En su presentación ante la FAO, ente de las Naciones Unidas dedicado al análisis del estado de la alimentación en el Mundo, la Presidenta dijo que la pobreza en Argentina está por debajo del 5 % en tanto la indigencia es del 1,27 %.
Para redondear el disparate agregó un humilde “si no me falla la memoria”.
La memoria es la capacidad que tenemos los humanos de almacenar en nuestro cerebro datos, cifras, hechos y escenarios y recuperarlos para citarlos a manera de reflexiones, conocimientos y/o requerimientos de distinto tipo.
Obviamente no se puede recordar lo que no se sabe.
No es fácil creer que luego de casi 8 años al frente del Gobierno la Presidenta no sepa lo que ocurre en su País.
Es cierto que jamás recorrió una calle, un barrio y menos una villa, pero aún desde el helicóptero tiene que ser absolutamente accesible el paisaje de pobreza en que viven tantos argentinos.
Igualmente es cierto que la memoria puede fallar.
Pero en condiciones normales de funcionamiento, las fallas tienen un límite razonable y además la Señora está rodeada de una sarta de asesores que deberían proveerla de datos serios.
Así las cosas, la única razón posible para comprender semejante disparate es decir que lo expresado es consecuencia de una sensación de superioridad y desprecio por la verdad que guía la conducta presidencial.
Este clima de superioridad se contagia, y así aparece Aníbal Fernández sumando su verborragia para decir que tenemos menos pobres que Alemania.
En verdad, si se tienen en cuenta datos de estadísticas internacionales, estarían peor que nosotros dinamarqueses, ingleses, norteamericanos, finlandeses y, en suma, prácticamente todo el primer mundo.
¿Se imaginan lo que sería la Provincia de Buenos Aires gobernada por el Jefe de Gabinete?
Como no es tanto lo que falta para el cuarto oscuro, resulta imprescindible el ejercicio activo de la memoria para no tropezar otra vez con la misma piedra.
Que no nos falle a nosotros la memoria y recordemos que los Kirchner, él y ella, fueron fieles menemistas que impulsaron abiertamente la privatización de YPF.
Que declaman el desendeudamiento y colocan deuda a tasas que triplican las que pagan nuestros vecinos.
Que tienen una lista de funcionarios de primer nivel, con el Vice Presidente a la cabeza, sometidos a la Justicia por delitos de corrupción.
Que la crisis energética nos cuesta más de 10.000 millones de dólares al año.
Que la inflación que quieren esconder con la mentira del INDEC es insostenible.
Que los productores de fruta en el Alto Valle de Río Negro producen a un costo de $ 2,50 el kilo de peras o manzanas y reciben como pago $ 1,00.
Que luego de casi 12 años de Gobierno “nacional y popular” en el Ciclo Básico Común, (CBC) de la Universidad de Buenos Aires están dando clases de lectoescritura a los ingresantes.
Que el Jefe del Ejército es un militar sometido a juicio por asesinato en la dictadura.
La continuidad de esta experiencia no haría sino profundizar la caída.
Las soluciones anunciadas sin ponerse colorados desde el oficialismo no alimentan esperanza alguna.
Imaginemos al hijo de la Señora, como están diciendo por estos días, ocupando la plaza que hoy intrusa Amado Boudou.
Queda claro que ni el Papa pudo influir sobre el nivel intelectual de la Presidenta, porque su declaración ante la FAO fue horas después de su encuentro vaticano.
La única vía de reparación está en nuestras manos, y de ellas depende que sepamos elegir.
Apenas es necesario que a nosotros no nos falle la memoria.
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