuestos a escuchar más que a decir, y a corregir más que a atarse a la tozudez de sus equivocaciones.
Habrá que mantenerse atentos para señalar eventuales desvíos.
Por el pasillo de salida se fue una troupe de fundamentalistas del populismo.
Seguramente muchos de sus adherentes volverán ellos también a la razonabilidad y la convicción democrática para seguir dando la legítima lucha por el poder que es el ejercicio sano de la Política.
Algunos, posiblemente pocos, seguirán mostrando la enfermedad que los supera.
La señora vuelta a casa en clase turista de Aerolíneas, el tuiteo del vuelo de una gallina y la vergüenza compartida por los que no se animaron a decir que no y dejaron vacío el recinto de la Asamblea Legislativa serán apenas un capítulo no para la Historia grande de la Patria sino un tema par análisis para estudiantes de primer año de psicología.
Queda para el ingeniero Macri y su equipo una tarea difícil.
Será menos difícil si todos ponemos un grano de arena.
Por suerte, algunas consignas ya están escritas en el corazón de los argentinos.
Una, rotunda, es “Memoria, Verdad y Justicia”.
Con su uso, podremos vivir el espectáculo democrático de ver adentro a los que se enriquecieron indebidamente.
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