Este domingo se votará en todo el país y a la noche la Argentina tendrá su nuevo presidente que en menos de 20 días estará asumiendo la enorme responsabilidad de hacerse cargo de un país, que sigue siendo potencialmente rico en múltiples aspectos, pero que es verdaderamente pobre, no solo por su situación financiera y monetaria ( devastadas), sino por la cultura desarrollada en la inmensa mayoría de los argentinos, que lejos está de ser la mas propicia para salir de las penurias, crecer, consolidarse y en definitiva trasladarnos a una mejor calidad de vida para todos, que de eso y ninguna otra cosa se trata gobernar una sociedad,.
Si bien son conocidas y ya ni siquiera negadas por el cambiante candidato del oficialismo – una forma de decir: tal vez lo mejor sea definirlo como candidato de una parte del oficialismo – , las dificultades por la falta de reservas en el Banco Central, el atraso en las tarifas de servicios públicos, el fabuloso endeudamiento interno con los jubilados, a los que alguna vez se les prometió que no se apelarían los fallos judiciales que ordenan pagarles o reajustarles sus haberes y sin embargo este sistema les sigue dando pelea en los tribunales esperando que se mueran de viejos para ganarles la porfía, los juicios y embargos externos a los que con el nombre que quieran ponerle, uno (Macri) acepta que habrá que pagarles y el otro (Scioli) se escandaliza pero ya mandó a su vocero Urtubey a negociar al país del Norte. Tal es la situación, que el mismo día que en el debate, el actual gobernador acusaba a su rival de procurar ayuda del FMI, lo que le pareció una barbaridad, el actual ministro Kicillof y diputado en la lista de Scioli se fotografiaba sonrientemente con la presidente del organismo adonde concurrió, vaya a saber a qué cosa, si no es para tramitar auxilios. Pueden agregarse el atraso cambiario, los subsidios a los que no los necesitan, la falta durante largos años de obras de infraestructura importante ( rutas, puertos, puentes, etc. etc) los que hacen un combo que no otorgará diferencias si el nuevo presidente se llama Scioli o se llama Macri.
Esto de negar lo que habrá que hacer de alguna forma es cínico: acusar al otro de lo que hará, sin aceptar que nadie impulsa cosas impopulares, salvo que esté obligado. Y aquí las obligaciones parten de la herencia que recibirán Scioli o Macri. Y sin anestesia.
Pero FMI, Banco Mundial, aportes de capitales, chinos o rusos, lo cierto es que con un poco de paciencia y algunos aciertos en la materia, la rueda de la economía puede ponerse en marcha en algún tiempo.
¿ Pero la cultura del me das, del plan de emergencia que dura toda la vida, del estado que se asume patrón de los ciudadanos «clientes», del subsidio eterno, etc.etc., cómo se sale y en cuanto tiempo?
La Argentina era un país que pese a sus dificultades hasta la década del setenta aún creía en el ahorro, el sacrificio, el laburar para tener «lo de uno».- En esa argentina el futuro era una esperanza. Hoy en la Argentina el futuro es una amenaza.
Fue en 1974, cuando el entonces ministro de eoncomía Celestino Rodrigo le mostró a todos los argentinos como con un membrete y una firma tiraba por la borda todo lo dicho. De un plumazo produjo una devaluación del 170 % y de inmediato llevó la inflación al setecientos por ciento anual.- Solo para que se comprenda el cinismo de los que ponen estas medidas en términos ideológicos, vale decir que Rodrigo era ministro de un gobierno peronista elegido por la ciudadanía. Fue la primera lección de que trabajar, ahorrar, ir ladrillo por ladrillo era una aventura demasiado arriesgada. Pocos años mas tarde, ya sin siquiera elección ciudadana llegó otro ministro famoso: Martinez de Hoz y con su famosa tablita, pretendió darnos la segunda gran lección: la economía se maneja desde un escritorio y aquí decidimos cuanto valen unas cosas, cuanto ganan los asalariados, donde poner su dinero, etc. etc.- Naturalmente, la aspirina monetaria duró lo que un geniol. Aquí la receta la aplicó un llamado liberal ( mal llamado porque el liberalismo si de algo se caracteria es de no manejar la economía desde el estado). Fue el tiempo del «deme dos», Y todo se compraba de a pares.
