La muerte del fiscal federal Natalio Alberto Nisman, titular nada menos que de la fiscalía especial AMIA, creada exclusivamente para investigar el mayor atentado terrorista que se recuerde en Sudamérica como fue el cometido contra la Asociación Mutual Israelí en Argentina (AMIA) en 1994 que dejó un saldo de 85 muertos y decenas de heridos con secuelas crónicas y graves, significa la mayor afrenta que hayan recibido las instituciones de la democracia nacional en toda su historia.
Nunca tanto. Nada tan grave.
No hace falta mirar ni siquiera por el rabillo del ojo al gobierno nacional de turno -que pareciera ser el error común de gobernantes y opositores- para advertir el inédito raquitismo institucional que sobrevuela a la Re-pública. Nunca antes, se había dado la situación de tener procesado a un vicepresidente de la república en funciones en no menos de seis causas, algunas de una entidad calificada, como es la de la posible apropiación de la fabricación del papel moneda de la nación utilizando el poder de su influencia.
En ese contexto, ya de por si gravísimo y que no ha merecido ni por el involucrado ni por sus pares del gobierno el menor gesto de dignidad, llega la denuncia del Fiscal Federal Alberto Nisman, designado en este cargo por el anterior presidente de la República Néstor Kirchner, con una estructura que hoy llega a 80 colaboradores, de los cuales los principales recibieron el aval del gobierno del mismo presidente, con asistencia de los servicios de Inteligencia recomendados por el mismo presidente ya desaparecido, dicho todo esto para una aclaración que en esta sociedad argentina se torna imprescindible: Nisman encabezaba una organización judicial que al margen de la honestidad y capacidad del fiscal hoy muerto, no fueron designados ni por la dictadura militar, ni por anteriores gobiernos ni por una empresa periodística culpable, según los adictos al gobierno de todos los males de la Argentina.
Nisman y si quiere agregarle, su esposa hasta hace tres años, juez federal ella, encargada de todo el proceso de investigación (y persecución) a los hijos adopta-dos de la propietaria del diario Clarín, Ernestina Herrera de Noble, si algo no han sido, es parte de la justicia que el gobierno y sus adeptos permanentemente califi-can de «justicia opositora». Genera un poco de vergüenza periodística esta aclaración, pero en este momento y en este país, resultan necesarios aunque carezcan de elegancia y hasta de sentido.
En este contexto, luego de ocho años de investigación y trabajo, y a dos años que un periodista como José «Pepe» Eliaschev denunciara públicamente que se había decidido un acuerdo diplomático entre la Argentina y las autoridades de Irán, imputados y procesados como autores intelectuales y materiales del atentado a la AMIA, debió ser suficiente detonante para encender las alarmas de todo el sistema universal de lucha contra el terrorismo y sus aliados, permanentes o eventuales.
Aliados confirmados o en vías de serlo, como en ese momento empezaba a serlo la Argentina.
Solo la fuerza de la hipocresía y la ingenuidad (cuando no la complicidad) hicieron que el cambio de actitud de la política internacional argentina frente a las políticas terroristas de Irán, como no retirarse de la Asamblea anual de la ONU cuando hacía uso de la palabra el presidente iraní (hasta ese momento así se hacía por orden del ex presidente Kirchner) debieron servir de aval al alerta del periodista muerto hace un tiempo.
Pero nada de ello ocurrió. Con una declarada diplomacia paralela (y para lelos) encargada de las relaciones «carnales» con Teherán llevadas a cabo por el vocero «inorgánico» del gobierno Luis Delía, todo se fue tornando mas evidente, pese a las desaforadas acusaciones de locura colectiva para quienes advertíamos estas cosas, por parte de todo el gobierno, con la presidenta al frente. Sin embargo, llegó el momento y con la forma de un «Acuerdo con Irán» se armó un documento oficial que se elevó y aprobó en el Congreso Nacional el año pasado en una votación que será eternamente un crespón para el Poder Legislativo argentino. El día de esa votación del Acuerdo con Irán debiera declararse el día de la vergüenza legislativa para no olvidarnos nunca mas del momento en que se hizo oficial el pacto del gobierno argentino con otro integrado por terroristas y aliados acusados y procesados por aquél crimen masivo de 1994.
Están frescas en la memoria de todos nosotros, las argumentaciones y explicaciones de «las ventajas» de ese tratado que buscaría, junto con los acusados, sus jueces y su gobierno encontrar la verdad de la AMIA.-
Nunca alguien se atrevió a tanto. Nunca a nadie se le permitió tanto.
Basta señalar este breve repaso, para poner claramente las cosas en su lugar. Nada de esto ocurrió por consejo de un servicio de inteligencia. Ni en medio de las vacaciones de un fiscal. Ni por las internas de esos servicios.
Todo esto es solo una pequeña parte de las consecuencias de todo lo dicho anteriormente. Y…., ¿ Dé qué otra forma podía terminar todo este fantasioso pacto con terroristas reconocidos y de primer nivel mundial que no fuera con lo que acaba de ocurrir y con lo que sospechamos, estamos en riesgo que ocurra ?
El fiscal Alberto Nisman ante alguna señal de que podría quedarse sin el cargo y por lo tanto perder años de investigación, pruebas, escuchas y luchas (él logró que el pacto con Iran fuera frenado en la justicia argentina y declarado inconstitucional) terminó presentando ante el juez natural de la causa «Encubrimiento en el atentado a la AMIA» el Dr. Lijo, la denuncia con el resultado de sus años de investigación y haciendo público – naturalmente que sin detalles de las pruebas – el carácter de la misma que incluye pedidos de indagatoria a la presidente de la República, al canciller Timerman, a un ex juez de la causa, a un diputado nacional oficialista y otros entre los cuales naturalmente está Luis Delía.
Todo esto ocurrió el miércoles de la pasada semana. Desde el jueves, el gobierno con todos sus voceros, en lugar de un comunicado oficial de texto acorde, salió a cruzar al fiscal a título personal y a poner tanto énfasis como cuando acusó de mentiroso a Eliaschev, o cuando llenó de elogios al pacto con Irán.
Igual de enfáticos. ¿Con igual hipocresía?.
El Congreso, decidió convocar al fiscal para que fuera a explicar su denuncia con urgencia. Se acordó que sería este lunes anterior.
Nisman pasó a ser tapa de todos los diarios y revistas nacionales y gran parte del mundo. No hizo falta advertir que era el hombre con mas riesgo de muerte de la Argentina. El gobierno nacional le ofreció – como es su obligación – protección y le puso una importante custodia de su Policía Federal durante el fin de semana en su ya muy custodiado departamento de Puerto Madero, el barrio mas vigilado y seguro de la República Argentina.
Sería el lunes a las 15 horas. En el Congreso de la Nación. Adonde «iremos con los tapones de punta contra este fiscal» como dijo la ultraoficialista diputada Diana Conti.-
El mundo posaba sus ojos en esta instancia que apuntaba – con razón o sin ella – al gobierno del país víctima de hacer un pacto de impunidad con el país fuertemente sospechado de cometer el crimen.
El domingo, 24 horas antes de esa presentación, Nisman apareció muerto de un tiro en la cabeza en el baño de su departamento.
Escuche, opine, discuta, mire, piense e investigue. Pero……
Acaso: ¿NO ERA LO QUE TODOS DEBIMOS SUPONER QUE OCURRIRÍA ?
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