A nadie debería extrañar que todas las consultas que se realizan a la sociedad en torno a los temas que mas la preocupan en la argentina pongan en el primer lugar a la inseguridad. No podría ser de otra manera, porque todas las demás cuestiones que conforman la extensa lista de reclamos de los ciudadanos, solo significan un problema para las personas vivas.
Ergo: lo realmente importante es conservar la vida. Sin ella, poco importan la inflación, el default, la justicia, la educación y, claro está, menos aún la salud.
Sin embargo, no puede ser soslayado que con la campaña presidencial del año próximo ya lanzada hace un tiempo, ninguno de los aspirantes al principal despacho de la Rosada incluya en sus propuestas algo tan básico como garantizar en cantidad y condiciones suficientes los alojamientos que se requieran para que se destinen allí, separados del resto de la sociedad, a todos los que la justicia en debido y justo proceso considere culpables de haber atentado contra la vida de un semejante y a quienes estén demostrados de ser un peligro real para la de otros.
Alguien puede pensar que sintetizado lo que estamos diciendo es que no hay un solo candidato que exprese que construirá mas cárceles, mejorará las existentes y aumentará la cantidad de plazas carcelarias.
Y no se equivocan, estamos diciendo eso.
Pero como algunos relatos han ganado hasta el uso del idioma, nadie que se jacte de periodista ignora que términos como cárcel, represión, condena, prisión, orden, disciplina, deberes y obligaciones y unas cuantas decenas mas, han pasado poco menos que a la «clandestinidad» del diccionario porque no son compatibles con otros derechos, ni tampoco con determinadas ideologías, ni con el modernismo.
Una señora de lucha respetable como la titular de Abuelas de Plaza de Mayo acaba de afirmar hace pocos días que «una cuota razonable de orden en el marco de la ley, no es represión».- Está claro que tales palabras en la persona de la señora Carlotto merecen ser comprendidas.
Lo incomprensible es que la República adopte un sistema jurídico de manera acorde al sentimiento de una persona con las paticularidades de la citada familiar víctima de un período de vida del país, caracterizado por los excesos, abusos, ausencia de derechos y hasta sumergido en devaríos sobre los que la historia ya ha dejado sentado suficientes documentos.
Que la señora Carlotto y quienes hayan pasado por su situación piensen y sientan así es absolutamente natural. Que el país actúe hoy, en la situación a la que hemos llegado ( con muchos mas muertos por día a causa de la inseguridad que las que se producían en aquella oscura etapa del país ) es poco menos que una locura colectiva que solo puede llevar al suicidio de la sociedad toda.
Como « un poco de orden». ¿Puede alguien pensar que el orden en demasía es un mal a evitar?.- «No es represión» procura seguir sosteniendo que determinadas conductas, como la de atentar contra la vida de los seres humanos no debe ser reprimida?. Y la aclaración de «dentro de la ley» no solo es una obviedad, sino que de eso se trata: de empezar a adecuar la ley a los reclamos mayoritarios de la gente y no que la gente se acomode y soporte lo que dicen que dice la ley.
Por lo tanto, volviendo a la cuestión, si por razones de marketing los candidatos desean evitar ese «incorrecto» término de «construir cárceles», pueden procurar otros mas elegantes. No pasa la discusión por el nombre de los alojamientos donde deberán purgar sus delitos, o permanecer para evitarlos los autores de esta inseguridad, que sin embargo todos los candidatos coinciden en decir que van a combatir.
La pregunta es sencilla: ¿ El combate al delito lo darán con los delincuentes con libertad compartiendo los mismos lugares y espacios que sus víctimas?.
Esta es la respuesta clara y concreta que deben dar-nos. Y si alguno de ellos ( es de esperar que haya al menos uno que responda para el lado del reclamo mayoritario ) afirma que unos y otros deberán estar separados, «mientras la justicia lo establezca», entonces resulta muy obvio recordarles que las plazas faltantes se cuentan por miles.
Y esas hay que construirlas. Sin mas demoras.
Con el nombre que les resulte simpático. Y naturalmente con las condiciones que todo ser humano – por mas delitos que haya cometido – merece. Y bajo un sistema que también esté destinado a seres huma-nos y no a bestias. Y asegurando que sea allí donde mas impere la ley y no la corrupción como ocurre actualmente.
Y con mucho mas por discutir.
Pero a Dios rogando y con el mazo dando. Esto es: con los albañiles trabajando, los planos aprobados y los ladrillos subiendo.
Mientras los albañiles trabajan, el resto que usa mas trajes que mamelucos, deberá trabajar rápido para que leyes como la que está por aprobar Uruguay ( con un presidente que no es facho, ni milico, ni menos « de derecha» ) según la cual, todo reincidente deberá esperar el juicio final de su causa detenido.
Porque no hace falta discutirlo mucho para saber que si los reincidentes no estuvieran en condiciones de delinquir ( es decir no estuvieran en libertad) sería posible hablar de una reducción del delito de por lo menos el cincuenta por ciento.
¿ O acaso en la mitad de los hechos delictivos sus autores no tienen antecedentes?.
Es claro que hay que discutir y en serio, temas como la inclusión, combatir la discriminación, la educación, la asistencia y todo lo que conforma el idioma diario de la política argentina. Pero hacerlo. No contarlo.
Y no pusimos en la frase anterior la corrupción, porque eso forma parte de todo lo anterior, y a los corruptos no se los discute.
Se los lleva de pasajeros a esos lugares que estamos reclamando a los candidatos que nos digan cuantos y donde van a construir.
Historias relacionadas
19 de abril de 2024
19 de abril de 2024
19 de abril de 2024