Vino luego la democracia de Raúl Alfonsín y ya la gente había aprendido a disfrutar de lo que el estado ( aunque los políticos digan «mi gobierno» o «este gobierno», la plata es del estado) reparte «para el bienestar de la gente».- Y así cuando llegó la hora de pagar algo de la fiesta, vino el Plan Austral y le quitamos varios ceros a la moneda y todos a pagar el catering aunque no hayamos pasado ni por la puerta del salón de eventos. Esta vez lo hacía un gobierno radical.
Y llegaría Menem. Y el Plan de convertibilidad. Y los viajes, y los televisores color, y cambiar el auto y Miami que quedaba mas cerca que Las Toninas. El «deme dos» paso a ser el famoso «uno a uno».- Hace falta que contemos el final ?.- Menem lo hizo. Un gobierno peronista.
Y llegó la Alianza. Aquí lo paradójico es que quien era «supuestamente» el candidato del gobierno (Duhalde) prometía terminar con la convertibilidad. Y la oposición que ganó terminó poniendo en su gobierno al mismo superministro del presidente anterior. Una verdadera joya de la historia. Aquí no fue ni deme dos, ni uno a uno. Fue Helicóptero. Para un presidente radical. Y el suplente Duhalde tuvo que hacer algo parecido a Celestino y pasar de uno a tres el dólar para acomodar las sandías en el camión a costa de que se rompieran muchas.
Hasta que llegó el gobierno que está terminando su ciclo. Y le cupo en suerte la mayor serie de la historia contemporánea en valores astronómicos para nuestras producciones. Esta debería llamarse la década de la soja. La de casi 700 dólares la tonelada.
Y con un poco de emisión para que no falte el vento en los bolsillos, y todo los servicios «regalados» y planes para que tengas, guardes y repartas, volvió la Argentina del déme dos.- Nada nuevo como puede apreciarse. Solo cambio de envases y nombre.
Pero lo mismo de lo mismo de los otros. Atender a los que precisan, sin muchos mas compromisos que el electoral. El partidario.
Dijimos « Deme Dos».- Dijimos Plan Austral. Dijimos Uno a Uno. Digamos ahora « Todo en 12». Cuando pasado el tiempo miremos que en un país con inflación que supera el 30 por ciento y hasta va rumbo a ser mayor, se puede comprar todo lo que quiera en 12 cuotas sin interés alguno, nos costará entenderlo…..
Scioli y Macri. Macri y Scioli saben que así no se puede seguir ni siquiera un mes mas. Y también saben que no se puede tirar la gente por la ventana. Paliar las situaciones debe ser un compromiso del estado.
Pero comenzar a trabajar para revertir en un largo proceso lo que ya es el gen de gran parte de nuestra población es una obligación a la que no puede renunciar sea quien sea el que gane este domingo.
En este contexto no puede pasar por alto, que una mención del candidato Macri a reducir los feriados nacionales aumentados indiscriminadamente en estos años, ha generado varias reacciones adversas. Lo insólito es que no son en nombre del ocio y del descanso los que reclaman, sino por las fuentes de trabajo que se afectan.
¡¡¡¡ Creer que decretando feriados, largos fines de semana, los puentes y demás se aumenta el trabajo, ingresan divisas y se mejora la situación nos obliga a plantear: ¿ Por qué entonces trabajar algunos días en lugar de tomarnos todo el año de vacaciones y producir muchas mas divisas que con estos pequeños descansitos? !!!!.-
Pareciera que algo tan elemental como trabajar mas, para producir mas y generar mas, es malo. Lo acertado es tener mas feriados.
Aquí está nuestra mayor pobreza. Esta es la situación mas complicada que recibirá el gobierno que viene. Al que no le alcanzará un mandato ni dos para cambiar este festival de derechos sin obligaciones a cambio que peronistas, radicales, militares, liberales y lo que pretenda nos han inculcado en el último medio siglo.
Volver a confiar mas en el esfuerzo propio, con un estado al que le pidamos mas oportunidades de desarrollarnos que asistencialismo. Mas fuentes de trabajo que planes. Mas oportunidades que regalos es el desafío que empieza en tres semanas.
En definitiva; volver a convertir al futuro de la Argentina en una esperanza en lugar de una amenaza.
Nuestro escepticismo, no solo nos asegura que por una cuestión de edad no veremos esa realidad transformada, sino que dudamos seriamente que la vean nuestros hijos y aún nuestros nietos. Pero, pese a ello, no dejamos de soñarlo.
Con Scioli o Macri y los que deban continuarlos.
(Editorial del viernes 20 de noviembre de 2015 de TIEMPO de Ranchos)