Pronta a finalizar, la temporada estival está dejando en el país y muy puntualmente a los bonaerenses como saldo evidente varios aspectos a destacar. Los que hemos podido recorrer las playas de la provincia, hemos quedado gratamente sorprendidos. En primer lugar, porque este año lo de playas llenas no fue un slogan ni campaña de los propios servidores de turismo. Como no recordamos al menos en las últimas dos décadas, los centros turísticos no solo se llenaron en algunos días de enero o en algún fin de semana especial. A lo largo de toda la costa, todos los centros se vieron con altos índices de ocupación desde diciembre hasta la fecha.
Cabe preguntarse cual es la razón y cual el efecto, pero lo cierto es que aspectos fundamentales como los controles en las rutas de acceso, la seguridad general en cada ciudad o villa, la atención al turista y los precios en hotelería, gastronomía, espectáculos, paradores, etc. etc han sido parte de lo gratificante que referimos.- Los servicios al turista han mejorado notablemente en calidad y prestación. Los costos en muchos casos, resultaron ser similares a los de dos años atrás. Tal es el caso que constatamos con carpas y sombrillas que en algunos playas estuvieron al mismo precio dela temporada 2012/2013. La clara voluntad de mejorar servicios, con muchos hoteles agregando a sus habituales servicios, la posibilidad de amplios quinchos para sus pasajeros con servicios de vajilla, heladeras, hornos, etc. etc para `permitir hasta el asadito o cocinar o compartir el delivery sin moverse del hotel; lo propio en algunos paradores que tambien ofrecieron un servicio similar, para que el visitante pasara el día completo en la playa sin tener que abonar «restaurant»; los costos gatronómicos realmente muy accesibles ( en muchos casos resultó mas barato almorzar o cenar en un restaurant de alto prestigio en Pinamar, Gesell o S. Bernardo que en en los habituales de nuestras ciudades) hicieron que la gente pudiera estirar algún día mas su estadía y ademas lo hiciera con el mejor ánimo.
Un tema especial en este panorama fue el de la seguridad. En medio de un realidad agobiante, la costa atlántica vivió una temporada relativamente tranquila. Resultó tranquilizador observar el accionar de la policía bonaerense desde el primer día del llamado operativo Sol, recorriendo los centros turísticos y controlando el consumo de alcohol en la vía pública. Bastó que en las primeras jornadas, cada persona que fuera hallada consumiendo alcohol en la calle fuera « invitado» a vaciar el envase de inmediato, bajo apercibimiento de ser infraccionado y conducido a la seccional policial. Rápidamente la decisión surtió efecto. El joven que debió derramar su cerveza o su fernet, tomó la decisión de no repetir la experiencia. Salvo en aquellos lugares donde existen zonas «de boliches», en el horario de salidas se registró algún natural desorden, pero siempre controlado por las fuerzas de seguridad.
A todas luces resulta altamente alentador este avance que ha permitido este año, contener un interesante porcentaje de turistas que habitualmente eligen países vecinos como Uruguay o Brasil para vacacionar, dejando en el circuito nacional importantes sumas que se mueven en esta industria sin chimenea que es el turismo.
Claro que todo lo señalado, pese a su importancia no alcanza si no se invierte en otros aspectos que hacen a esta materia. La red vial es uno de esos aspectos.
No hace falta señalar el estado de la mayoría de las rutas, sobre todo las bonaerenses. Algunas de ellas están realmente intransitables y si bien, no parecieran ser altos los índices de accidentes registrados en las vías de la costa, en las rutas del interior ( de donde provienen y adonde regresan gran parte de esos turistas) las cifras han sido altísimas.
No puede seguir ocurriendo que en un día y solo sumando lo que informan la radio y la TV nacionales se sumen 12, 15 y hasta 20 víctimas fatales del tránisto en las rutas. Hay un retraso de años en la reparación y ampliación de rutas bonaerenses. Hay inversiones que no pueden esperar: por ejemplo, el cruce de las rutas que conducen a las playas de la atlántida y la que vía Madariaga conduce a Pinamar y Gesell, en Gral. Conesa no puede seguir sin un paso sobre nivel. Ese cruce equivale a una esquina en medio del campo donde confluyen miles y miles de autos en cada fecha clave de cambio turístico y es el generador exclusivo de horas y horas de demora que afecta el posterior tránsito de todas las rutas de la región.-
No hace falta advertir que lo ocurrido con los puentes sobre el Río Salado también es preocupante. Es llamativo que el puente sobre dicho curso en la autovía dos, haya padecido similar inconveniente con diferencia de dos años. El caso es demasiado elocuente para abundar en los perjuicios ocasionados.
Por lo tanto, es altamente halagüeño lo observado en materia de servicios ( incluyendo el del estado con la policía) en las playas argentinas. Y resultaría oportuno tomarlo como una plataforma de lanzamiento del crecimiento sostenido del vacacionar en el país, haciendo para ello las inversiones que referimos y otras ( como exigirle a las compañía de celulares que otorguen señal en los grandes vacíos donde los usuarios quedamos incomunicados ) que aún esperan.
Que esta temporada de verano 2015 sirva para ir por lo que falta. Lo avanzado por cierto no es poco y merece ser valorado.
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