Hace pocas horas un nuevo juez de la nación fue sacado de una causa que tenía a su cargo en la que se investigaba una denuncia que afectaba a la familia presidencial por supuestos negociados de evasión y lavado de dinero con hoteles y que han tomado trascendencia bajo la denominación de Hotesur.
La decisión de apartar al juez natural ( esto es quien tenía la causa anteriormente al hecho que genera su separación) es de por si muy grave, y no porque no sea válido que se interpongan objeciones al accionar de cualquier juez en una causa lo que naturalmente puede dar lugar a nulidades de algunas acciones ordenadas por ese magistrado, lo que alarma es que en la Argentina desde hace mucho tiempo a esta parte lo que se hace en lugar de dilucidar las causas y determinar culpabilidades e inocencias se cuestiona al juez o a los fiscales, se arguyen minucias de procedimiento y finalmente se quita al magistrado que investiga y nada se aclara.
Y mas alarma produce cuando en inmensa mayoría de estas causas aparecen involucrados funcionarios o ex funcionarios de este gobierno, familiares y en algún caso – como éste por ejemplo – entre los denunciados rozan a la mismísima presidente por su relación propietaria con los negocios investigados.
Está claro que pudo el Dr. Bonadío cometer algún error en los procedimientos ordenados que le generaron la intervención de la Cámara, pero si uno de esos errores como lo dice el fallo de la misma casi como eje de la decisión mayoritaria de ese tribunal ha sido que el juez solicitó para una diligencia en el domicilio denunciado a una policía como la Metropolitana bien podemos dudar de la validez del resto de las razones aludidas en el veredicto. Porque pensar que para ir a buscar probables pruebas en una causa que involucra directamente al hijo de la presidenta de la nación un juez requiera de auxiliares que responden directamente al gobierno nacional es como ir a espiar y tocar timbre.
Y eso claramente pareciera que es lo que considera la Cámara Federal que debió hacer el juez apartado. Actuar con policías que reportan directamente a la presidenta.
Pero mas allá de este nuevo hecho – llevado a cabo con una velocidad que cualquier ciudadano común aplaudiría si lo hicieran con alguna de las causas que pueda reclamar ante esta misma justicia nacional, lo mas preocupante es lo habitual que se ha tornado esta metodología. Vale recordar que hace un par de años, por una denuncia que involucraba al actual vicepresi-dente de la nación, no sólo se apartó al fiscal de la misma, sino que «voló» el mismísimo Procu-rador General de la nación, el Dr. Righi. Y por poco no debieron alejarse hasta las autoridades del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho.
Hoy, por esas causas, el vicepresidente está ya con un pie en el juicio oral. Pero los idos, idos están.
Y de ahí en mas comenzó una interminable lista de fiscales y jueces enjuiciados, separados, reemplazados, mas otros resortes del Poder Judicial como es el Consejo de la Magistratura. Es cierto y merecedor de ser aclarado que na-die ignora que en una sociedad politizada y con centros de poder de peso, nadie puede desconocer que la justicia y quienes la integran reciben en algunos casos presiones, influencias y otras interferencias de diversos orígenes. Y que es muy probable que algunas de ellas tengan intencionalidades bien marcadas de perjudicar al gobierno o a algunos de sus miembros.
Pero la interminable nómina de designación de jueces subrogantes, apartamientos de jueces titulares, causas que son sacadas del juez natural para llevarlas a juzgados mas amables y las raras casualidades para que durante mucho tiem-po, todas las causas que rozaban a funcionarios del gobierno le tocaban por sorteo al mismo juez, todo un personaje, no pueden ser mas que el resultado de estrategias y maniobras maquiavélicas
Entre esos casos, no pasa desapercibido lo he-cho con el fiscal Campagnoli que terminó tras una movilización ciudadana numerosa, sin siquiera un fallo por su desplazamiento ni una razón para su reposición.
La muerte del fiscal Nisman es sin dudas lo mas paradigmático de este momento que atraviesa la justicia argentina. Que un fiscal federal muera de manera violenta con un tiro en la cabeza, horas después de haber denunciado delitos de magnitud acusando entre otros a la mismísima presidenta de la nación y cuando se aprestaba a presentarse en el Congreso de la a dar testimonios y pruebas de su denuncia, va camino al olvido a seis meses de ocurrida, como si se tratara de un hecho menor.
Por mucho (muchísimo menos) en países bastante mas poderosos en el contexto del planeta, el presidente de la nación ha debido renunciar.
Y al expresar esta frase, surge la pregunta que motiva todo este editorial. ¿ Será que en los países como los Estados Unidos es tan fácil «voltear» al presidente durante la vigencia de su mandato?. ¿ O será que esos países son tan poderosos en el mundo, precisamente porque se puede investigar y hasta destituir al mismísimo presidente?
De ser esto último lo mas cercano a la verdad, es de Perogrullo entender que por este camino, llegar a la grandeza como país y sociedad, parece mas una ingenuidad que un objetivo.
Historias relacionadas
18 de abril de 2024