El físico alemán Albert Einstein, reconocido como el científico más importante del siglo XX por su Teoría de la Relatividad, no sólo aportó a la Humanidad avances en su especialidad.
Premio Nobel de Física en 1921, sus conocimientos y sus decires sirven a todas las áreas del pensamiento, incluida la Política.
Para ella, la Política, suena perfecta la expresión de Einstein que dice que “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
A partir de este análisis, resulta evidente que son válidas las expresiones que se oponen a una nueva reelección de la Presidenta de la República.
No solo contraría el texto y el espíritu de la Constitución, sino que encaja exactamente en el principio que desarrolla el físico alemán en su sentencia.
Así las cosas, parecería absolutamente lógico que la sociedad no quiere más de esta medicina que ha creado un clima de rispidez impropio de cada uno de nosotros, que ha mostrado un desprecio por la institucionalidad, Que ha dado por tierra con la división de Poderes, que ha desperdiciado años de crecimiento económico a tasas brillantes sin que ello se traduzca en el mejoramiento y el desarrollo a favor de los sectores más vulnerables de la sociedad.
Todas las encuestas de opinión de empresas cercanas y lejanas al Gobierno miden el rechazo mayoritario a una eventual continuidad de la Presidenta por un día más luego del 10 de diciembre de 2015.
De lo que nadie parece hacerse cargo es de la proyección de ese mismo criterio renovador respecto de lo que deberemos elegir en las elecciones del 27 de octubre de este año.
Si miramos la grilla de los que aparecen como principales postulantes a los cargos legislativos que se pondrán en juego vemos que se repiten nombres que no convocan a cambios que generen expectativas en la gente.
No ocurre con estas pretensiones de permanencia la violación de las normas que sí se dan con el caso de la Presidenta.
Pero hay normas no escritas y de puro sentido común que deberían ser exigidas.
En este sentido, sería bueno convenir que sólo un 20 % de los cargos electivos de diputados y senadores nacionales y provinciales, concejales y consejeros escolares podría ser cubierto por actuales titulares de esos cargos.
El 80 % restante debería incluir nombres nuevos, que traigan una olada de aire fresco, de caras nuevas y de aportes distintos.
Si las listas proponen repetir los mismos nombres, no ocurrirá sino lo mismo que ocurre hoy.
Si las propuestas repiten fracasos y tibiezas ideológicas y discursivas no otra cosa habrá de pasar hacia adelante.
Lo mismo, producirá lo mismo.
Por ello es necesario que la dirigencia
Política y lo que reste de los Partidos Políticos salgan al ruedo mostrando una clara posición renovadora de hombres y nombres.
Un porcentaje, el 20 % alcanza y sobra. Será la garantía de permanencia de los pocos que han demostrado con hechos y dichos que pueden servir al cambio necesario.
Otros, muchos otros, deberán pasar a ser recuerdo.
De no ser así, se estará frustrando la posibilidad de cambiar el rumbo en busca de caminos nuevos que reparen tanto daño.
Los que no pudieron, no podrán.
Los que mostraron sus capacidades tendrán un lugar y los nuevos podrán mostrar que hay otros caminos.
Salvo excepciones, suena a burla que digan no a la reelección de la Presidenta pero sí a la mía.
Si así no fuera, estamos cayendo en la trampa de la repetición que adormece, aburre y anula la voluntad de cambio que solo puede despertar cuando nuevas ideas y nuevos actores llamen a la gente a acompañar la nueva gesta.