En medio de una sociedad absorbida por el vértigo de los medios audiovisuales y en menor proporción por el resto de los medios, la vida de los argentinos salta sin solución de continuidad entre la deuda externa y los «buitres», las novias de Martín Redrado, los proyectos de reformar cuanta ley y Código tiene la juridicidad criolla, el casamiento de Cirio con el candidato que aseguran tiene mas adhesión para gobernar la provincia mas grande del país, aunque ni siquiera se sabe a que espacio político pertenece y algunas otras cositas, como los lindos líos de la alianza UNEN, las malas campañas de Boca y otras yerbas menores: tener a una presidenta sin dudas afectada en su salud (internada por tercera vez en el año ) y con un «lindo vicepresidente» al que no solo no se puede ceder el mando del país, sino que ni siquiera puede aparecer por ningún lado.
No son pocas cosas, claro, para estar entretenido. Por si no alcanza, 19 distritos de la provincia han estado bajo agua, la histórica Basílica de Luján ha sufrido la tercera inundación del año y hay sensación de inseguridad en todo el territorio con muertos, entraderas, salideras, chorros extranjeros, propios, narcotraficantes y guerra entre ellos mismos.
El resto podría andar mas o menos bien.
Pero tampoco es tan así. Tanto que ninguno de los citados nos ocupará demasiado espacio en esta columna. Nos impulsa la voluntad de poner acento en lo que pasa con la atención de la salud de todos los ciudadanos, no solo en el servicio público que debe brindar el estado ( con bastante mas prioridad que el fútbol para todos,la reforma de los códigos, el matrimonio igualitario y autos y carne para todos, porque nada de esto disfrutan los muertos) sino la atención de la salud en todas sus expresiones y de todos los argentinos, salvo la de selectas minorías con extraordinaria capacidad económica como para proveerse de privilegiados cuidados.
Hoy en día, obtener un turno para determinado especialista en algún centro privado de la región (Chascomús, La Plata) implican largas esperas, presentándose naturalmente varias horas antes que comience la entrega de números y con suerte lograr la procurada atención. Y con ello generalmente, las recetas y en muchos casos, las órdenes para alguna práctica o estudio.
Y ahí llegan las malas nuevas: la mutual A tiene suspendido determinados servicios. La B lo hace por reintegro y en la C nos dicen que no hay problemas, pero los profesionales no nos agarran el bono. Por estos días hemos verificado lo que parece un mal chiste: IOMA cubre en determinados estudios, 15 casos mensuales para toda la ciudad de Chascomús y aledaños. Los primeros 15 reciben la orden y al resto se le dice que pasan al mes que viene.
Naturalmente que el aporte la obra social lo cobra todos los meses a todos y todas.
NO A 15 AFILIADOS.
Otros profesionales no atienden por otras mutuales «porque no nos pagan». Si el sufrido y tal vez enfermo vecino supera todo esto, cuando llega a la farmacia, allí le dicen que pueden venderle los re-medios « si los paga y después tramite usted el reintegro».
Ni hablar de las mutuales de los Monotributistas. Son considerados por el sistema poco menos que como excluídos de la sociedad. Tiene mas cobertura cualquier persona con un Plan Social ( que no está mal que la tenga) que un monotributista de categoría F, G o H que aporta por mes mas que la cuota de cobertura de la propia IOMA.
Si bien la ley para los monotributistas, establece que pueden elegir la obra social que deseen, el estado nada hace para controlar el servicio que brindan estas obras sociales que son una verdadera calamidad.
¿Dónde está el estado, ya no para prestar su primaria obligación de dar salud a la población, sino la hacer que lo brinden los privados que están habilitados y obligados a ello?
Es doloroso y vergonzante ser testigo de lo que pasan los pacientes en cualquier centro de atención de salud argentinos. Lo que se ve pareciera indicar que los padecimientos a los que son sometidos quienes deben atender su salud los enferman mas que el mal que padecen.
Salvo las excepciones que toda regla tiene, tal como funciona hoy en día, la medicina en su mas amplia acepción es una obra de terror montada para enfermar mas de lo que cura.
Sin que esto signifique desconocer las enormes capacidades y el talento del profesional argentino. Nos referimos al sistema en general.
Con Obras Sociales que no cumplen obligaciones mínimas para con sus afiliados. Con los actores cruzándose acusaciones y culpándose unos a otros. Con una falta de respeto por el paciente a la hora de fijar los sistemas por los cuales se otorgan turnos, se atienden urgencias o se brinda contención al enfermo.
Salas de espera pequeñas, sin asientos, largas colas. Secretarias que atienden «una hora por día, tres veces por semana».-
La falta de sensibilidad, de criterios mínimos acordes a sus profesiones ( cuidar la salud de la gente ), los atropellos a los afiliados por parte de la mutuales, hasta la indignidad a los que somos sometidos los argentinos por la mera pretensión de atender nuestra salud, no es título televisivo ni ocupa los espacios del casamiento de Cirio y su marido pintón ni el caso de Salazar, Granata y Redrado.
Tal vez no sea casualidad. Tal vez todas estas cosas que ocupan la gran atención, esté precisamente al servicio del ocultamiento de estas otras. Y por cierto consiguen su objetivo.