Era una frase que solíamos usar de niños:«¿Y para qué?».- Mas que una pregunta, mas allá de los signos, la frase es toda una respuesta. Es la mas contundente manera de expresar «no tiene sentido», «no lleva a ninguna parte».-
Desde aquellos años de la niñez de este autor a la fe-cha, muchos años han transcurrido y lo que era una inocente pregunta de « no entender» se ha alimentado permanentemente en la Argentina para darle consistencia real y concreta a ese para qué.-
Hoy todos coinciden en apuntar a esta nación como de corto plazo. Donde sus gobernantes solo piensan en aquellas cosas que llegan a ver sus miradas y a veces ni siquiera hasta ahí. Donde los empresarios, industriales y comerciantes a lo sumo hacen proyectos para uno o dos años. Donde los dirigentes políticos leen encuestas a la mañana, para dar respuestas a la tarde y esperar sus efectos a la noche.
«No hay proyecto a futuro» repiten casi todos. La forma de decir lo que es peor: «No hay futuro».-
Pero todo tiene una explicación.- Empecemos por la economía que es la que hace funcionar el órgano mas sensible del ser humano. ¿ Alguien se acuerda de las viejas estampillas de la libreta de ahorro que nos entregaban en el correo hace 60 años, donde cada estampilla que uno pegaba en el álbum valía una moneda?.- Seguramente nos habremos ido muy lejos. Pues alguien se acuerda de todas las formas de ahorrar que han pasado por nuestra niñez, adolescencia y aún de grandes, incluyendo la alcancía de cerámica o el elefantito ?.
No hace falta explicar que todos los ahorros que pu-dieron sumarse por esas y otras vías terminaron en valor cero.- Consumidos por la propia economía nacional. Todo esto mirando la trillada mas fina de la historia. En el otro extremo, están el corralito, la incautación de los plazos fijos, el Plan Austral y por supuesto el que casi nunca dejamos de tener como gran protagonista: la inflación.-
No hay comunidad que pueda imaginarse futuro alguno si entre las patas del programa no se incluye el ahorro. No se concibe un ciudadano que proyecte una vida ambiciosa que no comience por saber ahorrar.
En la Argentina, si a alguien le proponen comenzar a ahorrar (hasta por la forma mas ingeniosa ) segura-mente responderá con la frase histórica: ¿Para qué?.-
Por aquellos tiempo de sueños e ilusiones, de un país que aún tenía y creía en su futuro, la familia vivía por el estudio de sus hijos. « Hacer todo el esfuerzo para que nuestros hijos puedan estudiar lo que nosotros no pudimos» decían nuestros ancestros. Y así llegaba «m`hijo, el doctor», ejemplo llevado hasta las tablas del teatro. Terminar el nivel secundario era por entonces llenar de orgullo al resto de la familia. La Universidad ya era picar muy alto.
Y lucir el título profesional, la manera de insertarse en un futuro promisorio y venturoso. En la argentina actual, los chicos no tienen como meta ser el médico rural o el ingeniero que crezca hasta ser el director de la gran empresa vial. Los líderes ahora se llaman empresarios ( nunca se sabe de que rubro), viven en los barrios mas caros del país y aún siendo muy jóvenes (a veces sin siquiera título de un curso por correo) se mueven en costosos autos importados, blindados y acompañados de bellas mujeres. Y todo, obtenido en muchos casos en no mas de tres. cuatro o cinco años.-
A veces, vale decirlo para no contar todo lo bueno, mueren de forma extraña.
Por lo tanto, eso de poner años en una pensión, viviendo a fideos y sopa, para alcanzar el soñado título y después salir a encontrar donde aprovecharlo se fue convirtiendo en médicos manejando taxis, ingenieros poniendo un kiosco y otros ejemplos parecidos.
¿Estudiar? ¿Para qué?.
Los países con futuro, son aquellos que prestigian y validan el valor de la experiencia. De sus obreros calificados. De los que pasados muchos años, tienen el valor adicional de su experiencia.
En la industria argentina, al final de cada ciclo positivo llegan las crisis y con ellas los despidos, las suspensiones. ¿Y quienes son los primeros echados?. Los mas antiguos, que además no vuelven a conseguir trabajo, porque después de los 40 los viejos no sirven.
Pues:aprender y capacitarse. Lucir una carpeta de comportamiento intachable, ser buen obrero.
¿Para qué ?.-
¿ Y si pasamos a la política ?.- También aquí, la cuestión era meterse en algunos de los dos o tres partidos políticos nacionales (mas algunos con prestigio regional ), consustanciarse con sus principios, aprender de sus grandes figuras, ganarse un lugar, granjearse el cariño y la simpatía de la gente del lugar y hacer el intento de pasar de afiliado y fiscal en las elecciones a concejal o algo así. Algunos grandes, trascendieron sus poblados y llegaron a ser «alguien» en la provincia o en la política nacional.
Ahora, de todo eso no queda nada. Los partidos son espacios. No hay grandes ni pequeñas figuras. Tampoco hay con que consustanciarse, salvo alguna habilidad para parecer simpático (ahora se llama mediático) Los que parecen mas « estadistas y de mejor carrera en sus partidos, no son acaso Boudou, Massa, Insaurralde o Del Sel ?.
Así las cosas: interesarse por la cosa pública, «militar» (que antes era pintar escuelas los fines de semana), leer a Alberdi, Sarmiento, Alem, Irigoyen, Perón como camino a ser un buen político no merece también preguntarse: ¿Para qué?.
Por todo esto y mucho mas, el cortoplacismo argentino es un estilo de vida. Es una práctica que invadió todos los estratos de la vida nacional hace muchas décadas. Hay que hacer lo que hoy se impone. Mañana se verá. ¿ A quién le importa mañana?.
Y los países son serios y creíbles, y tienen futuro, cuando sus ciudadanos de 80 años, plantan árboles para tener sombra con el crecer de esas plantas.
En la argentina, ahorro se convirtió en especulación. El futuro de los chicos está en una pelota o una raqueta. La gran figura para gobernar el país se busca en un programa de entretenimiento de la televisión.
Y es aquí donde salta claramente que este cortoplacismo que nos empuja al abismo (también en corto plazo) es ya un problema cultural. Que tiene como adeptos a los argentinos de mas de una generación. Y que modificarles su nueva cultura no será tarea sen-cilla. Todo esto sin mencionar siquiera la corrupción, que ha ocupado los lugares que antes se reservaba a la honestidad, esa que con orgullo taura, nos legaban nuestros padres y abuelos.
No hay programa de gobierno eficiente si solo llega a la punta de la nariz de quien gobierne. Y si el largo plazo desapareció del GPS que marca los caminos de la vida nacional.
Menuda tarea entonces la que espera a los futuros gobernantes, si es que ellos pretenden llegar a serlo para cambiar la historia. Para llegar al futuro, con los valores del pasado.Para ganar el modernismo, con los sueños y la cultura de nuestros abuelos.
Para retornar al ahorro con monedas, al estudio de pensión, fideos blancos y diploma mojado con gotas de transpiración. A la dirigencia política que sabía porque era lo que era y para que quería ir adonde se proponía llegar.
Para que los sueños que aún nos quedan en algún rincón afloren a la superficie de la piel. Para que nuestros pequeños niños, también vuelvan a tener sus propios proyectos de adultos.
Porque así como están las cosas…… ¿ Soñar ?.
« ¿ Y para qué?»
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